El actor César Riveros, de larga trayectoria en el país vecino, participa desde julio en el montaje del dramaturgo trasandino Gabriel Fernández Chapo junto a un ecuatoriano, una boliviana, un colombiano, un mexicano y una artista local. «Vivir el desarraigo es una experiencia que sólo los que migramos podemos sentir», afirma.
Una obra sobre el tema de la migración se ha estrenado en julio en Buenos Aires, específicamente en el Teatro del Pueblo, con la participación del actor chileno César Riveros (Santiago, 1980).
En «Migrantes», del dramaturgo trasandino Gabriel Fernández Chapo, seis actores de distintos países de Latinoamérica cuentan su viaje. Allí se plantean distintos interrogantes. ¿Por qué dejaron su país? ¿Qué dejaron? ¿Qué extrañan? ¿Por qué se quedan?
Junto a Riveros además actúan Vladimir Chorny (México), Paul Criollo (Ecuador), Mariana Maciel (Argentina), Juan Prada (Colombia) y Olivia Torrez (Bolivia), en un montaje dirigido por Greta Risa.
Foto: Ariel Jacobsen.
Riveros lleva más de una década en Argentina, donde ha trabajado en teatro, televisión y campañas publicitarias. Se recibió como actor en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) en 2010.
A «Migrantes» llegó tras una convocatoria para actores chilenos y de otros países latinoamericanos. Fue elegido tras una audición para el papel de «Benjamín» por la directora del montaje y su equipo de producción de la compañia franco argentina Mirando al Sur.
«Me interesó mucho el texto de la obra por tratarse de un proyecto internacional con un equipo artístico de varios países», cuenta a El Mostrador, así como «la temática de las migraciones contemporáneas».
El espectáculo fue ganador del subsidio Iberescena, un fondo de ayudas para las Artes Escénicas de Iberoamérica, para la producción de la obra. Su directora vivió 25 años en Francia, donde se entrenó con el método de trabajo y lenguaje estético del Teatro Du Soleil de Ariane Mnouchkine.
«Un lenguaje muy parecido al Gran Circo Teatro de Andrés Pérez que se acerca a un teatro más popular», comenta Riveros.
Riveros en primer plano. Foto: Ariel Jacobsen.
Para llegar al personaje, Riveros tuvo un arduo entrenamiento sobre la comedia del arte con la actriz chilena Renata Armesto, formada en la escuela de Jacques Lecoq.
«También tuvimos la visita en los ensayos del compositor Jean -Jacques Lemetre, el músico de los espectáculos de Arianne Mnouchkine, quien nos guió para encontrar la métrica de nuestra lengua de cada país y la que más acomodaba a este personaje», relata.
Asimismo, «mi propia experiencia como migrante y mi formación artística tanto en Chile como en Argentina, me ayudó a entender más rápido el recorrido del personaje, los sentimientos y las situaciones que plantea la obra».
Riveros llegó a Buenos Aires en 2005. Foto: Luis Lobos Robles.
Los personajes de la obra son de diferentes países de Latinoamérica (Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia y México), que por diferentes motivos -estudios, trabajos, viajes, incluso mejor calidad de vida- deciden dejar su país de origen.
Esto «con todo lo que conlleva ser un migrante en otro país: vivir la adaptación a una nueva cultura, su historia, su idioma, modismos, etc.», dice Riveros. «Y, lo más difícil – creo- vivir el desarraigo, una experiencia que sólo los que migramos podemos podemos sentir. Este es uno de los temas más importantes de la obra».
Para el actor, el mensaje de la obra es que los migrantes, más allá de ser seudo “representantes” de su patria y sentirse el otro constantemente en el país que eligió migrar, y romper todo el tiempo las visiones generalizadas y prejuicios sobre la historia, la política, lo socioeconómico, las costumbres, etc. de su país de origen, «somos personas que pretendemos vivir sin los prejuicios de cada país de donde provenimos, como seres libres de pertenecer y de ser en el lugar donde elegiste estar».
Riveros cree que la migración de uno de los temas más relevantes en la actualidad, en especial porque «está atravesando el mundo en general».
«En la época de globalización, en la actualidad, hay un gran movimiento migratorio en Latinoamérica, en Europa y en todo el mundo, por los motivos que sean. No es algo nuevo, esto sucedió siempre en la historia de los diferentes países del mundo. Emigrar por problemas políticos, sociales, económicos, culturales, guerras etc».
«Hoy en día es más común y se da con mayor frecuencia, no sólo por los problemas que ya enumeré, sino por decisión propia de cada persona», agrega.
«Podría hablar sobre mi opinión con respecto al migrante y de lo que hace a las sociedades este intercambio, pero es bastante utópico, ya que cada país maneja la migración de acuerdo al gobierno de turno y sus intereses políticos. Pienso, por mi experiencia, que toda migración siempre es enriquecedora».
El propio Riveros llegó a Buenos Aires en el año 2005, a los 24 años.
«Me fui porque quería ser actor y en Chile en esa época no iba poder», recuerda. «Temas económicos me impedían poder sostener una carrera universitaria, de hecho lo hice por un año y medio y la tuve que dejar».
«Por suerte intuitivamente vi una luz, y fue cuando apareció la idea de venirme a estudiar a la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Después pasé una ardua selección y entrevistas y papeleos. Y ojo, tampoco tenía la plata para hacerlo. Igual para mí nunca lo vi como un problema y aposte como si fuera lo último que tenía que hacer. Y algo de suerte tuve, creo, y mucho trabajo y dedicación para seguir mi deseo».
«Un dato que no es menor: no olvidemos que en la Argentina la educación es pública y gratuita», resalta.
Aparte de «Migrantes», actualmente Riveros está ensayando una nueva obra de teatro inspirada en la novela de Pedro Lemebel, “Tengo miedo torero “.
La obra se estrenará en octubre en Buenos Aires y se llama “Nunca fui reina de ninguna primavera”.
Es de la chilena Valentina Vallejos, con dirección de Víctor Leni, un director de teatro chileno también formado en Argentina. Riveros actuará allí con el reconocido Fabio “Mosquito” Sancineto.
