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Neruda en la desaparecida Ceylán: la inédita influencia en el poeta de la actual Sri Lanka CULTURA

Neruda en la desaparecida Ceylán: la inédita influencia en el poeta de la actual Sri Lanka

Eda Cleary
Por : Eda Cleary Socióloga, doctorada en ciencias políticas y económicas en la Universidad de Aachen de Alemania Federal.
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En este ensayo, Eda Clery, Socióloga y Doctora en Ciencias Políticas, reconstruye el mundo de Ceylán de los treinta y de los círculos de amigos de Pablo Neruda durante su estadía 1929-31, cuando el poeta fue designado cónsul en la isla. Clery señala que este texto busca responder las preguntas ¿es posible insistir en la idea que la estadía en Ceylán no haya tenido ninguna influencia sobre  su obra, tal cual él lo declaró en las memorias? ¿Qué influjo artístico tuvo el círculo inmediato de artistas liderado por su amigo ceylanés Lionel Wendt tanto en su  apertura al mundo como en la obra poética?. (Primera parte)


“Saludo a Ceylán , perla de verdor, flor de las islas, torre de belleza!.. mis ideas y mi poesía mucho le deben a esta isla. He conocido y amado a su generoso pueblo..”.

(Palabras de Neruda en la Conferencia de Paz de 1957 en Colombo)

Pablo Neruda, el poeta chileno laureado con el premio Nobel de Literatura en 1971, vivió en la antigua Ceylán (hoy Sri Lanka) como cónsul honorario de Chile entre enero de 1929 y junio de 1930. Esta estadía será crucial para la obra poética de Neruda. Así lo reconoce él mismo en las palabras citadas al comienzo de este ensayo. El primer tomo de “Residencia en la Tierra” publicado en 1933, fue escrito en parte y terminado definitivamente en el pueblo costero de Wellawatta  situado entre la ciudad de Colombo y el sector de Mount Lavinia. Este libro lo catapultaría a la fama mundial.

Mucho se ha escrito sobre Neruda en el Oriente y la mayoría de los críticos han basado sus trabajos en las memorias póstumas de Neruda “Confieso que he vivido” (1974) y la correspondencia con el escritor argentino Héctor Eandi durante 1927-1935. El contraste entre estas dos fuentes nos ofrece una interesante referencia sobre la misma experiencia vista desde dos etapas etáreas de la vida del poeta: mientras en las memorias Neruda hace recuerdos como hombre maduro a más de cuarenta años de lo sucedido, la correspondencia con Eandi nos abre las puertas al mundo poético e íntimo del Neruda veinteañero durante la etapa más experimental de su vida. Sin embargo, para comprender a fondo estas perspectivas, hace falta viajar hacia el pasado a la antigua Ceylán (hoy Sri Lanka) y conocer mejor aquellos que lo rodearon durante 1929-1930.  Viajando a Sri Lanka y leyendo a sus poetas y novelistas, es evidente la gran huella cultural que dejó Neruda en Sri Lanka en el mundo del arte y las letras de la isla. Existen valiosos  testimonios, análisis y obras  que nos entregarán elementos para reinterpretar la vida de Neruda en su tiempo más allá de lo que tradicionalmente afirma la crítica literaria disponible, que en resumen, se limita a tres afirmaciones fundamentales: la supuesta soledad, la alienación cultural y la ausencia de toda influencia oriental sobre su obra.

El presente ensayo constituye la segunda parte de un trabajo comenzado en Birmania en 2015, cuando publiqué on-line: “Josie Bliss: la amante birmana de Pablo Neruda 88 años después. Allí reinterpreté la manera de entender a esta magnífica figura femenina en la poesía de Neruda viviendo e investigando en Birmania más allá de la imagen  que  nos transmitió el poeta.

Luego de haber viajado a Colombo/ Sri Lanka en 2017 e indagar en terreno las huellas de Neruda, ensayaré una relectura de su vida y obra a la luz de los testimonios escritos, recuerdos e ideas de aquellos que fueron sus amigos personales.  La mayoría de ellos alcanzaron, como Neruda, una gran connotación en el mundo del arte y la arquitectura en Sri Lanka, el sur de Asia y el mundo, como por ejemplo, el destacado músico, fotógrafo, pintor y mecenas de arte Lionel Wendt (1900-1944) y el famoso pintor George Keyt (1901-1993), ambos ceylaneses “burgher”.

Las preguntas que nos guiarán en este nuevo recorrido analítico acerca de la vida de Neruda en Ceylán, serán: ¿estaba Neruda tan solo como lo describió en sus memorias ; ¿es posible insistir en la idea que la estadía en Ceylán no haya tenido ninguna influencia sobre  su obra, tal cual él lo declaró en las memorias?; ¿Qué influjo artístico tuvo  el círculo inmediato de artistas liderado por su amigo ceylanés  Lionel Wendt tanto en su  apertura al mundo como en la obra poética?.

Primer encuentro con Ceylán :“Colombo dormido y despierto»

La primera vez que Neruda pasó por Ceylán, fue en septiembre de 1927. Tenía 23 años y se dirigía a su primer destino diplomático en Birmania. Mientras viajaba por los distintos países del Asia, Neruda escribía crónicas de viaje para el diario La Nación de Santiago de Chile y con ello nos dejó testimonio de sus vivencias.

Cuando llegó  en la noche al puerto de Colombo, imaginó la ciudad como un:“Colombo dormido” y anotó:“aquello era una ciudad sin sombra, sin luz: era como Valparaíso o Buenos Aires …ni sombra de canciones alegres”. Pero luego, al otro día, tomaría una “ricksha”,  tirada por un ceylanés que al correr parecía “avestruz”, y la ciudad despertaría  a sus ojos como un “Colombo despierto”, una auténtica explosión de colores, gentes, artistas callejeros, turbantes, mercados, especias, danzas, usureros y comerciantes ambulantes, música, pedrería, artesanías y frutas. Neruda estaba fascinado por las personas que se le cruzaban en el camino: “Las gentes de Ceylán son raramente hermosas; en cada rostro, regular y ardiente, dos ojos de fuerza, de mirada impresionantemente grave. Parece no existir ni la miseria ni el dolor en este mundo indiferente. Los viejos marchan con la cabeza erguida, su mirada de carbón es altanera, y los pilletes semidesnudos sonríen con soltura, sin petición, sin aire de limosna”. Le impresiona el orgullo de los ceilaneses humildes y los compara con sus similares sudamericanos. Sentía una sincera y espontánea admiración por la prestancia de su espíritu: “… los muchachos hindúes no más morenos que sudamericanos, miran y sonríen con más sabiduría, más resonancia íntima, en actitud de más calidad que la manera criolla. Por lo demás el parecido sobrecoge; de repente se acerca un dibujante de tatuajes igual que Hugo Silva, un vendedor de Betel con el mismo rostro del poeta Homero Arce”.

En el primer ensayo sobre Neruda en Birmania “Josie Bliss: la amante birmana de Pablo Neruda 88 años después” (2015), señalé que el poeta en esa época no sustentaba ninguna ideología en particular, pero tenía una especial sensibilidad frente a los sufrimientos de los pueblos sometidos a cualquier dominación extranjera. Era un genuino amante de la libertad y por ello tempranamente sus escritos expresaron una manifiesta animadversión contra todo tipo de opresión. Al alejarse del puerto de Colombo en Ceylán, ya rumbo a Birmania, observó los barcos ingleses y escribió en su cuaderno de viajes: “El barco sale de Colombo. Es desde luego la inmensidad del puerto cosmopolita, sus barcos mercantes de todas latitudes, y al centro un crucero inglés, blanco, plateado, delgado, perfecto y liso como un diente o un cuchillo. Queda ahí frente a los bosques de la isla, frente al techo agudo de las pagodas, entre el olor a especias que llega de la tierra sometida, pegado al mar como signo de fría amenaza”.

Neruda en la playa de Wellawatta apoyado en un cocotero, 1929-30. Fotografía cedida por la autora

Segundo encuentro: “Ceylán espeso»

Neruda se reencontró con Ceylán por segunda vez en enero de 1929 ya en calidad de cónsul honorario de Chile en la isla. Había pasado  más de un año en Birmania. Llevaba en el cuerpo la dura experiencia en Rangún, la pobreza, la vida errante y el ostracismo sufrido en los medios diplomáticos ingleses por haberse relacionado sentimentalmente con Josie Bliss, quien ingresaría más tarde a las letras hispano-americanas como la famosa amante oriental, la “pantera birmana” o “terrorista amorosa”.

La noticia del traslado a Ceylán lo alcanzó a fines de 1929 encontrándose de vacaciones en Calcuta en la India junto a su amigo de aventuras, el escritor chileno Álvaro Hinojosa. Había perdido definitivamente las esperanzas que el servicio diplomático de Chile lo trasladara a España, a Francia o a México, como era su deseo. Conformándose con esta realidad, el mero cambio de país, lo puso de alegre ánimo y le escribió en Enero de 1929 a su amigo escritor argentino Héctor Eandi: “Espero estar tranquilo, sano y contento en Ceylán, y así poder hacer algo”. Dejó Birmania y es así como describió su llegada al nuevo destino: “Litoral feliz. Una barrera de coral se alarga, paralela a la playa; y el océano interrumpe allí sus azules en una gorguera rizada y blanca y perpetua de plumas y espumas; Las triangulares velas rojas de los sampangs; la longitud pura de la costa, en que como estallidos, ascienden sus rectos troncos las palmas cocoteras, reuniendo, casi en el cielo, sus brillantes y verdes peinetas”.

Neruda recordará a Ceylán en sus memorias, luego de más de cuarenta años, como “la más bella isla grande del mundo”, “la más luminosa” y “una tierra sonora”  con una música “fascinante” y “enigmática. A pesar de eso, en los diecisiete meses de vida en la isla, continuará sufriendo acuciantes problemas existenciales y materiales, por los que ya había pasado en Birmania y anteriormente en Chile antes de tomar la decisión de abandonar el país.

“Residencia en la Tierra”, terminada de escribir en Ceylán, será sin embargo,  una obra  que revolucionará la expresión del lenguaje poético creando una verdadera  soberanía de la palabra dentro de un nuevo ritmo y concepto estético. Lo monótono, lo ritual, lo misterioso, lo amenazante y lo peligroso serán recursos  que darán una nueva fuerza estilística  a la poesía de Neruda y lo pondrá a la más alta vanguardia de la poesía mundial. En octubre de 1929 ya le adelanta en carta a Eandi que él deseaba hacer “una poesía poética”, y le agregaba: “..el poeta no debe ejercitarse, hay un mandato para él y es penetrar la vida y hacerla profética; el poeta debe ser una superstición un ser mítico”.

Ceylán en los tiempos de Neruda (1929-1930)

Cuando llegó Neruda  a Ceylán en 1929, la isla llevaba viviendo casi tres siglos de dominación colonial europea (Portugal:1505-1638; Holanda 1638-1795 e Inglaterra  desde 1796 hasta 1948). Mientras las primeras dos fuerzas coloniales se habían concentrado en la ocupación de las zonas costeras portuarias, por su valor estratégico y comercial, dejando el interior de la isla en la zona de Kandy con autonomía político-administrativa, los ingleses ponen fin a esa tradición y anexan el reino de Kandy en 1818 después de dos sangrientas guerras (1803 y 1815) poniendo fin definitivo a la independencia de Sri Lanka.

A partir de ese momento Ceylán se transformó en una colonia directamente  administrada a través de un gobernador designado por el Secretario de Estado para las Colonias (Secretary of State for Colonies) desde Londres. Se dice que Ceylán sería desde un comienzo una especie de “colonia prime”, donde más tarde, el  imperio británico llevaría a cabo sus pensamientos reformadores en las colonias. Las mujeres recibieron el derecho a voto universal en 1931.

Electric Tramways on Main Street Colombo Ceylon Early 1900s. Fotografía cedida por la autora

El corazón de la economía colonial a principios del siglo pasado, estaba basado  principalmente en las plantaciones del famoso té de Ceylán. La población rural vivía en la pobreza. También se exportaban otras especies como la canela, la pimienta, el coco,  el clavo de olor, el caucho y el arroz. El comercio local y los servicios en las ciudades eran, asimismo, parte de la entonces próspera isla siendo una plataforma portuaria clave para el comercio internacional.

Durante los años treinta, los sentimientos independentistas, tanto radicales como reformistas, habían comenzado a surgir. Sin embargo, las inclinaciones reformistas que apuntaban hacia una independencia gradual tendían a imponerse frente a las demás pues coincidían de alguna manera con la voluntad política de Gran Bretaña para experimentar una estrategia de “descolonización gradual” ante los riesgos de ingobernabilidad  y descontrol que a largo plazo pudieran crear grupos decididamente anti-británicos.

Un rol importante le cabía en este contexto a la élite local de origen europeo, tanto cingalesa como tamil, que era parte consolidada de la administración colonial británica. Dos años antes que llegara Neruda a Colombo, en 1927 la isla había sido visitada por Mahatma Gandhi, ya símbolo de la lucha anticolonial en la India, por invitación del Congreso de Estudiantes de Jaffna provocando gran entusiasmo entre la población local.

En el vigoroso y cosmopolita puerto de Colombo convivían cingaleses, tamiles venidos de la India y nacidos en Ceylán, árabes (conocidos hoy como comunidad mora), africanos, malayos, chinos y “burghers”. Estos últimos eran los mestizos descendientes de familias interraciales entre europeos portugueses, holandeses y británicos y, en menor número, de franceses, rusos y polacos con cingaleses y/o tamiles. De este último grupo provenían los que serían amigos de Neruda en la isla.

La ciudad era multi-religiosa y se practicaba el budismo que era mayoritario,  el hinduismo generalmente de la población originaria de la India, la fe musulmana, el cristianismo católico y protestante y por supuesto la multiplicidad de creencias religioso-supersticiosas de la sociedad campesina. En 1929 Colombo contaba con una población de 280.000 habitantes (la población actual de la ciudad es cerca de 6 millones, de los cuales unos 700.000 viven en el área metropolitana). El puerto y ciudad  de Colombo tenía una fuerte infraestructura urbana heredada de los colonizadores, tales como el sistema de transporte de canales, una red de tranvías eléctricos, el ferrocarril, el centro de la ciudad con calles adoquinadas, el correo, las oficinas aduaneras, hoteles y edificios públicos y de empresas, centros de comercio, escuelas y hospitales que se mezclaban con las magníficas pagodas budistas, templos hindúes e impresionantes mezquitas.

Early 1900. Fotografía cedida por la autora

Un aspecto interesante de Ceylán durante los treinta, era la atracción que ejercía sobre artistas extranjeros como destino predilecto. Históricamente, un amplio espectro de figuras mundiales del arte y las letras visitaron y vivieron en la isla. Entre ellos se pueden mencionar el escritor ruso Anton Chejov, los norteamericanos Mark Twain ,Thomas Merton y Julia Child, el británico Leonard Woolf, el irlandés George Bernard Shaw, el millonario filántropo norteamericano Andrew Garnegie,la pintora británica Marianne North, el poeta y escritor griego Nikos Kazantsakis, autor de Zorba el Griego y el poeta indio-bengalí Rabindranath Tagore, premio nobel de literatura en 1913 quien visitó varias veces la isla entre 1922 y 1934.

Los costos de vida en la ciudad puerto de Colombo eran altos y por este motivo, Neruda decidió irse a las afueras y buscar un arriendo acorde a su escuálido salario.  Se instaló en Wellawatta, un  pueblo costero que hoy es parte de la ciudad y constituye una de las principales zonas turísticas y playeras del país con  un desarrollo inmobiliario y hotelero que ha cambiado la faz de la ciudad. Actualmente su vieja dirección en la línea 42, número 56 en Wellawatta, es una calle corta perpendicular ubicada entre  dos arterias principales de la ciudad de Colombo: la avenida  costera (Marine Drive) a lo largo de la línea del tren con vista al océano índico y la Galle Road.

Casa de Neruda en la 42 Line, N° 56 en Wellawatta Ceylán, 1929-1930. Fotografía cedida por la autora

Colombo era un puerto clave al sur de la India que unía las rutas comerciales entre este y oeste y concentraba un importante volumen del tráfico de bienes que pronto se vería gravemente reducido a raíz de la crisis financiera mundial de octubre de 1929. El gobierno chileno comenzó a cerrar varias de sus sedes diplomáticas en el oriente, pero Neruda se salvó de perder el empleo debido a la costumbre del pueblo chileno de tomar té tres veces al día y que inevitablemente tenía que importar de oriente.

Neruda y la soledad como “sentimiento literario”

El tema de la soledad de Neruda en Ceylán,  ha sido tratada por la crítica principalmente como consecuencia de la barrera idiomática y el desarraigo cultural en Oriente. Sin embargo, conviene releer con atención lo que el mismo afirmó en sus memorias en cuanto al papel de la soledad como “sentimiento literario” y condición insoslayable para la creatividad de los escritores durante la  juventud: “El escritor joven no puede escribir sin ese estremecimiento de soledad, aunque sea ficticio, así como el escritor maduro no hará nada sin el sabor de compañía humana, de sociedad”.

Hay que considerar que la estadía en Oriente tuvo lugar durante su juventud, cuando estaba dedicado a la tarea hercúlea de sentar las bases poéticas para lo que sería el Pablo Neruda del futuro. En esa época, Neruda buscaba “aislar la expresión” de la palabra de una manera que no existía todavía en el mundo de la poesía.

Vida de Barrio en Ceylán

Neruda tenía 24 años cuando llegó a Ceylán. Los ceylaneses lo conocían como Ricardo Reyes y no como Neruda. Cumplió allí los veinticinco y abandonó la isla rumbo a Batavia (hoy Yakarta en Indonesia) un mes antes de cumplir los veintiséis en Junio de 1930. Recién llegado y buscando una casa para arrendar, un abogado ceylanés,  de apellido Amerasingham le ayudó a encontrar un  bungalow en Wellawatta.

Allí Neruda llevaba una peculiar vida de barrio: por las mañanas iba a bañarse en la playa e interactuaba con los pescadores ayudando con las redes y observando sus faenas sin entender una sola palabra del idioma y luego seguía con atención los baños marinos que se le daban a los elefantes, a quien veía como “grandes jornaleros”. El contacto con los niños del sector era fluido porque pronto se habían acostumbrado a él y a sus dos inseparables mascotas: su perro ”Kuthaka” que lo había salvado de ser atropellado por un tren al quedarse atrapado en las líneas del ferrocarril avisando del accidente al ingeniero con sus potentes ladridos para que parara el tren, y su mangosta “Kyria”, famosas por ser los únicos animales capaces de enfrentarse y vencer a las serpientes venenosas, que dormía y almorzaba con él y que protagonizaría con Neruda un divertido incidente.

Neruda con su mangosta Kyria en Wellawatta, Ceylán, 1929-1930. Fotografía cedida por la autora

Aparte de eso, estableció una amistad con varios de sus vecinos: Boya Pieres y Fernando al frente de su casa y, quien pronto albergaría y protegería a  su ex-amante birmana Josie Bliss cuando apareció a principios de 1929 en Wellawatta. También era amigo del abogado-escritor S.P. Amarasingan que vivía en la misma calle que él. Otros personajes del barrio que Neruda recordaría con mucho humor era un matrimonio viejo de humildes pescadores que vivían en una choza cerca de su casa. Una vez a la semana , la mujer buscaba “protección internacional” en su bungalow para salvarse de los golpes que le propinaba el violento marido, hasta que al otro día aparecía arrepentido a buscarla: “ …la única ocasión en que extendí la extra-territorialidad, (fue) para liberar a una mujer anciana de periódicas golpizas conyugales. Ella no paraba de llorar, pero lloró mucho cuando su marido sucumbió a una venenosa mordida de serpiente mientras cortaba leña…”..

Neruda solía ir casi todos los días desde Wellawatta a Colombo. Lo más probable, es que pasara por la casa de Lionel Wendt, quien también hablaba castellano, y/o a las “hummerie”, que eran unos bungalows en “..que grupos de jóvenes ingleses, pequeños empleados de tiendas y compañías, vivían en común para economizar alquileres y alimento”.  Allí  tenía algunos amigos y , sobre todo, amigas con las  que mantenía encuentros íntimos y  lo visitaban en su casa de Wellawatta.

El resto del tiempo, lo dividía entre sus obligaciones consulares de tramitación de aduana para el embarco del té hacia Chile y la poesía.

El Círculo Social de Neruda en Colombo: una puerta al mundo

Neruda era originario del sur de Chile, de la ciudad de Temuco, donde vivió desde los dos años. Creció en una tierra lluviosa de frondosos bosques nativos, ríos caudalosos de frías aguas e interminables inviernos. El poeta era un muchacho tímido no solo por su origen social humilde, sino que por la propia idiosincrasia que caracterizaba a la población sureña . Recordando su arribo a las ciudades más grandes, contaba: “…Yo llegaba de la lluvia sureña y de la monosilábica relación de las tierras frías.[…..]… mi timidez austral se basaba en lo inseparable de la soledad y de la expresión. Mi gente, padres, vecinos, tíos y compañeros, apenas sí se expresaban». Viviendo Neruda en Santiago y luego en Valparaíso, experimentó por primera vez el mundo de las  tertulias y conversaciones intelectuales. No obstante, Santiago, seguía siendo una ciudad provinciana. Neruda ya había publicado en Chile “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” y “Crepusculario”, pero  su obra todavía estaba lejos de alcanzar difusión internacional.

Ceylán le abriría las puertas a un círculo intelectuales y artistas,  que lo pondrá en contacto con un mundo social desconocido por él. Su amistad con el  extraordinario mecenas de arte, músico, cineasta y fotógrafo, el ceylonés burgher Lionel Wendt, y líder del movimiento de arte modernista en Ceylán, sería el punto de partida  para interactuar con un enriquecedor grupo de artistas ceylaneses y británicos que serán fundamentales para la trayectoria intelectual y artística  internacional  de Neruda y que desembocaría en 1971 en la obtención del  Premio Nobel de Literatura.

Pablo Neruda pasó los primeros tiempos en Wellawatta adaptándose al nuevo escenario social hasta que logró empezar a integrarse paulatinamente, como lo anotó en sus memorias: “…poco a poco  comenzó a romperse la corteza impenetrable” que sintió al principio para conocer a “…algunos pocos y buenos amigos”. Entre ellos Lionel Wendt, y el inglés Andrew Boyd, que fue más tarde uno de sus  primeros traductores al inglés.

Luego mencionó a dos “notables snobs” de los  “hermosos clubs de Colombo” que eran un “falso noble francés”, el conde de Mauny y a un  “polaco elegante y descuidado”  Winzer, a quien llamaba “amigo”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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