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Ley de productividad y la eliminación de la donación del vuelto

Ley de productividad y la eliminación de la donación del vuelto

Jorge Rosales-Salas
Por : Jorge Rosales-Salas Investigador Universidad Mayor, Chile
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A partir del 1 de noviembre de este año, el Banco Central dejará de fabricar monedas de uno y cinco pesos, luego de cumplirse el plazo de un año establecido bajo la Ley 20.956 del Ministerio de Hacienda (Ley de Productividad). El Banco Central explicó que, desde ahora, los pagos finales entre uno y cinco pesos se redondearán hacia abajo y los de entre seis y nueve pesos se deberán aproximar hacia arriba. Eso sí, este sistema solo regirá para pagos en efectivo y no en transacciones con tarjetas, cheques o transferencias electrónicas.

Desde el Banco Central explican que la medida se tomó basados en varios estudios que demostraban el escaso uso y valoración de las monedas, sumado al alto costo de producción que tienen. Producir una moneda de un peso cuesta seis pesos, y producir una de cinco pesos cuesta 17 pesos, por lo que la eliminación de ambas podría ahorrarle al fisco alrededor de 60 millones de dólares anuales. Según el Presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Manuel Melero, «abolir las monedas de uno y cinco pesos era algo que debíamos resolver como país», y agregó que «el procedimiento para terminar con el vuelto de las monedas de uno y cinco pesos en algunos casos beneficia a unos, al mismo tiempo que perjudica a otros».

A primera vista uno puede detectar dos claras consecuencias respecto a esta decisión del Banco Central: la donación de vueltos y las promociones del comercio.

En primera instancia, dentro de los directos perjudicados están las organizaciones de beneficencia que se ven favorecidas por los pequeños vueltos que dejan los clientes de los comercios habilitados. Estas constantes donaciones solicitadas por las y los cajeros de establecimientos como supermercados, farmacias y otros, van directamente a las arcas de las organizaciones de beneficencia y adicionalmente hace más fácil la entrega del vuelto a los consumidores.

Otra de las consecuencias directas de esta medida es la potencial finalización de las promociones del comercio al terminar los precios en 9 (como $999). Se espera que el comercio se adapte rápidamente y finalice con esta práctica, ya que las personas no valoran este tipo de monedas (los vueltos) para sus transacciones normales.

En definitiva, esta medida se une a la serie de cambios propuestos el año pasado y que también incluyen un cambio radical a la familia de monedas. Junto con la eliminación de las monedas de uno y cinco pesos se suman nuevos diseños para las piezas de dinero metálico de 10, 50, 100 y 500 pesos.

Según se explicó en su momento, la circulación de las nuevas monedas de 10, 50, 100 y 500 pesos comenzará durante la segunda mitad del año 2017 e implicará tanto la incorporación de nueva tecnología como un ahorro en los costos de producción.

«La idea es modernizar la familia de monedas, así como en su momento modernizamos la familia de billetes, incorporándole nueva tecnología –tecnologías de frontera– acercándonos a estándares que tienen los países más avanzados en esta materia, y también –muy importante– con una reducción, un ahorro de costos significativo respecto a lo que significa la producción de las monedas actuales», explicó Rodrigo Vergara, ex presidente del Banco Central.

Pero todas estas medidas no solo tienen efectos tangibles, sino también potenciales efectos psicológicos. Existe la posibilidad de que en la población se implante la idea de que, debido al redondeo, se va a querer cobrar más, generándose un efecto psicológico de pensar que los precios se van a redondear hacia arriba y que el consumidor al final siempre será el afectado. Aun cuando el efecto neto pueda considerarse nulo –por redondear tanto para arriba como para abajo–, la sensación de desconfianza presente en nuestra actual sociedad no se esfumará por tratarse de una ley y puede derivar en cuestionamientos tanto hacia las prácticas del Banco Central como a las del Gobierno de turno. Estas medidas abren la puerta para pensar en los siguientes pasos. ¿Se necesitarán en el futuro billetes de 50 mil pesos o de 100 mil pesos?

El problema de fondo no son las monedas ni su costo de fabricación, sino que es el funcionamiento de la economía nacional la que está en jaque, ya que puede estar escondiendo señales de superinflación, situación ya ocurrida tanto en Argentina como Venezuela.

Jorge Rosales-Salas
Académico Ingeniería Comercial
Universidad Bernardo O’Higgins

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