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Jóvenes, política y el sueño de lo imposible Opinión

Jóvenes, política y el sueño de lo imposible

Los jóvenes que se movilizaron años atrás por la gratuidad educativa y el fin del lucro fueron un ejemplo a nivel mundial de capacidad de soñar un país más inclusivo y menos desigual. ¿Cuánto queda en los pasillos ministeriales y en los ámbitos políticos de ese sueño y qué tanto ha sido compartido en su esencia?


¿Por qué el 60% de los jóvenes chilenos –según datos de las elecciones de 2013- no fue a votar?

Por cierto, el divorcio con la política no es prerrogativa de los jóvenes sino de la mitad de la ciudadanía. En 2013, si en primera vuelta concurrió a votar menos del 50% del padrón electoral, en segunda vuelta lo hizo menos del 42%. Si este dato preocupa, más preocupación debería causar el constatar que brilla por ausencia un esfuerzo visible y denodado de los políticos para enamorar a los chilenos de la política.

Pensando en el desencuentro con los jóvenes, quizás influye el haber transformado la política de herramienta para la realización de ideales y proyectos comunes a un mero instrumento de negociación de decisiones administrativas, bajando así el vuelo de nuestras aspiraciones.

Los jóvenes que se movilizaron años atrás por la gratuidad educativa y el fin del lucro fueron un ejemplo a nivel mundial de capacidad de soñar un país más inclusivo y menos desigual. ¿Cuánto queda en los pasillos ministeriales y en los ámbitos políticos de ese sueño y qué tanto ha sido compartido en su esencia?

En efecto, cuando se define la política como el “arte de lo posible” habría que aclarar que el rango de las posibilidades va más allá de la aceptación realista de lo que se pudo hacer. Abarca, por ejemplo, lo posible en el sentido de que la política es el cruce entre diferentes proyectos e intereses que podrían no encontrarse nunca si cada uno se abroquelara en posturas rígidas incapaces de ir al encuentro de la diversidad.

Lo posible, permite ese encuentro. Otra interpretación contempla lo que es posible “ahora”, sin perder la perspectiva de seguir avanzando hacia el objetivo ideal. Que no sea posible ya disponer de un modelo de economía sustentable no quita que ese objetivo debe perseguirse.

Otra lectura es la de considerar la política también como “arte que hace posible lo imposible”. Muchos cambios políticos y sociales en el mundo parecían imposibles de alcanzar: la transición pacífica del apartheid en Sudáfrica, la caída del Muro de Berlín… Hoy podrá parecer imposible vivir en un país más justo y solidario – en el que la mitad de los sueldos no esté en torno a los 300 mil pesos -, la política es la herramienta que lo puede volver “posible”.

Para seducir a los jóvenes hay que darle vuelo a la política y recuperarla como espacio para la construcción de sueños compartidos.

Alberto Barlocci
Docente de Ética Profesional de la U. Católica del Norte

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