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Los empresarios aman a Bachelet Opinión

Los empresarios aman a Bachelet

Carlos Correa B.
Por : Carlos Correa B. Ingeniero civil, analista político y ex Secom.
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Después de la explosión social del 18 de octubre, la necesidad de un nuevo pacto social es la música de fondo obligada de todos los análisis de estos días. Muchos de los que aplaudían en Icare al exministro Chadwick, ahora echan de menos ese escenario razonable de reformas bacheletistas, muchísimo más barato de lo que pide la calle ahora. El mejor ejemplo de ello es la reforma de pensiones, boicoteada por el extitular de la cartera de Hacienda Felipe Larraín, ya que las alternativas que están en la mesa ahora son mucho más audaces.


Un video que ha sido recordado en estos días muestra al exministro del Interior, Andrés Chadwick, en una exposición en Icare criticando duramente la idea de Michelle Bachelet de presentar una nueva Constitución. Al narrar los pasos dados por el nuevo Gobierno para detener tal iniciativa, el aplauso fue estruendoso. Se había terminado la pesadilla de querer hacer reformas que cambiaran el statu quo y venían los «tiempos mejores», esa epopeya borbónica de echar todo atrás y traer crecimiento con estabilidad.

Después de la explosión social del 18 de octubre, nadie cree en serio eso y la necesidad de un nuevo pacto social es la música de fondo obligada de todos los análisis de estos días. Muchos de los que aplaudían en Icare al exministro, ahora echan de menos ese escenario razonable de reformas bacheletistas, muchísimo más barato de lo que pide la calle ahora. El mejor ejemplo de ello es la reforma de pensiones, boicoteada por el extitular de la cartera de Hacienda, Felipe Larraín, ya que las alternativas que están en la mesa ahora son mucho más audaces.

Poco después de abandonar La Moneda, coincidí en una comida con el presidente de un gremio empresarial que antes había ocupado un alto cargo en la primera administración de Piñera. Argumentó con detalles que no había ningún Gobierno en Chile que hubiese hecho más contra los empresarios que el segundo mandato de Bachelet y asumía que las reformas buscaban crear un Estado tipo norcoreano, con una retroexcavadora gigante arrasando con todo en el país. Ante mi cara de asombro por tales metáforas, le explique que en realidad el programa se hacía cargo del descontento por la desigualdad y que para sus negocios era mejor un escenario de reformas razonables que una calle incendiada. Simplemente se encogió de hombros.

[cita tipo=»destaque»]Ahora plantean, con la misma pasión con la que se oponían, que las reformas de Bachelet deberían ser el punto de partida de los cambios necesarios para restablecer la paz social. En un giro violento, un diputado de la UDI –que en su momento dijo que la entonces Mandataria no podía abusar de su popularidad para hacer reformas– llegó a afirmar que la misma nueva Constitución repudiada en Icare, hoy es el referente para tomar en el cambio que viene.[/cita]

Desde el «piñerismo campañero» se hizo creer a muchos empresarios que la verdadera amenaza al crecimiento era la propia Bachelet. Así, muchos vieron en una reforma tributaria que disminuía la desigualdad y aumentaba la carga tributaria a niveles menores que el promedio de la OCDE, un verdadero caballo de Troya chavista, y la idea de una nueva Constitución era el paso previo para constituir un soviet en el corazón de Sanhattan. Para aumentar el mito, le inventaron una supuesta amistad con Maduro y una cercanía intelectual a la Revolución cubana, cuando hace mucho que el socialismo chileno tiene distancia con ambos procesos.

Ahora plantean, con la misma pasión con la que se oponían, que las reformas de Bachelet deberían ser el punto de partida de los cambios necesarios para restablecer la paz social. En un giro violento, un diputado de la UDI –que en su momento dijo que la entonces Mandataria no podía abusar de su popularidad para hacer reformas– llegó a afirmar que la misma nueva Constitución repudiada en Icare, hoy es el referente para tomar en el cambio que viene.

La crisis profunda que vive el Gobierno y que tiene al Presidente Piñera con una aprobación de un dígito, tiene un destino incierto. Viene ahora una acusación constitucional, con riesgo de ser aprobada en la Cámara de Diputados, lo que implicaría un Mandatario suspendido de su cargo. Aunque el Senado la rechace, el precedente es muy peligroso para la estabilidad de su administración.

Hay quienes piensan incluso en una solución tipo boliviana, donde las Fuerzas Armadas sugieran al Presidente abandonar el cargo y buscar otra figura que reconstruya la paz. Los empresarios, ya convencidos de que los «tiempos mejores» eran una ilusión, quieren simplemente trabajar tranquilos y tener certezas para volver a invertir. Y añoran a Bachelet, que tenía la doble particularidad de calmar la calle y generar simpatías en las FF.AA.

Si el lamentable escenario de fin anticipado del período presidencial ocurriera, el Congreso Pleno debiera elegir a un nuevo Presidente provisional, el que tendrá que calmar las aguas hasta marzo del 2022. No es fácil tal nombre, porque no será cercano al oficialismo, pues la oposición tiene mayoría en ambas cámaras y los tiempos no están para improvisaciones. La lista es demasiado corta y se reduce a un nombre.

Aunque la ex-Mandataria ha dicho en todos los tonos que no está disponible ni corresponde pensar en un tercer período, entre sus antiguos detractores y sobre todo en líderes gremiales, no faltarán quienes se tienten por una peregrinación a Ginebra. Recordando a Hernán Somerville, ahora los empresarios aman a Bachelet.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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