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Masvida, en la UTI por «médicogamia» Opinión

Masvida, en la UTI por «médicogamia»

Gonzalo Jiménez
Por : Gonzalo Jiménez CEO Proteus Management & Governance y profesor de la Facultad de Ingeniería UC
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La diversidad en las empresas y el factor multidisciplinario son elementos que enriquecen y contribuyen a tener un manejo corporativo eficaz, especialmente si se busca desarrollar y sostener una estrategia de negocios agresiva como la que tenía Masvida, que colapsó ante la baja en las utilidades, el aumento de los gastos y las inversiones manifiestamente apresuradas, tal como fue la determinación de levantar una extensa red de clínicas sin procurar un equilibrio financiero de corto, mediano y largo plazo (uno de los ABC del buen gobierno corporativo).


No hay una sola razón para explicar la crisis en Isapre Masvida. Sus años más negros, que se siguen escribiendo tras su reciente intervención, están marcados por una serie de malas decisiones, especialmente de su directorio, dominado por una estructura societaria que terminó sucumbiendo ante su propia complejidad y endogamia directiva.

Su historia parte hace casi tres décadas, cuando la compañía se fundó bajo el lema “una isapre de médicos”, marcando de inmediato una gran diferencia respecto a sus competidores: sus dueños no son los grandes grupos económicos del país, sino que está controlada por un entramado de 84 sociedades médicas (6.500 doctores), donde apenas ocho tienen participación activa y una buena parte del resto tiene tan solo un título accionario, que le basta para mantener beneficios preferentes en salud para ellos y sus familias.

Es decir, una especie de “médicogamia”, que se ve reforzada por un directorio que también siempre ha estado compuesto exclusivamente por doctores, con todos los bemoles que eso implica para una compañía, como que las principales decisiones se tomen solo con profesionales que –sin perjuicio de su excelencia o experiencia– tienen una misma formación y, por tanto, comparten un punto de vista similar para enfrentar los hechos que acaecen. Lo cual es tristemente comparable a la endogámica y uniforme composición de la mayoría de los directorios chilenos, solo que en esos casos se trata exclusivamente de ingenieros comerciales, civiles y abogados de dos distinguidas y únicas universidades.

Es que la diversidad en las empresas y el factor multidisciplinario son elementos que enriquecen y contribuyen a tener un manejo corporativo eficaz, especialmente si se busca desarrollar y sostener una estrategia de negocios agresiva como la que tenía Masvida, que colapsó ante la baja en las utilidades, el aumento de los gastos y las inversiones manifiestamente apresuradas, tal como fue la determinación de levantar una extensa red de clínicas sin procurar un equilibrio financiero de corto, mediano y largo plazo (uno de los ABC del buen gobierno corporativo).

A esta “médicogamia” de la sociedad y el directorio, además, se sumaron varios granos de arena para configurar la crisis: leyendo atentamente los antecedentes públicos disponibles, queda en evidencia que el presidente del mismo, Claudio Santander, era al parecer una figura que prácticamente no tenía contrapeso al interior de la compañía y, por tanto, tomaba las decisiones sin contrapesos efectivos que obligaran a fundamentar y realizar evaluaciones mas rigurosas. Aspecto reconocido en la literatura de governance como «costos de influencia» (Teece, 2003).

Lo anterior sacó a la luz las serias deficiencias de governance, que tuvieron un correlato en el débil management de Masvida en materia de ahorro, asignación de recursos, planificación, y control interno para anticiparse a los malos resultados, al punto que la caja de isapre terminó por debajo de los niveles de patrimonio, liquidez y garantía exigidos por la autoridad, gatillada por su afán de ganar participación de mercado y multiplicar su número de afiliados.

Hoy, cuando “la pelota” está en manos de terceros (interventores), los que estamos en la tribuna tratando de sacar aprendizajes y formar a nuevas generaciones de líderes empresariales, debemos recordar y transmitir que una buena governance pasa por alcanzar un equilibrio tanto en la composición de los directorios como al interior de las compañías, articulando estratégicamente los estamentos de propiedad, directorio y gerencia, dándole tanta importancia como a la transparencia, la rendición de cuentas y las buenas prácticas de gobierno corporativo y gestión.

Gonzalo Jiménez
Experto en Gobiernos Corporativos de la UDD

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