El criticado ex ministro de Hacienda también entra de lleno al debate previsional y señala que la solución pasa por una nueva reforma en dicha área. A 14 meses de su salida del Gobierno, Arenas reconoce que resultó una sorpresa que le pidieran la renuncia y que fue «duro». En términos de autocrítica, dice que le habría encantado «haber sido más pesimista respecto de las estimaciones de tasas de crecimiento».
A 14 meses de su renuncia, Alberto Arenas, el polémico ex ministro de Hacienda de Michelle Bachelet, sale a defenderse.
En una extensa entrevista con La Tercera, el economista afirma que «no son las reformas las que primordialmente explican el bajo crecimiento» y entra de lleno al debate previsional: «La reforma previsional de 2008 creó un sistema solidario de pensiones que resolvió el problema para los más pobres, más de 1,3 millones de personas son beneficiarias de ese sistema solidario, probablemente, el próximo paso, es otra reforma previsional que se haga cargo de esta situación para la clase media, con mayor solidaridad».
Dice que se requiere «un acuerdo transversal para aprobar otro pacto social en pensiones en Chile».
Arenas está de acuerdo con el consenso de los expertos en el sentido de que el principal problema del sistema de pensiones es que no se cotiza lo suficiente, hay largos periodos en que los trabajadores no cotizan y las edades de retiro no son demasiado bajas, dadas las actuales expectativas de vida. «Los afiliados tienen unas expectativas sobre sus beneficios que son muy superiores a los beneficios que efectivamente se están entregando por parte de las AFP», explica Arenas.
En la entrevista con el matutino, el ex ministro de Hacienda aseguró sentirse orgulloso de su labor y «contento de haber realizado una reforma tributaria que recaudará 3% del PIB en régimen y con un acuerdo transversal de todos los sectores políticos».
Arenas, quien se había mantenido en silencio por un año y medio, desmintió que respecto de este punto existieran pactos con el Gobierno y expresó que, en su caso, solo se debe «a que ha dedicado su jornada completa a su nuevo trabajo como asesor regional en la Cepal».
Con respecto a su renuncia, que fue pedida por la Presidenta, se limitó a decir que «es parte de la política. Respecto de la forma en cómo se implementó el cambio de gabinete, creo en mi caso no fue proporcional a la relación de confianza que tenía con la Presidenta».
Acerca del significado de su salida, el ex ministro manifestó que «con la perspectiva que da el tiempo, me he formado la convicción de que mi presencia era el sello de un programa de gobierno que proponía transformaciones estructurales, y que si bien con el cambio no se buscaba renunciar a lo expresado en él, con mi salida se optó por dar una señal en el sentido de atenuar las reformas comprometidas».
Por último, en relación con la presión política tras la aprobación de la reforma tributaria, argumentó que «se fueron incubando una serie de situaciones que se concatenaron para generar un escenario de tensiones e inestabilidad, que empujaron al gobierno cada vez más hacia una posición defensiva».
En términos de autocrítica, dice que le habría encantado «haber sido más pesimista respecto de las estimaciones de tasas de crecimiento».
