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Sebastián Edwards y Camila Vallejo unidos en una misma causa: semana laboral de 40 horas

Sebastián Edwards y Camila Vallejo unidos en una misma causa: semana laboral de 40 horas

Hace 3 años el economista de UCLA, que se podría tranquilamente decir es políticamente del polo opuesto a Vallejo, escribió una columna proponiendo exactamente lo mismo que la diputada comunista: que Bachelet «empiece su mandato con un enorme dinamismo; con iniciativas y proyectos de ley que muevan al país hacia esa modernidad». Y una de esas iniciativas que propuso es que la Presidenta baje las horas que los chilenos trabajamos.


Esta semana el proyecto de ley presentado por la diputada PC Camila Vallejo, que busca reducir semana laboral de 45 a 40 horas, se tomó la agenda política.

Aunque recibió poco apoyo desde Hacienda y La Moneda parece estar cuadrándose con el ministro Rodrigo Valdés, el asunto está instalado y será tema en la campaña, aseguran cercanos a la diputada comunista.

Lo irónico es que hace tres años el economista Sebastián Edwards, que se podría tranquilamente decir es políticamente del polo opuesto a Vallejo, escribió un texto proponiendo exactamente lo mismo: una semana laboral de 40 horas.

En una columna que se publicó el 18 de enero de 2014 y que tituló «Cuatro para Michelle», el economista de UCLA dijo lo siguiente: «Dadas las altísimas expectativas que Bachelet ha generado, es esencial que empiece su mandato con un enorme dinamismo; con iniciativas y proyectos de ley que muevan al país hacia esa modernidad».

Y una de esas iniciativas es que baje las horas que los chilenos trabajamos.

Acá su propuesta:

«En ningún país moderno la semana de trabajo supera las 40 horas. En Chile, sin embargo, es de 45 horas.

Durante el 2012, los chilenos trabajaron, en promedio, 2.029 horas; entre el 2011 y el 2012, el promedio de horas trabajadas fue de 2.154. En Nueva Zelandia, en contraste, en el 2012 el número de horas fue 1.739; en Holanda, 1.381, y en Portugal, 1.691. En EE.UU., un país considerado trabajólico, el número de horas trabajadas fue, en 2012, tan sólo de 1.789.

Reducir la semana laboral a 40 horas sería una indicación clara de que el compromiso con la modernidad va más allá de las frases rimbombantes de campañas. Esta medida sería particularmente beneficiosa para las mujeres, quienes tendrían casi 300 horas adicionales, cada año, para estar con sus familias.

Más de alguien podría argumentar que una semana laboral más corta tendría un efecto negativo sobre la producción nacional. Es posible que así sea, pero no creo que el efecto sea demasiado alto. Más aún, es posible atenuarlo por medio de dos medidas tan simples como contundentes.

La primera es reducir el número de feriados. Chile es uno de los países con el mayor número de asuetos en el mundo entero: 14 cada año. Esto es el doble que México y más que en Argentina, Brasil y Perú. Suprimir tres o cuatro feriados religiosos -especialmente los decretados por Pinochet- sería un paso importante. No sólo paliaría los efectos de una semana laboral más corta, sino que además confirmaría el compromiso de la nueva administración con un Estado laico, respetuoso de todas las religiones.

La segunda medida paliativa sería una flexibilización de las regulaciones laborales, que permitiera que empleadores y empleados lleguen a acuerdos sobre cómo distribuir las 40 horas semanales. En la mayoría de los casos se continuará con el arreglo convencional de ocho horas al día; pero habrá situaciones donde los arreglos serán diferentes, como por ejemplo, cuatro días de 10 horas. Medidas dentro de estas líneas fueron anunciadas el martes pasado por François Hollande, otro presidente socialista desesperado por mover a su país hacia la modernidad».

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