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La Haya ante los ojos de Arica Opinión

La Haya ante los ojos de Arica

Vlado Mirosevic
Por : Vlado Mirosevic Diputado Partido Liberal de Chile
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Es decir, los ariqueños queremos más integración, pero no desde la reivindicación o el resentimiento que muestran los líderes bolivianos. Aunque tampoco nos perdemos en algo clave: de integración se podrá hablar después, por el momento, una vez en la Corte Internacional de Justicia, Chile debe defenderse. Y debe hacerlo con decisión, como lo ha hecho el equipo chileno en La Haya.


No es primera vez que visito La Haya, pero esta ocasión es distinta. Presenciar los alegatos en la Corte Internacional de Justicia produce un sentimiento especial, histórico, luego de escuchar la sólida defensa chilena.

Se menciona varias veces la palabra “Arica”. Primero en francés y luego en inglés. Es inevitable pensar que el atípico interés que despierta la ciudad por temas limítrofes no deja de ser una paradoja.

La Haya mirada desde el norte es, naturalmente, distinta a la tradicional mirada centralista desde las capitales. Aquellas recelosas, desconfiadas entre sí, incluso medio patrioteras, muestran poco interés por el desarrollo de las zonas fronterizas: sin embargo, sí lo hacen al momento de estar estas bajo un diferendo limítrofe. Muchos escriben en Twitter consignas nacionalistas, pero lo hacen a miles de kilómetros de distancia.

Así también pasó cuando Perú nos llevó a La Haya. Nunca habíamos tenido tanto interés nacional en la ciudad. De un día para otro, los periodistas se fueron y sus cámaras no se volvieron a enfocar más en Arica.

Los ariqueños convivimos a diario con los países vecinos. El intercambio comercial y cultural es acción cotidiana para los que somos nortinos. Con Perú y Bolivia escuchamos la misma música, comemos la misma comida, compartimos el maravilloso altiplano, incluso, muchos de nosotros hemos tenido compañeros de curso de nacionalidades vecinas. Somos una región multicultural, difícil de entender, con bellas sensibilidades integradas, tal como muestra el masivo “Carnaval con la Fuerza del Sol”. Probablemente esa es la razón por la cual las expresiones “patrioteras” no cuentan con gran adhesión tanto en Arica como en las ciudades limítrofes de nuestros vecinos.

[cita]Mientras para los santiaguinos la salida al mar de Bolivia es una discusión más de la sobremesa familiar, en Arica lo vivimos en carne propia, porque le proporcionamos a Bolivia libre tránsito y uso gratuito de nuestro puerto en pleno centro de la ciudad. Nuestras calles están atochadas, avenidas destrozadas y llenas de hoyos. Y mientras los santiaguinos siguen en la sobremesa, Arica en el abandono paga la cuenta.[/cita]

“Desde Santiago por décadas somos mirados como la trinchera de Chile, lleno de regimientos y (Santiago) no invierte con la excusa de que es una ciudad limítrofe”, dice Óscar Pantoja, un profesor ariqueño. El sentimiento es complejo: una ciudad donde nos consideramos la capital de la cueca, que se siente muy chilena, pero que sin embargo siente un tremendo abandono de parte de Chile. Una paradoja: un amor no correspondido.

Mientras para los santiaguinos la salida al mar de Bolivia es una discusión más de la sobremesa familiar, en Arica lo vivimos en carne propia, porque le proporcionamos a Bolivia libre tránsito y uso gratuito de nuestro puerto en pleno centro de la ciudad. Nuestras calles están atochadas, avenidas destrozadas y llenas de hoyos. Y mientras los santiaguinos siguen en la sobremesa, Arica en el abandono paga la cuenta.

Sin embargo, los ariqueños tienen confianza en la defensa chilena, sobre todo porque conocemos de cerca la historia y el Tratado de 1904. Las declaraciones de Evo Morales no caen bien en Arica. Son consideradas populistas, odiosas y como una utilización política. Tal como dije, la población ariqueña tiene una alta conciencia de integración, por lo que un sector importante entiende que podría ser beneficioso alguna solución que convenga a ambos países, sin embargo, la opinión mayoritaria es que esto no debe considerar entrega de soberanía. Menos, si el interlocutor para conseguir aquello tiene la prepotencia discursiva que Morales ha mostrado desde el 2011 en adelante.

Es decir, los ariqueños queremos más integración, pero no desde la reivindicación o el resentimiento que muestran los líderes bolivianos. Aunque tampoco nos perdemos en algo clave: de integración se podrá hablar después, por el momento, una vez en la Corte Internacional de Justicia, Chile debe defenderse. Y debe hacerlo con decisión, como lo ha hecho el equipo chileno en La Haya.

Quizás, en la intimidad de cada ariqueño, además de la confianza de que seremos bien representados por el Agente y el Canciller, existe la esperanza de que este nuevo diferendo signifique mayor atención hacia Arica y el fin de una larga historia de abandono. Todos mantenemos la leve esperanza de que ese amor no correspondido con Chile, pueda virar hacia otro lugar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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