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Zonas de sacrificio en áreas prioritarias para la conservación: el caso de Minera Dominga Opinión

Zonas de sacrificio en áreas prioritarias para la conservación: el caso de Minera Dominga

«¿Vale la pena arruinar de manera irreversible este ecosistema por un proyecto minero que tiene una vida útil de apenas 22 años? En Chile tenemos conocimiento suficiente para prever que los efectos derivados de proyectos como estos, como son los relaves, la contaminación de napas subterráneas, los posibles derrames de petróleo en los puertos, entre muchos otros, dañan los ecosistemas para siempre».


Durante las próximas semanas, el destino de la comuna de La Higuera, ubicada al norte de la Región de Coquimbo, está por enfrentar una decisión crucial. El Servicio de Evaluación Ambiental rechazará o aprobará el proyecto minero-portuario Dominga, que pretende instalarse en esta zona de incalculable riqueza natural.

La insistencia por transformar a La Higuera en una zona industrial parece no ser casual. En más de una oportunidad se ha luchado contra grandes proyectos que han buscado instalarse en la comuna.

Hace apenas seis años, de hecho, fue el mismo Presidente de ese entonces, Sebastián Piñera, quien tuvo que intervenir para detener la construcción de la central termoeléctrica a carbón, Barrancones, luego de la presión ejercida por la ciudadanía. Barrancones era solo una de las tres centrales que estuvieron a punto de instalarse en La Higuera. Afortunadamente, todos los proyectos fueron retirados.

Ahora parece que estamos viendo la misma película, solo que con actores distintos. En 2012, la empresa CAP Minería ingresó el proyecto minero portuario Cruz Grande a evaluación ambiental. Un año más tarde, Andes Iron hizo lo propio con Dominga, la cual incluye la construcción de un puerto y de dos minas a rajo abierto para la extracción de hierro y concentrado de cobre. Los puertos Cruz Grande y Dominga se ubicarían a apenas 10 kilómetros de distancia el uno del otro. Ambas compañías han reconocido que impactarán el medioambiente, un daño que será irreversible.

La zona de La Higuera es un territorio estratégico desde el punto de vista medioambiental. Es uno de los 34 hotspots de biodiversidad del mundo, en donde habita alrededor del 80% de la población total de pingüinos de Humboldt, especie en estado vulnerable, así como también el chungungo, la ballena azul, la ballena fin, todas ellas en peligro de extinción. Pero quizás el mayor valor ecológico de la zona lo aporta la presencia de las llamadas surgencias, que son corrientes marinas muy ricas en plancton, fuente de alimento para las distintas especies.

¿Vale la pena arruinar de manera irreversible este ecosistema por un proyecto minero que tiene una vida útil de apenas 22 años? En Chile tenemos conocimiento suficiente para prever que los efectos derivados de proyectos como estos, como son los relaves, la contaminación de napas subterráneas, los posibles derrames de petróleo en los puertos, entre muchos otros, dañan los ecosistemas para siempre.

Hace más de 50 años, a los habitantes de Puchuncaví se les prometió trabajo y progreso cuando se instaló la fundición y refinería de cobre Ventanas, perteneciente a Enami. Luego se sumaron otras industrias, algunas de ellas peligrosas. Hoy, toda la comunidad está pagando el precio de décadas de contaminación: suelos, borde costero y ecosistemas con altas concentraciones de metales pesados y, lo que es peor, el deterioro de la salud de muchos ex trabajadores y de personas que han vivido toda su vida en el área.

Darles el vamos a los dos proyectos minero-portuarios en La Higuera sería un grave error. Demostraría que nuestras autoridades están dispuestas a sacrificar otra zona de incalculable valor medioambiental para Chile y el mundo, y lo que es peor, a sabiendas de los efectos que tendrá. Basta con ver lo que pasa actualmente en Ventanas.

Liesbeth van der Meer
Directora Ejecutiva Oceana Chile

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