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Israelíes en Jerusalén creen que campaña palestina en la ONU traerá violencia

«Tengo miedo de las reacciones de los palestinos, de que comiencen una guerra, que quieran pedirnos nuevos territorios», aseguró una soldado de 19 años que se identifica como Dana.


Israelíes residentes en Jerusalén, nudo gordiano del conflicto palestino-israelí, temen la iniciativa palestina en busca del reconocimiento como Estado en la ONU por miedo a que se desate la violencia y los atentados que antaño sacudieron la ciudad.

«Tengo miedo de las reacciones de los palestinos, de que comiencen una guerra, que quieran pedirnos nuevos territorios», aseguró una soldado de 19 años que se identifica como Dana.

Convencida de que la iniciativa palestina «no aportará a las partes ningún beneficio», afirma tajante que las respuestas de los palestinos «suelen ser violentas, con cohetes, atentados. Y ya es suficiente con lo que hemos sufrido en Jerusalén».

La opinión de Dana puede considerarse representativa de gran parte de la sociedad israelí, como muestran los diarios, blogs, redes sociales y comentarios de lectores en los medios digitales, a sólo 24 horas de que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, presente una solicitud de adhesión de Palestina como Estado miembro de pleno derecho de la ONU.

El Gobierno y la clase política en Israel llevan semanas advirtiendo de que la campaña palestina es una medida unilateral perjudicial para el proceso de paz y que sólo a través de negociaciones entre las dos partes se podrá llegar al establecimiento real de un Estado palestino.

Asimismo, responsables de Defensa y organismos de seguridad israelíes alertan de que ante expectativas tan elevadas y una inmutable situación sobre el terreno, la calle palestina pueda retomar la violencia e incluso iniciar una tercera «Intifada» o alzamiento popular contra la ocupación.

Y parece que el discurso oficial ha calado profundamente entre la población, o así se desprende de las declaraciones de israelíes de a pie residentes en Jerusalén.

Reut Ben David, una joven israelí que cumple el servicio militar sostiene que es negativa la aspiración del presidente palestino de establecer un Estado en las fronteras previas a la guerra del 67.

«Él quiere seguir adelante con su iniciativa y nosotros queremos continuar con nuestras fronteras y tengo miedo que todo esto conduzca a actos violentos, quizá a una guerra o una tercera Intifada», manifestó.

La ANP aspira a lograr el establecimiento de un Estado palestino en Cisjordania, Gaza y con Jerusalén Este como su capital en base a las fronteras de 1967 y gracias al apoyo internacional.

La uniformada israelí defiende, no obstante, que «los palestinos deberían tener un Estado propio, como la ONU nos garantizó a nosotros, pero que no perjudique nuestras fronteras ni a nosotros los israelíes», dice sin darse cuenta de la contradicción.

Medio millón de israelíes residen en Cisjordania y Jerusalén Este, territorios ocupados por Israel y en los que los palestinos aspiran a establecer su futuro Estado.

Otro joven jerosolimitano, Erán, de 29 años y estudiante de diseño industrial, percibe que lo que está a punto de acontecer en Nueva York «sólo traerá atentados y una nueva Intifada».

«No digo que (los palestinos) no merezcan un Estado, pero ellos lo quieren dentro de las fronteras del nuestro», argumenta.

Su compañero Kobi, de 28 años, opina que «la creación de un Estado palestino es algo inevitable desde hace mucho tiempo», aunque lo que más le preocupa es ser llamado a la reserva, sinónimo de una situación de guerra u emergencia nacional.

«Este temor procede de la experiencia que vivimos en la zona de que toda acción política, por pequeña o grande que sea, finalmente lleva a la violencia porque cada parte tiene sus propios radicales», afirma.

Coincide con él el abogado Amjad Yaber, de 40 años y palestino con ciudadanía israelí residente en Jerusalén, quien vaticina que «no sucederá nada bueno» tras la demanda palestina.

«Soy partidario de una solución de un único Estado para dos pueblos, pues es inviable que se pueda levantar un Estado palestino en las fronteras de 1967 sin que haya una nueva guerra».

Una voz disonante entre el consenso de la calle es la de Nomi Drachinski, 31 años y profesora de hebreo, quien está totalmente a favor de la iniciativa palestina, tal y como lo demostró participando el pasado sábado en una manifestación de mujeres israelíes y palestinas a los dos lados del muro en Ramala.

Cree que «la creación de un Estado palestino es una cuestión de justicia moral e Israel no tiene porqué negarse a eso».

«La situación no puede ser peor, en Israel llevamos muchos años adoptando medidas unilaterales», asegura, en alusión principalmente a los asentamientos judíos.

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