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Las excusas sin disculpas del hombre que hizo a UBS  perder US$2.300 millones

Las excusas sin disculpas del hombre que hizo a UBS perder US$2.300 millones

Pasó de ser una de las jóvenes promesas del distrito financiero de Londres a ser el autor del mayor fraude de la historia en Reino Unido.


En 2011 Kweku Adoboli le hizo perder a su empleador, el banco USB, unos US$2.300 millones.

Fue juzgado por fraude y condenado a siete años, de los cuales cumplió cuatro en la cárcel.

Hoy, ya libre y con una causa para ser deportado de Reino Unido, Adoboli habló con el programa Hardtalk de la BBC para contar su versión de las cosas.

«Estos mecanismos se convirtieron en prácticas aceptadas [que] se ven como criminales por el mundo exterior, pero dentro del banco en ese tiempo eran percibidas y nos hacían sentir como si fueran aceptadas», le dice a Stephen Sackur.

«Broker» estereotipo

Originario de Gana, Adoboli llegó a Reino Unido en 1992 a estudiar en un prestigioso internado del norte del país. Su padre, un ex representante de Gana ante la ONU, estaba seguro que ese era el mejor destino de su hijo.

Luego cursó estudios universitarios en comercio exterior electrónico en la Universidad de Nottingham, de donde se graduó en 2003 con honores.

No tardó en conseguir trabajo. Tampoco en convertirse en el estereotipo del broker londinense: en 2011, el año que se descubrió el fraude, ganaba unos US$475.000 anuales, gustaba de los viajes y las fiestas y tenía un departamento en el barrio de moda en el este de Londres: Spitafields.

Aquél en el que antaño cometía sus crímenes Jack el Destripador, pero que se había convertido en el refugio de artistas y corredores de bolsa alternativos, ya que se encuentra estratégicamente cerca de la City y Canary Wharf, centros financieros de la capital británica.

Por él pagaba unos US$1.600 semanales.

«Entré a la institución como analista de operaciones, quería ser un analista de operaciones, pero se me pidió que tomara riesgos. Y para que aprendiera a hacerlo incentivaron que aprendiera a hacer «spread trading» [oportunidades localizadas a partir de la diferencia entre dos activos relacionados y que cotizan en un mismo o en diferentes mercados]», cuenta en entrevista con la BBC.

Todo iba bien hasta 2008, cuando una mala inversión hizo que el banco perdiera US$400.000.

Para que ni su reputación ni su bono anual se vieran afectados, Adoboli diseñó una operación ficticia a través de una cuenta fantasma con la que manipuló las fechas de pago para ganar tiempo e invirtió dinero en productos de alto riesgo.
Fue una apuesta a ganador. Pero perdió.

Europa comenzó a sentir los vestigios de la crisis económica y los bancos fueron los más golpeados.

Las inversiones de alto riesgo implican un valor altamente fluctuante, con una capacidad de pago bastante efímera.
Adoboli además no compensó la cartera de inversión de riesgo con inversiones más seguras y cuando explotó la crisis, su apuesta se convirtió en una bola de nieve que se le vino encima.

«Necesito un milagro», escribió en su muro de Facebook en septiembre de 2011. Horas después, la policía lo sacaba de la oficina de UBS esposado.

Responsable, sí; culpable, no

Puntualmente, Adoboli fue acusado de abuso de posición y fraude contable.

«Cuando ocupaba una posición en la que se esperaba que preservara o al menos que no fuera en contra de los intereses del banco UBS, abusó de forma deshonesta de esta posición, con la intención de sacar beneficio personal, provocando pérdidas para UBS o exponiendo a UBS a riesgos de pérdidas», señaló la jueza al leer el acta de acusación.

Pero Adoboli tiene otra visión.

«Al final, algunas partes del banco sabían lo que hacíamos y otras no», asegura.

«El banco es responsable por crear un ambiente que promovía la toma de riesgos al nivel que los tomamos. Esto no lo digo yo, sino la autoridad reguladora suiza», le dice a Hardtalk.

A pesar de haber aceptado su responsabilidad, Adoboli se declaró inocente de los cargos que se le imputaron.

«El problema que enfrentaba el banco es que quería que tomáramos más riesgos, pero al mismo tiempo la estructura central no estaba dispuesta a hacerse cargo. La responsabilidad recaía en empleados menores».

A pesar de que tras una exhaustiva investigación, Adoboli fue el único encontrado culpable, él insiste que el problema no fue él, sino el sistema en el que estaba inmerso.

Y tiene una advertencia que hacer: «Puede ocurrir de nuevo, el sistema no ha avanzado lo suficiente para que no pase».

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