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Chile en el sendero de débil crecimiento Opinión

Chile en el sendero de débil crecimiento

Alexis Guardia
Por : Alexis Guardia Economista. Universidad de Chile. Doctor en Economía. Universidad de Paris IX Dauphine
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Para la economía chilena, así como para muchas economías emergentes, la apuesta sobre la política monetaria “reactivadora” tendrá que enfrentar este año desafíos fuertes, generados por su entorno internacional, particularmente de aquellos provenientes de la economía de los Estados Unidos, debido en parte a las promesas del plan de reactivación de Trump y el inicio de un endurecimiento de la política monetaria americana, que han hecho que el dólar evolucione al más alto nivel después de 14 años respecto de otras monedas.


El crecimiento por habitante de la economía chilena desde el 2014 es actualmente apenas de 1% promedio anual, con lo cual duplicaría su nivel de vida cada setenta años. Por cierto, esta economía puede crecer más y ha dado pruebas de ello. Los milagros económicos no existen, se construyen, lo cual exige comprender por qué estamos viviendo un período de crecimiento tan débil.

Las opiniones más conservadoras aducen que todo ello se debe a las reformas económicas emprendidas por el gobierno de Michelle Bachelet, que terminaron paralizando la inversión y la iniciativa privada. La verdad es que tales reformas solo tenían por objeto poner los punteros del reloj a la hora actual, sin por ello amenazar la propiedad privada.

Es decir, restablecer el derecho a huelga, eliminando, después de 26 años de vida democrática, el reemplazo externo en caso de huelga y reglamentando a los grupos negociadores extrasindicales. Realizar una reforma tributaria con el objetivo de aumentar la recaudación en tal sentido en 3 puntos del PIB, a fin de financiar una reforma en la educación, tratando más bien de corregir las aún bajas tasas sobre utilidades e ingresos elevados, anular algunas franquicias tributarias y limitar la evasión tributaria particularmente vinculada a los abusos que se hacían con el Fondo de Utilidades Tributarias (FUT).

Cabe recordar, sin embargo, que la reforma tributaria finalmente aprobada fue el resultado de una negociación con una fuerte incidencia empresarial y en ausencia de su principal inspirador, Michel Jorratt, exigida por los empresarios.

Por último, una reforma educacional, de suyo compleja, que tenía por objeto reivindicar el papel de la educación pública en una sociedad moderna, alejándose de esa desgraciada afirmación de que “la educación es como cualquier bien de consumo” (como comprar o vender camisas).

Es posible que este proceso de reformas haya sido defectuoso en su implementación. Los procesos de reformas en una democracia, a partir de un gobierno de coalición, suponen mucha pedagogía, relato y liderazgo, así como aptitud política para dirigir una coalición, la que debe permanentemente negociar en el espacio de la oposición a las reformas. La historia dirá si todo ello fue deficiente, pero en ningún caso es una explicación de la extrema debilidad del crecimiento.

Desde el punto de vista económico, las pistas para entender la debilidad indicada de la economía chilena son más claras. Ellas tienen que ver con el fin del ciclo de elevados precios del cobre a partir del año 2012 y una disminución persistente en el volumen de comercio mundial de bienes, cuya tasa de crecimiento promedio anual se situaba en poco más del 5% en el período 1992-2008 y que después del 2012 registra una continua desaceleración, llegando el 2016 a un crecimiento de solo 1,7%. El Banco Central espera, en su último IPoM (diciembre), que “el sector minero no repetirá las fuertes caídas de años previos y que la inversión mostrará un aumento después de tres años seguidos de caídas anuales”.

Una economía que tiende al estancamiento tiene dos efectos relevantes, aparte de los efectos sobre el empleo o el nivel de vida, el primero sobre las finanzas públicas y el segundo sobre el crecimiento potencial de la economía. Como es sabido, es el nivel de PIB y no su tasa de crecimiento el que permite determinar el nivel de los ingresos fiscales y, por consiguiente, a plazo los gastos públicos. La reducción del PIB potencial arrastra así una agravación del déficit público estructural. Recordando que el PIB potencial corresponde a la riqueza que una economía alcanza independientemente de las fluctuaciones cíclicas. Recientemente el Banco Central estimaba una reducción del producto potencial, dadas las bajas cifras de inversión efectiva, y este alcanzaría para el 2016 un 3,2% y el 2017 se ubicaría entre 2,5 y 3%” (hace 5 años el producto potencial se encontraba entre 4% y 5%). En este contexto incurrir en un mayor endeudamiento público es más complejo y exigiría en consecuencia una mayor focalización del gasto publico, a fin de ampliar el producto potencial (por ejemplo, inversión en infraestructura y apoyo a la innovación tecnológica). En esta situación, aun cuando la política presupuestaria se congele, de todas maneras las clasificadoras de riesgo van a castigar a la economía chilena (como el cuento del escorpión y la rana).

Una vez excluida la política fiscal, solo queda depositar la confianza en la política monetaria para recuperar tasas de crecimiento más elevadas. Sin embargo, sorpresa crearon las últimas decisiones del Banco Central de Chile al no bajar las tasas de interés cuando ya existía un alineamiento de las expectativas inflacionarias sobre las metas de inflación. La verdad es que las políticas monetarias aplicadas en Europa, de reducción de las tasas de interés para reactivar la demanda hasta hacerlas negativas, no gozan de buena reputación, pues ellas introducen una baja de los márgenes de beneficios del sistema bancario y acrecientan el endeudamiento de los mismos; por otra parte, una baja de tasas de interés en un contexto de mayor austeridad, no genera fácilmente tasas de ganancias que estimulen la inversión.

Dicho de una manera más directa, si las inversiones del sector privado son mas débiles, ello se debe a que las empresas no logran vender lo suficiente para hacer pleno uso de la capacidad que ellos poseen. De este modo, aparece cada vez mas evidente, en particular para el FMI y OCDE, que el uso moderado del déficit presupuestario actualmente se evidencia como razonable cuando las tasas son bajas. Teóricamente Keynes y Mynsky ya lo habían planteado hace algún tiempo.

Para la economía chilena, así como para muchas economías emergentes, la apuesta sobre la política monetaria “reactivadora” tendrá que enfrentar este año desafíos fuertes, generados por su entorno internacional, particularmente de aquellos provenientes de la economía de los Estados Unidos, debido en parte a las promesas del plan de reactivación de Trump y el inicio de un endurecimiento de la política monetaria americana, que han hecho que el dólar evolucione al más alto nivel después de 14 años respecto de otras monedas.

La fuga de capitales de los países emergentes que se repatriarán a los Estados Unidos para aprovechar un dólar con perspectivas de mayor remuneración es una amenaza, especialmente para los países emergentes. El encarecimiento del dólar y de los costos del financiamiento debido al aumento de las tasas de interés americanas va a pesar sobre la capacidad de reembolso del endeudamiento efectuado en el periodo de endeudamiento barato para las empresas.

Según la OCDE, los estados y las empresas de los países emergentes deberán reembolsar 300 mil millones de dólares el 2017, un tercio más que en 2016. Cierto es que el aumento del precio del petróleo y de algunos metales (entre otros el cobre) puede aliviar la situación en los países emergentes (Chile incluido).

En este presumible contexto económico para el 2017, donde todavía hay muchas interrogantes, es difícil prever para la economía chilena cuán eficaz es la apuesta sobre la política monetaria expansiva para salir del sendero del estancamiento, pues, si bien un dólar más caro le da a su producción un poco más de competitividad, también ello significa inflaciones más altas, pues, según la “sabiduría” del Banco Central chileno, “la evolución del tipo de cambio seguirá siendo determinante en el comportamiento de la inflación y, como se ha mencionado en reiteradas ocasiones, su evolución está sujeta a elevados grados de incertidumbre”. No obstante esta incertidumbre mencionada, dado que el banco es extremadamente sensible al fenómeno inflacionario, podríamos encontrarnos con un nuevo período de tasas de interés más elevadas y con la parálisis de las dos piernas de la política macrotradicional: la política presupuestaria y la política monetaria manteniendo a la economía en un sendero de estancamiento.

Alexis Guardia
Economista U. de Chile
Doctor en Economía Universidad de Paris IX Dauphine.

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