Publicidad
Bachelet atrapada: peligra permanencia de Valdés si se modifica guarismo del 3,2% de reajuste a funcionarios públicos Rechazo a veto presidencial desata nueva ruptura entre la Moneda y la Nueva Mayoría

Bachelet atrapada: peligra permanencia de Valdés si se modifica guarismo del 3,2% de reajuste a funcionarios públicos

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
Ver Más

Lo sucedido en la Sala de la Cámara Baja hizo más frágil la permanencia de la tríada de ministros políticos en el gabinete, porque –reconocieron en Palacio– si el comité político se embarcó en una operación pública y abierta, si fue el protagonista de todas las conversaciones, de todas las reuniones, de todos los acuerdos, no había espacio para el fracaso y menos en estas condiciones.


Casi como un mal presagio para La Moneda se ha convertido aquella frase de la Presidenta Michelle Bachelet de que “cada día puede ser peor”. El rechazo en la Sala de la Cámara de Diputados al veto que establecía un reajuste para el sector público de 3,2%, además bonos, es mucho más que un golpe duro e inesperado para el Gobierno, pues deja políticamente atrapada a la Mandataria. Optar por cualquier vía de solución que implique cambiar el guarismo que ha defendido a ultranza el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, la llevaría precisamente a correr el riesgo de perder a estas alturas, y por segunda vez en su mandato, a su jefe de la billetera fiscal, debido a la deslegitimación política para el secretario de Estado que implicaría una decisión de esa índole.

No son pocos los flancos que se le abrieron a La Moneda con este estruendoso fracaso del veto presidencial, sin contar que nunca en los 26 años desde el retorno a la democracia había fracasado así el intento gubernamental por zanjar el reajuste para el sector fiscal, porque siempre a la hora de la raya para la suma y, a pesar de las caras largas, primaron los criterios de gobernabilidad, de coalición y los acuerdos políticos, lo que aquí no sucedió.

Los plazos corren contra el gobierno, pues antes del 1 de diciembre debe estar promulgado el nuevo reajuste, por lo que cualquier alternativa que se presente, incluso un proyecto totalmente distinto, deberá ser cuajada antes de esa fecha, a lo que se agrega que los funcionarios públicos mantienen sus paralizaciones.

Al caer la noche y mientras en La Moneda se llevaba a cabo un comité político de emergencia convocado especialmente para analizar la crítica situación y sus posibles salidas, en la Nueva Mayoría, en el Ejecutivo y en el entorno del ministro de Hacienda coincidían en poner el acento en la compleja situación en que quedó la Presidenta Bachelet, porque cualquier alternativa que implique aumentar el guarismo del 3,2% haría inviable la permanencia de Valdés en el gabinete.

No solo sería contradecirlo en público y quitarle el piso políticamente, sino que afectaría de manera radical su credibilidad, al desechar el principal argumento que ha esgrimido el ministro sobre el criterio de necesaria responsabilidad fiscal y que dicha cifra respondía al máximo esfuerzo que podía hacer la actual administración en el escenario económico que vive el país.

Dicen que Valdés estaba realmente enojado y muy descolocado, durante y después de la votación, que su molestia era transversal y eso animó la certeza oficialista de que si Bachelet claudica y aumenta la cifra del incremento salarial, el ministro se va del Gobierno.

Es que no solo estuvo en todas las reuniones políticas que se hicieron entre lunes y martes en Santiago y Valparaíso, con los timoneles de la Nueva Mayoría, con los jefes de bancada, con los distintos partidos individualmente, sino que además –aseguraron desde el Congreso– una vez que entendió que el veto peligraba, se habría jugado la opción de salvarlo pidiendo personalmente a diversos parlamentarios que no ingresaran a la Sala para asegurar un quórum que permitiera la aprobación, porque solo requería mayoría simple de los presentes en la instancia.

Dichas gestiones no funcionaron y la votación final de la propuesta de Hacienda fue de 44 votos a favor, 28 en contra y 37 abstenciones, lo que hizo caer el proyecto, sin posibilidades de resucitarlo legislativamente. Lo crítico de la situación quedó reflejado en que, tanto Valdés como su par de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre, se retiraron de la sede del Poder Legislativo en absoluto silencio, con rumbo directo a La Moneda.

En el rechazo fue transversal en los votos de diputados de todos los partidos de la Nueva Mayoría, de los mismos cuyos presidentes estuvieron en la cena del lunes en la noche con el comité político en Palacio, donde se zanjó el compromiso de respaldar el veto presidencial en los términos en que fue enviado al Congreso el martes a primera hora.

“Agradecemos, por cierto, a los diputados que nos acompañaron hoy en la votación y lamentamos que una mayoría de ellos haya rechazado un reajuste, que involucra cerca de 600 mil millones de pesos destinados a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector público (…). Nos parece una situación grave. Este era el esfuerzo más responsable y coherente con las condiciones económicas del país (…) cada uno tendrá que hacer su propia reflexión, habíamos suscrito un compromiso, hemos leído y escuchado declaraciones de los presidentes de los partidos que comparten la opinión que estoy expresando en este momento, porque todos teníamos la convicción de que el esfuerzo que había hecho el Gobierno era serio, razonable y responsable, acorde con las capacidades del país”, sentenció el ministro vocero, Marcelo Díaz, en un intermedio de la reunión extraordinaria del comité político que se prolongó por más de dos horas.

En La Moneda explicaron que, si bien públicamente se optó por apuntar a la falta de responsabilidad política de la Nueva Mayoría y al hecho indiscutido de que no se respetaron los compromisos adquiridos, el objetivo real de esa cita era encontrar una salida viable para no dejar a los trabajadores del sector público sin reajuste, una solución que solo sería anunciada una vez que se chequeen todas las aristas económicas, políticas e institucionales que pueda involucrar.

Cambio de elenco

Pero en La Moneda también ya se hablaba de que la Presidenta no solo había quedado atrapada con Valdés, sino que, nuevamente, con la permanencia de todo su comité político: Díaz, Eyzaguirre y el ministro del Interior, Mario Fernández, quienes por meses han sido cuestionados en el oficialismo por su falta de densidad política, de capacidad de gestión, de poco liderazgo político para alinear a las huestes, al punto que hace solo una semana la coalición pedía a viva voz un cambio de elenco.

Y lo sucedido con el reajuste solo hizo más frágil la permanencia de la tríada de ministros de Palacio. Es que si el comité político se embarcó en una operación pública y abierta, reconocieron en el seno de La Moneda, si fue el protagonista de todas las conversaciones, de todas las reuniones, de todos los acuerdos, no había espacio para el fracaso, menos en estas condiciones.

No hay que olvidar que resta todavía un año y cuatro meses de mandato y, si los ministros políticos quedan así de desautorizados políticamente, es bien poco lo que se puede avanzar el resto del Gobierno. “No puede ser que se caiga el techo encima de nosotros como sucedió esta tarde y que nadie salga por ello, aquí ya no sirve el cambio de guión, se necesita un cambio de elenco”, sentenció un alto asesor palaciego.

Pero lo cierto es que no toda la responsabilidad es gubernamental, sino que también de la coalición, incapaz de alinearse en momentos claves como este.  El clima en la Nueva Mayoría no puede ser peor hoy.

Se supone que el jueves, desde las 14 horas, se reuniría el oficialismo en La Moneda para discutir y organizar la agenda legislativa para el último tramo del Gobierno, todo como parte de este nuevo trato que surgió luego del público enfrentamiento pre y postmunicipales, que llevó a un congelamiento de las relaciones de la DC con Palacio. Nadie ayer en la tarde se atrevía a desechar la reunión públicamente, pero todos en privado en el Congreso reconocían que la cita ya no tiene ninguna razón de ser en este escenario de ruptura con el Ejecutivo, de tensión interna entre los partidos, de nulo espacio de diálogo que dé garantías políticas al oficialismo de tener los votos y los apoyos para avanzar con su agenda.

Una parte de los diputados –los que rechazaron el veto– culpó a la “tozudez” de Valdés por lo sucedido. En el PC explicaron que ellos solo se comprometieron con la importancia de un acuerdo, pero no con este en las condiciones que puso La Moneda, que en una reunión en Valparaíso la bancada comunista le pidió a Eyzaguirre el compromiso escrito para que el 3,2% siempre fuera en términos reales superior al IPC durante los dos años que dura el reajuste, pero que el ministro dijo que no podía sellarlo en un documento y que a lo más podría comprometerse de palabra en un punto de prensa y mencionarlo en la Sala.

Ahí los comunistas optaron por el rechazo, uno que revivió un flanco interno no menor y que es la tensa relación con la DC.

Efectivamente, hubo parlamentarios de la falange –como del PPD, el PS y el PR– que también votaron en contra del veto, pero le atribuyen más gravedad a la conducta de los comunistas, considerando que su timonel, Guillermo Teillier, estuvo en el comité político del lunes en la mañana, así como en la cena de la misma jornada en la noche y que la bancada completa se salió del acuerdo.

Desde la DC pusieron el acento en que el PC está en el Gobierno sin asumir los costos de las decisiones difíciles y en La Moneda algunos hablaron incluso de que estos son los momentos donde se ve y evalúa a los verdaderos socios políticos.

La guinda de la torta, explicaron, fue el desalojo de la Cámara Baja que dispuso su presidente, Osvaldo Andrade, obligado por reglamento tras varios llamados al orden en la Sala. La medida fue aplicada con tensión y cierta violencia, lo que alteró aún más el clima en sectores de la Nueva Mayoría, al punto que más de un diputado optó por sumarse al rechazo.

Publicidad

Tendencias