Existe, según los economistas, una correlación directa entre el nivel de competencia en un mercado y el nivel de innovación. Los mercados más competitivos generan un incentivo para que las empresas estén innovando de forma constante para poder así poner distancia entre ellos y sus rivales. El consumidor, en estos mercados, se beneficia de esta dinámica, ya que se encuentra con empresas de vanguardia que están siempre pensando cómo mejorar sus sistemas, procesos, productos y ofertas de valor en general.
De los 10 países más innovadores a nivel mundial en 2015 (según el World Economic Forum Report 2014-2015), solo dos no se encuentran en las lista de los 10 países más competitivos: Israel y Taiwán. En el mismo informe, Chile se encuentra en el número 33 a nivel de competitividad y 48 a nivel de innovación.
Existe, entonces, un nexo directo entre la competitividad y la innovación y, sin duda Chile no está bien posicionado en ninguno de estos indicadores.
Las grandes empresas chilenas de banca, retail, transporte aéreo y telecomunicaciones, entre otras, disfrutan de posiciones privilegiadas y cómodas. Muchas están en una zona de confort que les asegura la persistencia de rentabilidades en el tiempo, sin la necesidad de incorporar innovación o invertir grandes cantidades en I+D.
Se podría tomar como el ejemplo más extremo del nivel de anticompetitividad el caso del reciente “cartel del confort” o de grandes cadenas de farmacias en Chile. También es cuestionable si los supermercados en Chile están realmente compitiendo a full o si existe una especie de oligopolio forzado. En la industria de transporte aéreo solo existen dos players nacionales relevantes, cuestión que podría ocurrir por el tamaño limitado interno, pero tampoco es posible descartar otras razones.
[cita tipo=»destaque»] En Reino Unido la industria de los supermercados es un libre mercado pero también es altamente regulado. La industria fue impactada dos veces en los últimos 20 años, gracias al trabajo del “Competition Commision”, un ente independiente creado por ley y con poderes amplios para investigar, proponer y multar a través de todas las industrias. En 2000, y nuevamente en 2006, esta Comisión generó una serie de propuestas y exigencias que ayudaron a liberar aún más la industria del retail y mitigar el abuso de posiciones dominantes.[/cita]
Un buen contrapunto es lo que sucede en Reino Unido y el mundo del retail. Últimamente, los cuatro “grandes jugadores” tradicionales de los supermercados –Tesco, Asda, Sainsbury’s y Morrisons–, han sido removidos abruptamente de su zona de confort por cadenas como Lidl y Aldi, que ofrecen un modelo “low cost” junto con estrategias innovadoras de marketing y de venta. En este nuevo mix de oferta, se han logrado posicionar dos cadenas grandes de los “Pound Shops”, tiendas que ofrecen todo por una libra esterlina (1000 pesos chilenos aproximadamente). Esto ha gatillado, a su vez, innovaciones en el diseño de productos, donde las grandes marcas han empezado a ofrecer tamaños especiales de sus productos para poder venderlas por £1.
En Reino Unido la industria de los supermercados es un libre mercado pero también es altamente regulado. La industria fue impactada dos veces en los últimos 20 años, gracias al trabajo del “Competition Commision”, un ente independiente creado por ley y con poderes amplios para investigar, proponer y multar a través de todas las industrias. En 2000, y nuevamente en 2006, esta Comisión generó una serie de propuestas y exigencias que ayudaron a liberar aun más la industria del retail y mitigar el abuso de posiciones dominantes.
Si Chile realmente quiere avanzar en el camino de la innovación debería también poner énfasis en estimular y obligar a la competencia “real”. Esto significa cambiar paradigmas y generar industrias más meritocráticas, donde las empresas más innovadoras junto con los start ups tengan una oportunidad para crecer y jugar en la misma cancha que los grandes.
