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Lo político y lo técnico en economía, en manos de unos pocos Opinión

Lo político y lo técnico en economía, en manos de unos pocos

Rubens Francois
Por : Rubens Francois Economista U,de Chile
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 Los representantes del capital se han proclamado como los únicos llamados a aplicar correctamente la lógica y la arquitectura del modelo neoliberal, atribuyéndose el mérito de ser entidades no políticas y, al mismo tiempo, concediéndose el derecho a diseñar y desarrollar estructuras de mercado monopólicas u oligopólicas, especialmente en países con débiles regulaciones, dando rienda suelta a sus propósitos de maximizar sus márgenes de utilidad, incluso, eludiendo o evadiendo impuestos o claramente coludiéndose en el mercado donde operan, rompiendo todas las reglas de su irremplazable y ejemplar modelo de competencia.


Los economistas, desde los clásicos, con más o menos acierto, se han propuesto la búsqueda de modelos que expliquen el comportamiento y los efectos de las acciones de los empresarios, los trabajadores, incluyendo el Estado, en la actividad económica, considerándolos como protagonistas en la construcción de tales modelos y, por lo tanto, definiendo funciones a cada uno en su rol y desempeño en el mercado, intentando predecir y medir sus conductas, si se cumplen determinados supuestos.

Sin embargo, el discurso de los populistas y nacionalistas, generalmente, carente de cualquier capacidad predictiva, pero con un voluntarismo jactancioso, suele dar pautas de cómo sería el futuro si los agentes económicos se comportaran según sus particulares reglas, como sucede en estos días. Estos argumentos provienen desde sectores que están, conscientes o no, por mantener el sistema, aunque favorezca finalmente más al capital, en el marco rígido del llamado modelo neoliberal, fundamentalmente, como respuesta a las demandas “políticas” -según ese mismo discurso- con el que acusa al movimiento social por reclamar mejores salarios, oportunidad de empleos, seguridad social, regulaciones y otras reformas. Queda claro, también, que ese populismo o nacionalismo puede venir de la izquierda o de la derecha política y, en ambos casos, las soluciones que se escrutan están dentro del sistema político-económico vigente.

Ahora, desde el punto de vista del trabajo científico-académico en economía, en esa perspectiva, o sea, manteniendo las reglas explícitas del actual modelo neoliberal, hipotéticamente, todavía habría espacio y posibilidades de explorar y encaminar los cambios que se están produciendo o que debieran producirse en las condiciones económicas del mundo contemporáneo, al incorporar en el modelo el nuevo conocimiento que aporta el análisis de todas las variables reales y parámetros -que en su actual versión no están incorporadas- que podrían llegar a explicar de mejor forma el comportamiento de los protagonistas en el mercado y el rol del Estado.

El análisis y método científico, más allá del encasillamiento a que lleva el uso rígido de los conceptos del modelo neoliberal, en relación con la oferta y demanda de bienes y servicios, al comportamiento de los precios, el empleo de mano de obra, etc., nos brinda la posibilidad de descubrir en el mundo real el impacto de las tecnologías digitales, la robótica y la inteligencia artificial en la producción y distribución de los bienes y servicios, como también en las características del consumo, el ahorro y la inversión que conllevan tales transformaciones en el comportamiento de los ciudadanos, la sociedad y el Estado, como su impacto en el medioambiente, la salud y la seguridad de continentes enteros y también el cambio de los propios parámetros y variables que conforman la vida económica del planeta.

La economía globalizada, política y económicamente interdependiente, donde la complejidad es creciente, dadas las condiciones ambientales, normas de comercio y de finanzas internacionales, estándares sociopolíticos e institucionales -cada vez más ampliamente aceptados por la comunidad internacional-, obliga a estudiar la economía en un contexto mucho más complejo y diverso, donde los cambios ocurren con mucho más frecuencia, velocidad e impacto que en otras épocas. Ello, sin embargo, no será posible si, simultáneamente, no ocurren cambios en el uso de herramientas y métodos en el estudio y análisis de la realidad contemporánea.

La teoría económica tiene el gran reto de evolucionar con rapidez y eficacia en el desarrollo del conocimiento. Las tecnologías de la información, los modelos matemáticos y estadísticos, el desarrollo de la inteligencia artificial y robótica aplicada en la pesquisa y procesamiento de datos masivos que dan cuenta de los comportamientos de todos los agentes y entidades que participan en la actividad económica, social y política, aportan de forma creciente más información y nuevo conocimiento que permite construir nuevos modelos predictivos con capacidad de incorporar nuevas variables y parámetros, presentes en la realidad.

Hoy, el desarrollo nuevas disciplinas como Data Science y la irrupción de Big Data, permite de mejor forma a analistas de distintas áreas explicar qué ocurre en la realidad con la información y conocimiento proveniente de una cantidad masiva datos reales, como también predecir con mayor acierto el comportamiento de los agentes del mercado, la evolución de macro variables como la inflación, el empleo, la inversión y el producto nacional, muchísimo antes y con más precisión que las predicciones de los modelos clásicos o neoclásicos usados con su arquitectura conceptual que no abarca la totalidad de las variables que operan en la realidad.

Resulta frecuente leer en los medios periodísticos, e incluso académicos, el carácter y mérito científico-técnico del instrumental utilizado en el modelo neoliberal y el constante menoscabo que se haría hacia otras miradas de este intocable artefacto conceptual, considerando político todo afán de echar abajo su arquitectura. Claramente, es lo que dicen los representantes del capital, algunos burócratas del gobierno de turno o los economistas que se aferran a ese modelo, sin incorporarle el nuevo conocimiento que entrega el desarrollo de la realidad local y mundial.

Qué simple y fácil es decir que todo andaría mejor -y cómo se facilitaría la gobernanza en ese escenario de ficción- si los agentes se comportaran como lo que parametriza el modelo. Pero sus defensores agregan que son los políticos (economistas, burócratas, sindicatos) quienes con sus conceptos ideológicos y no técnicos impiden o dificultan el crecimiento de la economía, como, también, lograrlo sin inflación y desempleo. Con todo, definitivamente, lo anterior está muy lejos de llegar a explicar lo que ocurre en la economía real.

Qué difícil y decepcionante parece ser la tarea de estos economistas al momento de estimar lo que será el futuro crecimiento del PIB, la inflación y el empleo. Las correcciones o ajustes de las estimaciones son constantes, lo que no puede dejar de sorprendernos al comprobar que muchos de los modelos y los supuestos que lo sostienen no están en condiciones de predecir ni explicar lo que está sucediendo ni lo que podría ocurrir en la economía. La tentación de algunos es acudir a explicaciones que apuntan a advertir que si los agentes económicos no se rigen por las leyes y reglas del modelo, sino que políticamente intentan cambiarlas, ello tendría el efecto de no garantizar la gestión del Estado en los temas del crecimiento, la inflación o el empleo. O sea, cualquier rompimiento de las reglas del modelo es una acción política que explicaría los resultados de una mala conducción económica

Entonces, ¿qué ha fallado? Los representantes del capital se han proclamado como los únicos llamados a aplicar correctamente la lógica y la arquitectura del modelo neoliberal, atribuyéndose el mérito de ser entidades no políticas y, al mismo tiempo, concediéndose el derecho a diseñar y desarrollar estructuras de mercado monopólicas u oligopólicas, especialmente en países con débiles regulaciones, dando rienda suelta a sus propósitos de maximizar sus márgenes de utilidad, incluso, eludiendo o evadiendo impuestos o claramente coludiéndose en el mercado donde operan, rompiendo todas las reglas de su irremplazable y ejemplar modelo de competencia. ¿No es acaso aquello, simplemente, comportarse políticamente, al hacer uso del poder económico, sin contrapesos -que les confiere esa posición privilegiada en el sistema político social-, lo que causa concentración económica, desigualdades, subdesarrollo y pobreza en la sociedad?

Todos sabemos que la política está presente en todas las actividades del hombre en la sociedad. También advertimos que no es un mal, pero puede producir malos resultados. Lo políticamente relevante en estos tiempos, sin embargo, es que una parte mínima de los individuos en la sociedad se ha apropiado de un modelo y de ideas que ha logrado artificiosamente asociar y asimilarse como si fuera la realidad concreta -e imponerse al resto de la sociedad- con la pretensión de que esa arquitectura de pensamiento y acción garantiza progreso y bienestar, y al contrario, lo que produce estancamiento y pobreza sería -según ese discurso- precisamente la política, en particular, las propuestas de los que intentan representar a la mayoría de la sociedad, ofreciendo transformaciones que es posible llevar a cabo, favoreciendo a muchos y mejorando su calidad de vida a condición de que el modelo económico, al menos, incorpore los cambios que la ciencia, la tecnología y el conocimiento ponen a disposición de la sociedad para ello.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

Rubens Francois I.
Economista

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