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Edison Ortiz y la infalibilidad de los ministros de Hacienda Opinión

Edison Ortiz y la infalibilidad de los ministros de Hacienda

El ex Presidente del Banco Central y ministro durante el Gobierno de Ricardo Lagos entra a la trinchera y sale a defender labor de Rodrigo Valdés y refutar a Ortiz, quien concluye su columna diciendo: “Insisto, la economía es demasiado importante para todos nosotros como para dejarla a cargo de estos economistas supuestamente técnicos”. «A este respecto es bueno recordarle que el trabajo de estos técnicos ha permitido que en este cuarto de siglo hayamos tenido el período de mayor progreso y bienestar para todos los chilenos desde que tenemos datos y sus resultados son ejemplares entre las economías en desarrollo», refuta De Gregorio.


Hace algunos días Edison Ortiz, un provocativo columnista regular de El Mostrador, nos ofreció un artículo sobre los ministros de Hacienda, indicando que con Rodrigo Valdés había vuelto la ortodoxia pro cíclica.

Sus columnas son interesantes, las escribe con una seguridad envidiable, la que a muchos los llevará a pensar que debe estar en lo correcto. Sin embargo, en dicha columna no es así y es necesario hacer algunas aclaraciones. No es mi propósito analizar su largo artículo, que está lleno de imprecisiones y juicios sin fundamentación. Tampoco me referiré a sus opiniones sobre el manejo de la crisis, pero también está equivocado, en particular cuando critica la conducción fiscal en Chile, una de las economías de mayor expansión fiscal durante la crisis en todo mundo, y no muy distinto, por ejemplo, a la de los Estados Unidos. Podría haber sido un par de meses antes o un par de meses después, eso es de segundo orden desde el punto de vista económico al lado de su magnitud. Solo quiero destacar que desde el principio de su artículo, y en particular la evaluación del actual ministro de Hacienda, está equivocado y tiene una visión muy superficial.

La motivación de su artículo fue la cifra del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, encuesta levantada en marzo, que muestra un significativo aumento del desempleo que llega a ubicarse en 9,4 por ciento en el Gran Santiago. De ahí desliza responsabilidades sobre la política fiscal y a partir de eso desarrolla todo un análisis de la historia de los ministros de Hacienda.

Sin duda que la cifra de desempleo de la Universidad de Chile es preocupante, y a pesar de que no fue confirmada por las cifras del INE, sí pueden hacer prever que estas últimas se ubiquen por sobre el 7% en los próximos meses. Sin embargo, esto nada tiene que ver con el ajuste fiscal implementado a fines de febrero de este año. En primer lugar no es posible que la política fiscal pueda actuar con tal velocidad. Segundo, todos los indicadores apuntan a que la actividad se ha dejado de desacelerar y probablemente estemos enfrentando una recuperación, aún tenue. Las cifras de febrero y marzo del IMACEC muestran un crecimiento superior al de los meses anteriores. Difícil argumentar que el ajuste fiscal ha sido contractivo. Por último, el gasto fiscal en febrero y marzo ha estado creciendo en promedio por sobre el 5%.

La política fiscal en Chile tiene un desafío bastante complejo. Su rol fundamental es anclar el mediano plazo y financiar de manera sostenible los compromisos de política pública, pues el rol fundamental de estabilizar el corto plazo es de la política monetaria. Al mismo tiempo, la conducta de la política fiscal debe ser consistente con la estabilización del ciclo económico, para ello es necesario tener una posición fiscal sólida, si no en el extremo tenemos la tragedia griega: necesitan gastar pero nadie les presta pues son insolventes. En Chile, al enmarcar la política fiscal en el contexto de una regla estructural tenemos en ella un rol estabilizador.

No obstante, hoy día la política fiscal enfrenta un desafío complejo, pues las perspectivas no son auspiciosas, dada la severa caída del precio del cobre. En los últimos dos años la deuda pública ha estado subiendo, y mantener déficit fiscales cercanos al 3 % del PIB, cifras difícilmente calificables como contractivas, puede imponer serios costos a la economía. El costo de financiamiento de las empresas, hogares y el fisco aumenta, y los potenciales beneficios por el lado de la demanda se pueden ver más que compensados por los efectos negativos sobre las tasas de interés. De hecho, las clasificadoras de riesgo han sido agresivas en revisar el rating de muchos países, probablemente por los errores cometidos antes de la crisis, y eso nos debe hacer actuar con responsabilidad y cautela. No hay por qué apurar ni exacerbar una rebaja en la clasificación de riesgo.

Con todo, mayores tasas de desempleo podrían debilitar la actividad. Si se necesita algún impulso este debiera provenir de la política monetaria, esta es la política de estabilización más importante en una economía abierta. De hecho, si las perspectivas se mantienen débiles y las brechas de capacidad presionan a la baja de la inflación, habrá espacio para bajar las tasas.

La debilidad en materia de empleo es mucho más probable que sea la respuesta rezagada a la debilidad de la actividad y los costos de la reforma laboral. Esta última tendrá efectos negativos en el empleo, y ya se pueden estar sintiendo. La reforma laboral pretende aumentar el poder relativo de los sindicatos en la negociación. Esto probablemente resulte en un aumento del ingreso laboral, pero con costos en materia de menor creación de empleo. Restringir los pactos de adaptabilidad es limitar lo único que apunta a aumentar el empleo.

Para rematar su columna, Ortiz dice: “Insisto, la economía es demasiado importante para todos nosotros como para dejarla a cargo de estos economistas supuestamente técnicos”. A este respecto es bueno recordarle que el trabajo de estos técnicos ha permitido que en este cuarto de siglo hayamos tenido el período de mayor progreso y bienestar para todos los chilenos desde que tenemos datos y sus resultados son ejemplares entre las economías en desarrollo. Podremos criticar medidas, la oportunidad de hacer ajustes fiscales o monetarios, y yo tengo mis opiniones al respecto. No son infalibles, pero mirado en perspectiva, el resultado con estos técnicos ha sido excepcional. Obviamente esto no es lo único que ha permitido este buen desempeño económico. En momentos que tenemos muchos desafíos y han salido a relucir muchas manchas negras, feas y malolientes en nuestro país, y que debemos abordar con energía y seriedad, no se debiera despreciar la mitad del vaso lleno. El no reconocerlo nos podría llevar al gravísimo error de tratar de vaciar completamente el vaso.

José De Gregorio, Universidad de Chile y Peterson Institute for International Economics

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