Publicidad
Cristina Fernández asistirá a la asunción de Bergoglio pese a histórico conflicto entre él y el kirchnerismo

Cristina Fernández asistirá a la asunción de Bergoglio pese a histórico conflicto entre él y el kirchnerismo

La relación entre el cardenal y el gobierno de la presidenta argentina estuvo marcada por una serie de desencuentros y gestos negativos mutuos que se remontan incluso hasta el mandato de Néstor Kirchner


«Le deseamos toda la suerte del mundo en esa misión pastoral», señaló la tarde de este miércoles, en un acto público, la presidente argentina Cristina Fernández, dirigiéndose al recién electo pontífice y sucesor de Benedicto XVI, el cardenal Jorge Bergoglio, llamado papa Francisco.  Horas antes, la mandataria puso en circulación, a través de su cuenta de Twitter, una carta en la que felicitaba al sacerdote por su nombramiento. Así mismo, la líder confirmó que viajará al Vaticano para asistir personalmente a la asunción del nuevo papa, el próximo martes 19 de marzo.

Sin embargo, varios comentaron que el tono del documento, como también el del discurso, fue algo tibio para la magnitud de la noticia. De hecho, durante su aparición pública en televisión, Fernández se refirió más al rol de su gobierno en la lucha por la defensa de los pueblos latinoamericanos, que a labor del nuevo papa. Y es que hay un historial de desencuentros entre Bergoglio y los Kirchner – primero con el presidente Néstor y, luego, aunque en menor medida, con Cristina-.

Una trastienda de desencuentros

A finales de 2011, Bergoglio dejó el Episcopado argentino, después de seis años como presidente. Con esto comenzaría a alejarse de una larga seguidilla de apariciones mediáticas donde criticó directamente las decisiones y el actuar de los gobiernos de Néstos Kirchner y de Cristina Fernández. Al momento de su retiro, el cura se mostró abiertamente preocupado por el avance del debate en argentina respecto de la despenalización del aborto. Junto a éste, otro tema contra el que el nuevo papa se mostró un opositor acérrimo fue el del matrimonio homosexual, proyecto legislativo emblemático del kirchnerismo, el cual incluso llegó a calificar como «la movida del diablo».

De hecho, durante el gobierno de Fernández, Bergoglio fue la cara visible de una marcha contra la iniciativa del matrimonio igualitario y hasta envió una carta a los sacerdotes argentinos, pidiéndoles que trataran el tema del «bien inalterable del matrimonio y la familia «en las misas.

Otro tópico que el cura reprochó, en repetidas ocasiones, al gobierno argentino fue el de la pobreza, las legislaciones laborales y los derechos del campesinado. En febrero de 2012, el cardenal desató molestias al señalar que se había llegado a un «acostumbramiento» en la sociedad ante la miseria, la violencia y la pobreza.

La tensión fue tal que el ex presidente Kirchner llegó a identificar a Bergoglio como un exponente de la oposición a su gobierno.

Los problemas con Néstor Kirchner

Aunque cuando Kirchner asumió la presidencia de Argentina, se vivió un breve período de buenas relaciones entre el gobierno y el cardenal que entonces era titular del Episcopado, un año después (en mayo de 2004) Bergoglio criticó públicamente el «exhibicionismo y los anuncios estridentes» propios de dicho gobierno.

De ahí en adelante, las cosas no dejaron de tensarse cada vez más, a tal punto de que en 2005, el presidente anunció que no asistiría a la ceremonia del tedeum del 25 de mayo de Bergoglio en la Catedral, marcando con esto un hito histórico de alejamiento entre el gobierno y la Iglesia Católica argentina. El arzobispado de Buenos Aires decidió suspender el evento y meses después, su vocero Guillermo Marcó, salió a señalar, con bombos y platillos, que ya no había relación entre la Iglesia y el Gobierno. Kirchner no tardó en replicar: «Nuestro Dios es de todos, pero cuidado que el diablo también llegado a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas».

A partir de eso, las relaciones entre el presidente y el arzobispo se basaron en dimes y diretes, en constantes desacuerdos y réplicas públicas. Sin embargo, con la llegada de Cristina Fernández los roces disminuyeron y la dinámica entre las partes mejoró, esto gracias a los contactos que sostuvo la presidenta con la Iglesia en pos de la organización del viaje de 2009 al Vaticano. En 2007, tras la asunción de la mandataria, se habían reunido por primera vez en algo que parecía un intento por recuperar lo perdido durante el mandato anterior. Pero las buenas relaciones se habían interrumpido cuando el sacerdote acusó al gobierno de fomentar la «crispación social» y denunciar que «desde hace años el país no se hace cargo de la gente».

Tras un continuo intercambio de acusaciones y réplicas entre ambos bandos, finalmente, en 2010 y para los festejos del Bicentenario, el sacerdote pidió «superar el estado de confrontación permanente que profundiza nuestros males», pero la presidenta prefirió asistir a la Basílica de Luján junto a su marido.

Un inesperado acercamiento se produjo al morir Néstor Kirchner, en octubre de ese año. El cardenal manifestó públicamente sus respeto y dijo que «Sería una ingratitud muy grande que ese pueblo, esté de acuerdo o no esté de acuerdo con él, olvidara que este hombre fue ungido por la voluntad popular», añadiendo que «Los bandos claudican frente a la muerte y dejan su lugar a las manos misericordiosas del Padre».

Posteriormente, en 2011, Fernández nuevamente mostró distancia al preferir la homilía del arzobispo Fabriciano Sigampa, en Resistencia. A esto, Bergoglio respondió pidiendo «desterrar las ambiciones desmedidas» y criticando «delirios de grandeza» de los gobernantes.

Una serie de encuentros y reuniones se llevaron a cabo posteriormente con el fin de resolver, en lo posible, las diferencias. Esto hasta que Bergoglio dejó el Episcopado.

Publicidad

Tendencias