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Política y pensiones: digan la verdad Opinión

Política y pensiones: digan la verdad

Hoy no existe ninguna alternativa viable al sistema de capitalización individual. Cualquier otra cosa son mentiras o declaraciones románticas. La demografía no da, el mercado laboral y las finanzas públicas tampoco. Pero al mismo tiempo, tal y como está organizada y regulada la industria de AFP, jamás va a ser capaz de cumplir con las expectativas mínimas que se le exigen. Y no solo eso. Si nos ponemos en el mejor escenario, uno donde el día de mañana logramos legislar en forma acordada todos los cambios necesarios, estos no se van a dar sino en 20 o 30 años más.


En estos tiempos de posverdad, sale a relucir una característica muy propia que tenemos los chilenos. No es la mentira fabricada, sino algo más ingenuo que es parte de nuestro “día a día”: la falta de asertividad. Pucha que nos cuesta, por ejemplo, decir que no. Nos ofrecen algo, nos invitan a alguna parte, y nuestra respuesta es un “sí, claro; hablemos, ahí lo vemos”, pese a que sepamos que, en verdad, es un claro no. Somos poco sinceros, nos cuesta decir las cosas por su nombre y en forma directa, no vaya a ser cosa que le caiga mal a alguien.

Y la política local sufre exactamente del mismo problema; nuestro sistema político no está acostumbrado a decir la verdad. Un ejemplo que hemos visto en los últimos meses es el problema que enfrenta nuestro sistema de pensiones. Surgen respuestas reduccionistas, que plantean soluciones que aparecen tan fáciles y obvias que nos dejan con tres alternativas. La primera, es que quienes han estado a cargo del tema son ignorantes o incompetentes, al no haber implementado esas soluciones. La segunda es que son malvados, ya que sabiendo cómo hacerlo no han querido. Y la tercera es que la solución propuesta inicialmente no era tal.

En general, ese es el caso, esa es la falta de asertividad y honestidad que en general muestran ministros, legisladores, candidatos y políticos varios. ¿No sería mucho más razonable decir simplemente la verdad? ¿Acaso se desconfía tanto de la ciudadanía? ¿Nos ven como niños ingenuos?

Volviendo al tema del sistema de pensiones, el diagnóstico es (relativamente) claro: hoy no existe ninguna alternativa viable al sistema de capitalización individual. Cualquier otra cosa son mentiras o declaraciones románticas. La demografía no da, el mercado laboral y las finanzas públicas tampoco. Pero al mismo tiempo, tal y como está organizada y regulada la industria de AFP, jamás va a ser capaz de cumplir con las expectativas mínimas que se le exigen.

Y no solo eso. Si nos ponemos en el mejor escenario, uno donde el día de mañana logramos legislar en forma acordada todos los cambios necesarios, estos no se van a dar sino en 20 o 30 años más. Luego, enfrentamos más verdades. Tenemos solo dos formas de enfrentar el problema de las bajas pensiones hoy. Una es mirar hacia el lado y permitir que cientos de miles de compatriotas tengan una vejez miserable. La otra es entre todos pagar la cuenta, enfrentar que se ahorró poco y que tenemos que tapar ese agujero con impuestos (directos o indirectos). Nuevamente, quien proponga algo distinto, no está siendo asertivo.

En definitiva, no hay atajos ni caminos fáciles, y tampoco soluciones que se ubiquen en una sola esquina ideológica. Siguiendo con pensiones, la respuesta que a pocos políticos se les escucha es “Sí, más AFP, pero con más Estado y más impuestos, y ojo, que esto tomará al menos 20 años”.

¿Tanto cuesta aceptar que las políticas públicas y los problemas que enfrentamos son complejos? ¿Tanto cuesta decir de frente la verdad? Solo espero que durante la campaña parlamentaria y presidencial de este año, veamos que quienes aspiran a gobernar Chile nos tengan más fe, más confianza y se atrevan a dar no meras promesas de campaña, sino soluciones factibles, por más complejas y poco populares que sean.

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