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Colusión del tissue: póngale precio a su confianza Columna de opinión

Colusión del tissue: póngale precio a su confianza

Gonzalo Jiménez
Por : Gonzalo Jiménez CEO Proteus Management & Governance y profesor de la Facultad de Ingeniería UC
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«La peor consecuencia no es un golpe al bolsillo de los chilenos, es la desconfianza. Otro escalafón en el descrédito de las instituciones de parte de uno de los grupos históricamente percibidos como de los más respetuosos de las reglas del juego limpio, serio y responsable. Es que el golpe asestó directo en la raíz misma de las estructuras de confianza empresarial. Fe pública, que lleva buen rato tambaleando a la luz de los incesantes escándalos de colusión, financieros, políticos. Gobierno, Iglesia, empresarios. Nadie queda fuera».


Una mediación colectiva. Esa es hasta ahora la mejor solución que propone la autoridad para definir la compensación que merecen los consumidores chilenos por 11 años de colusión del papel higiénico, las servilletas y las toallas absorbentes.

Una compensación económica a los consumidores, además de lo impracticable de la medida, ¿compensa o repara en algo el real daño causado?

Entendamos que acá el verdadero baluarte perdido es el de la confianza y que ninguna compensación transaccional, o económica, sirve para sanar una herida que se hace más dolorosa y profunda. Porque vino desde el lugar más impensado y porque los que comparten, al menos, la responsabilidad del mando, cuentan con “intachable conducta anterior”.

Sin duda Eliodoro Matte, presidente del directorio de CMPC, es o era uno de los empresarios más respetados en Chile, cuya imagen fue definida de forma magistral por Carlos Peña, rector de la UDP. “Tiene no sólo dinero, tiene influencia, tiene una institución cultural estupenda, que ha sabido manejar con gran sagacidad, con apertura (por el CEP)”, escribió el columnista.

Y es innegable que también ha tenido el coraje para “poner el pecho” públicamente y recibir las balas que le han llegado de todos los sectores, incluso de sus pares, con la exclusión del comité de ética de la Sofofa.

El pecado que no se le perdona al Directorio de CMPC que preside Matte (mientras se ignora fácilmente el de SCA), es aparentemente haber faltado a su rol fundamental de vigilar el buen comportamiento de sus empresas. Analizar el comportamiento del mercado, supervisar a quienes tienen cuotas de poder de decisión para asegurarse que sigan directrices establecidas, reglas de comportamiento y el apego fiel a los reconocidos valores de la compañía. Nada de esto ocurrió durante los 11 años de colusión de la filial Tissue, lo que implica, al menos, una falta de omisión.

La peor consecuencia no es un golpe al bolsillo de los chilenos, es la desconfianza. Otro escalafón en el descrédito de las instituciones de parte de uno de los grupos históricamente percibidos como de los más respetuosos de las reglas del juego limpio, serio y responsable. Es que el golpe asestó directo en la raíz misma de las estructuras de confianza empresarial. Fe pública, que lleva buen rato tambaleando a la luz de los incesantes escándalos de colusión, financieros, políticos. Gobierno, Iglesia, empresarios. Nadie queda fuera.

La comunidad empresarial también ha perdido. A su bastión, al mejor alumno de la clase, aventajado en su esfuerzo, conducta y desempeño, premiado por los mercados de capitales, admirado por su liderazgo social y respetado promotor de las buenas políticas públicas. De alguna forma CMPC era el espejo en que todos los empresarios querían mirarse, que al empañarse deja a sus pares confundidos, acongojados y enojados, y no poco complicados, dado su tradicional rol de aglutinador central de la empresa privada.

Pero también le pega directo a la confianza en un mercado sólido, con reglas del juego claras, estables y reconocidas mundialmente por su apertura y confiabilidad. En Chile estamos convencidos y les transmitimos con seguridad a nuestros interlocutores extranjeros, que se puede invertir, se puede emprender, somos de los mercados más competitivos y basados en la libertad de hacer empresa del mundo. Esa es la premisa que se hace pedazos con una colusión sostenida por 11 años, porque saca a la luz “aquello que no pudo ser” debido al inevitable bloqueo que un reparto de mercado entre dos gigantes implicó para otros actores más pequeños y al emprendimiento en general, que busca ganarse un espacio en los canales de distribución a punta de ñeque, sacrificio y sudor.

Y finalmente le pegó una vez más a la confianza del consumidor, que con este nuevo escándalo protagonizado por marcas cercanas, a las que asignaba valor, cercanía e incluso afecto, al ser parte de su día a día, no hace más que reforzar la idea de que “hay que solo defenderse porque todos quieren aprovecharse”.

Reconstruir esas confianzas es un camino largo, que llevará tiempo. Y para CMPC, su directorio y para la familia Matte es un trazado que deberán recorrer recurriendo a sus valores fundacionales y trabajando con gran tesón para reencarnar todas aquellas virtudes que los instalaron en el lugar más destacado en cuanto a reputación corporativa se refiere.

De esa tradición no podemos esperar menos que una profunda valentía para encarar las falencias de su Gobierno Corporativo, que se despierte de su letargo, producto del sostenido éxito por tantos años, de la excesiva homogeneidad de sus integrantes, y de descansar en la antigüedad de sus ejecutivos, y se aboque a un rol trascendental y no solo fiduciario, en donde no se dude en despejar todas aquellas variables que permitieron lo impensable.

De esa reparación es de la que confiamos se hagan cargo y que de ella surjan nuevas virtudes no solo en CMPC sino que estas puedan guiar a toda la Governance local, para eliminar de cuajo las malas prácticas y los vicios del sistema, que incluso siendo algunos de ellos legales, no son éticos y dan espacio a las ambiciones, a las “repartijas”, a la soberbia.

Mientras no haya una revisión profunda y filosófica desde el Gobierno Corporativo, mientras no exista ese cambio, casos como este seguirán sucediendo. Porque no habrá nadie que cuestione, porque seguirán los directores mirando muy de arriba, ignorando lo que ocurre bajo sus narices. No es solo pecar de ingenuos, es omisión, y acusa una cierta complacencia.

Valoramos la última declaración pública de Eliodoro Matte: “Todas las acciones que hemos realizado y que seguiremos realizando como CMPC obedecen, exclusivamente, a la voluntad de la empresa de querer eliminar una conducta que atenta contra todos nuestros principios empresariales y que daña las necesarias confianzas que nuestro país requiere”.

Entendemos que el rol del Sernac es buscar una compensación para resarcir los derechos del consumidor vulnerados y comprendemos que para las empresas imputadas es una de las aristas legales que deben atender. Pero, por ahora, no habrá suficientes metros de papel confort que acorten la distancia que se generó entre CMPC y los chilenos. Solo el tesón, el valor y la definición de un propósito permanente por parte de la familia Matte y del Directorio de sus empresas, dedicado a cautelar una mejor empresa privada chilena, a promover “el nunca más”, incluso más allá de sus cuatro paredes, podrán volver a poner las cosas en su lugar.

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