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Michael Bloomberg: líderes empresariales pueden resolver problemas globales Primer Foro Mundial de Negocios de Bloomberg

Michael Bloomberg: líderes empresariales pueden resolver problemas globales

Mientras las políticas comerciales juegan un importante papel para eliminar barreras entre países, el simple acto de aumentar el diálogo entre compañías y países puede aumentar la conciencia sobre las oportunidades existentes, así como los obstáculos, para nuevas inversiones. Tales conversaciones también pueden conducir a sociedades público-privadas con el objeto de enfrentar desafíos difíciles, y potencialmente rentables, desde mejorar la eficiencia agrícola hasta construir una infraestructura moderna (donde las actuales tendencias indican que hay un déficit de US$15 billones en la cifra estimada de US$94 billones necesarios para la construcción de infraestructura global en los próximos 15 años).


N.d.R – Esta columna la escribió el ex alcalde de Nueva York y fundador de Bloomberg Plc.

Mientras la atención se centra en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, es importante recordar que en una economía global, la relación de Estados Unidos con el mundo no depende solamente del estado de la política en Washington. Los lazos que hoy unen a los países están profundamente conectados con el comercio y la inversión. Las relaciones diplomáticas se encuentran a menudo enraizadas en las relaciones económicas, y si bien los presidentes ejecutivos no son diplomáticos, pueden ser voces a favor de la cooperación en una amplia gama de temas en los cuales el sector privado puede tener un papel constructivo, desde la seguridad hasta el cambio climático.

Ese diálogo no puede reemplazar los canales diplomáticos oficiales, pero sí contribuir a reforzar el compromiso de EE.UU. con sus aliados en formas concretas. Las acciones emprendidas por compañías privadas pueden con frecuencia tener más peso que las palabras pronunciadas (o tuiteadas) por funcionarios públicos.

Desde enero, el gobierno de Trump ha estado dando señales de un retiro de las instituciones que han desempeñado un rol central en la preservación del orden mundial y el avance del progreso económico en las últimas siete décadas. El hecho de que el presidente no haya reafirmado el artículo 5 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la cumbre de la OTAN de la primavera boreal pasada, su decisión de retirarse del acuerdo climático de París de la ONU, los recortes que propone a la ayuda externa y la lentitud con que cubre los altos puestos del Departamento de Estado han hecho que los líderes mundiales cuestionen el compromiso estadounidense con el mundo. También han disminuido la capacidad de EE.UU. para ejercer un poder blando.

Es mi esperanza, y también la de muchos líderes empresariales de ambos partidos, que el gobierno de Trump revierta curso y reconozca que EE.UU. es más fuerte como país cuando lidera en el escenario global, incluso a través de instituciones internacionales, que cuando se retira de él. Pero no estamos a la expectativa. En cambio, aprovechamos la oportunidad para recordarles a los líderes mundiales que el sector privado puede reparar y fortalecer lazos que el sector público ha dejado que se resquebrajen

Esta semana, los líderes de más de 100 compañías –muchas de ellas con sede en EE.UU.– confluirán en Nueva York para el primer Foro Mundial de Negocios de Bloomberg de la historia. Más de 50 jefes de estado, que se encuentran en la ciudad para la Asamblea General de la ONU, se sumarán a ellos para discutir cómo pueden los gobiernos y las empresas trabajar más estrechamente para crear empleos, elevar los estándares de vida y promover la seguridad.

Mientras las políticas comerciales juegan un importante papel para eliminar barreras entre países, el simple acto de aumentar el diálogo entre compañías y países puede aumentar la conciencia sobre las oportunidades existentes, así como los obstáculos, para nuevas inversiones. Tales conversaciones también pueden conducir a sociedades público-privadas con el objeto de enfrentar desafíos difíciles, y potencialmente rentables, desde mejorar la eficiencia agrícola hasta construir una infraestructura moderna (donde las actuales tendencias indican que hay un déficit de US$15 billones en la cifra estimada de US$94 billones necesarios para la construcción de infraestructura global en los próximos 15 años).

Los gobiernos no pueden ni cerrarán la brecha por sí solos –y en una amplia serie de temas, desde la salud y seguridad públicas hasta el acceso a banda ancha y las campañas contra la pobreza, están inherentemente limitados en lo que pueden hacer–. Para encarar este y otros temas serán necesarias sociedades con compañías –y también serán beneficiosas porque el sector privado es a menudo más eficaz para distribuir recursos en forma productiva, controlar costos y usar tecnología de punta para resolver problemas-.

Es importante que encontremos formas de alentar a los gobiernos para que construyan sociedades más fuertes con el sector privado, y alentemos a los líderes empresariales para que piensen sobre los desafíos públicos más amplios que enfrentan las sociedades.

Cuando las alianzas políticas se ven tensionadas, las sociedades público-privadas pueden tomar la posta, y ahora eso está ocurriendo con el cambio climático. Cuando Donald Trump anunció que retiraba a EE.UU. del acuerdo de París sobre el clima, los presidentes ejecutivos de todas las principales industrias anunciaron que la decisión no tendría ningún impacto en su campaña para reducir las emisiones y aumentar la inversión en formas más limpias de energía. Reconocen que ese accionar beneficia su salud financiera en el largo plazo y muchos se han unido a alcaldes, gobernadores y líderes universitarios en la firma de un compromiso –llamado “America’s Pledge” (el compromiso de EE.UU.)– de alcanzar e incluso exceder la meta de reducción de emisiones que EE.UU. estableció en París.

Los líderes empresariales tienen una larga tradición de apoyar el involucramiento global, a través tanto de su trabajo como de la filantropía. Reunir alrededor de una mesa a presidentes ejecutivos con jefes de estado aporta beneficios a ambos grupos. Y con tanta ambivalencia en la Casa Blanca, y con crecientes desafíos en todo el mundo tanto en cantidad como en complejidad, los líderes del sector privado deben sentarse y emprender la tarea de usar los mercados y las sociedades para construir un mundo más fuerte y más estable.

Esta columna apareció originalmente en FT.com.

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