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La especulación financiera de la industria del salmón con la Patagonia que compromete a la Nueva Mayoría

Pablo González z
Por : Pablo González z Pyme INNOVACIÓN. Salazones y Ahumados Patagonia S.A.
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Desde hace un tiempo los negocios, más allá de la engorda de salmones, los referidos al negocio de especulación financiera con el territorio Patagonia, son el centro de muchas ambiciones, es lo que ha desatado que se estén haciendo miles de solicitudes de concesiones acuícolas que alcanzan hasta Magallanes para terminar de apropiarse del mismo, las que incluso pretenden que se las aprueben dentro de los escasos Parques Nacionales Marinos.


David Harvey, el famoso pensador británico visitó nuestro país para dar a conocer parte de sus teorías, y mientras participaba de sus conferencias consideré que las mismas servían para explicarse el tan particular negocio salmonero, el que apenas con un par de décadas ha impactado en forma dramática el Medio Ambiente y violentado una cultura de mar milenaria de las poblaciones nativas de la Patagonia (Chiloé, Aysén y Magallanes), heredera de las culturas ancestrales.

Una de las contradicciones del capitalismo que reveló Harvey, en sus conferencias, es –el crecimiento ilimitado– que emerge de la ambición del propio sistema de acumular capital. Este imperativo implica que el capital requiere encontrar de forma permanente nuevas y lucrativas fuentes de inversión y mercantilización de los recursos naturales.

Una segunda contradicción en la que se extendió y que ayuda a explicarnos el tema de la presente columna es la existente entre el valor de uso y valor de cambio. Todos los bienes o mercancías tienen valor de uso y valor de cambio. Mientras el valor de uso refiere la capacidad de un bien para satisfacer una necesidad, el valor de cambio toma forma cuando el bien es objeto de transacciones en el mercado capitalista, de allí que son dos formas de valor significativamente diferentes.

El Archipiélago Patagonia, con 5.769 entre Islas e Islotes y casi un tercio de la extensión de nuestro país, además concentra casi el 95% del Borde Costero de Chile, está asociado a un invaluable Ecosistema Marino rico en Biodiversidad, pero al mismo tiempo es uno de los más ambicionados en el mundo por su potencial acuícola y la posibilidad de que su territorio sea utilizado en la especulación financiera global, el que hasta hace unas décadas, chilotes, ayseninos y magallánicos, lo consideraban parte de un bien común que les pertenecía, asociado a sus modos de vida.

Para muchos de ellos, esto era el patio de sus casas y parte del horizonte diario de su paisaje, y una fuente de alimentación saludable contenida en su riqueza pesquera que sentían que era parte de ellos, y que antes las culturas ancestrales (Selknam, Yaganes, Kawésqar, Chonos, etc. ) la habían considerado un bien divino, de allí su esmerado respeto que observaron al convivir con la Naturaleza y la Biodiversidad de la Patagonia, por miles de años.

Hace un par de décadas la Concertación decidió, como parte de su política de desarrollo país, despojar a las poblaciones nativas del valor de uso milenario que tenía ese territorio para ellas, y optar por las políticas neoliberales, esto es, darle al mismo un valor de intercambio. De allí que facilitaron el que la inversión extranjera y local pudieran incorporar al territorio de la Patagonia a sus negocios de especulación financiera asociado a megainversiones salmoneras y de mitílidos, entre otros. En muchos foros los principales líderes de la Concertación lo muestran como uno de sus mayores logros de Gobierno, de innovación y de contribución exitosa de la economía chilena a los mercados globales, y de su autoría.

A poco andar hemos visto los efectos de lo anterior, ya que desde hace un tiempo el principal atractivo de los activos que se negocian como parte de la concentración económica que está viviendo el negocio salmonero es el control del territorio (concesiones acuícolas), en una batalla de especulación donde algunos inversionistas han conseguido espectaculares enriquecimientos.

En el anterior juego, aparecieron poderosos inversionistas extranjeros que han conseguido concentrar buena parte del territorio de la Patagonia para sus compañías, algunos de ellos lo empiezan a utilizar como parte de sus estrategias para respaldar y darles credibilidad a planes de expansión, crecimiento y rentabilidad de sus empresas, y lo transforman en un atractivo altamente apetecido por los mercados de especulación en las principales Bolsas del mundo. De esta forma, buena parte del territorio de la Patagonia ha pasado a tener un valor de especulación financiera global, donde su propiedad cambia con la velocidad que le deseen imponer los fondos de inversión que especulan con él.

Desde hace un tiempo los negocios más allá de la engorda de salmones, los referidos al negocio de especulación financiera con el territorio Patagonia, son el centro de muchas ambiciones, es lo que ha desatado que se estén haciendo miles de solicitudes de concesiones acuícolas que alcanzan hasta Magallanes para terminar de apropiarse del mismo, las que incluso pretenden que se las aprueben dentro de los escasos Parques Nacionales Marinos. A fines del 2010 se ventilaban como sigue las ambiciones de un grupo de ellos: «Aprovechando la fase de recuperación de la industria salmonera, la Bolsa de Productos pretende asignar un valor de mercado a las concesiones acuícolas del sector».

«De esta manera, los inversionistas podrán tomar una decisión, para un posterior remate vía rueda en la misma Bolsa de Productos»; «La idea es pasarlas a un formato de productos, con sus manuales y padrones, de manera tal que un inversionista pueda comprar una o varias concesiones acuícolas»; «Para ello, ya se han dado los primeros pasos a través de conversaciones con las principales salmoneras del país, para posteriormente realizar exposiciones formales». Palabras de Christopher Bosler, gerente general de la Bolsa de Productos.

En esta parte final vale volver a recordar a Harvey: “… el capital seguirá funcionando indefinidamente pero de una manera tal que provocará mayor degradación de los recursos naturales y exacerbada inequidad entre las clases sociales a niveles insostenibles».

La anterior sentencia de este pensador, en la Patagonia ya es una realidad, pues la Concertación no tan solo despojó a las poblaciones nativas del valor de uso del territorio que éstas tenían internalizado como un bien común, sino que las mismas no han tenido otra salida para su sobrevivencia que proletarizarse, mientras son testigos de la degradación de la Patagonia como nunca antes en su historia, ante la pasividad del Estado al que solo pareciera preocuparle mantener bajo un aparente control una nueva crisis sanitaria para resguardar la viabilidad del negocio salmonero y que, seguro, es para no afectar los intereses comprometidos de una gran cantidad de Bancos, que son parte importante de este formidable negocio de especulación financiera a costa del Medio Ambiente.

El Medio Ambiente y la Patagonia son víctimas de este juego de ambiciones que cuenta con la complicidad del Estado: «El resultado de muchas autorizaciones y evaluaciones ambientales están basadas en el desconocimiento de la capacidad real de los sistemas para absorber, reciclar, dispersar o descomponer enormes ingresos de materia orgánica (heces y alimento no digerido para salmones) los que tienen un resultado esperable: la aparición de múltiples sectores con condiciones ‘anaeróbicas’ donde existe la operación de centros de engorda de salmónidos o una elevada concentración de centros para miticultura intensiva». El estado «anaeróbico» de un sistema señala la ausencia de oxígeno disuelto suficiente, en el sedimento y en la capa más profunda de la columna de agua, para permitir la VIDA ACUÁTICA, información obtenida de Informe del Programa Marino de la Fundación Pumalín.

Con el uso abusivo de productos químicos tóxicos o peligrosos en las operaciones de salmonicultura intensiva, estamos asistiendo al equivalente a los bombardeos de Napalm sobre la población de Vietnam, en este caso sobre los Ecosistemas Marinos y su Biodiversidad.

TONELADAS de antibióticos para combatir enfermedades bacterianas y de pesticidas para combatir el piojo de mar que asolan a la industria de engorda de salmones, están destruyendo desde hace un par de décadas la vida marina existente en las Aguas de la Patagonia, sin que a nadie le importe. Mientras los poderosos grupos con intereses en el negocio han salido a defender que la globalización del territorio le ha traído progreso y desarrollo a la Patagonia, al tiempo que buena parte de nuestra clase política ha decidido optar por permanecer ciega, sorda y muda, por el compromiso que tienen muchos de ellos con los anteriores.

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