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Actriz de «Cabros de mierda»: «el cine chileno es un bebé que está empezando a descubrir el mundo» Nathalia Aragonese recibió premio en Francia

Actriz de «Cabros de mierda»: «el cine chileno es un bebé que está empezando a descubrir el mundo»

«Lo hemos confirmado en los distintos lugares en que se ha mostrado: (el film) contiene una historia capaz de ser comprendida de manera universal, se aborda desde el plano emocional, mundano, visceral, de personajes complejamente reconocibles», comenta en esta entrevista.


Nathalia Aragonese (Santiago, 1981) acaba de ganar el premio a la mejor actriz en el Festival de Cine Sudamericano de Marsella (Francia) por el film «Cabros de mierda» del director Gonzalo Justiniano, donde la cinta además logró el premio del público.

Los galardones confirman el buen momento que está viviendo la artista, que se formó con Fernando González. Desde 2004 ha participado en diversas telenovelas de Canal 13, TVN y Chilevisión, además de cuatro films y una intensa actividad teatral bajo la batuta de directores como José Zayas y Alejandro Castillo.

La película, donde Aragonese tiene un papel protagónico como «La Francesita», una pobladora que lucha contra la dictadura en los años 80,  ganó también un premio en Toulouse, el CCA (Fondo Central para Actividades Sociales del Personal de las Industrias Eléctrica y Gasística).

– ¿Por qué crees que sucedió este fenómeno?

– Básicamente creo que porque es un público desprejuiciado que se sienta en la butaca a dejarse empapar por una película y no tiene desde antes ninguna relación con ella, más que asistir al trabajo hecho en alguna parte del mundo. Y «Cabros de Mierda», que lo hemos confirmado en los distintos lugares en que se ha mostrado, contiene una historia capaz de ser comprendida de manera universal. Se aborda desde el plano emocional, mundano, visceral, de personajes completamente reconocibles. El público se ríe y se emociona con la película. Eso creo es tan genuino del cine que cuando ocurren esas sensaciones a la vez, el público conecta con lo que ve de diversos ángulos, y lo más probable es que se haga entrañable y la reconozca como una película digna de ser premiada.

– ¿Qué significa, para tu trabajo como intérprete y en relación al personaje que desarrollas en la película, haber recibido este premio?

– Es sin duda un reconocimiento tremendamente importante. Me enorgullece que se reconozca el trabajo al que me volqué intensamente para dar vida a un personaje que hace, en muchas maneras, honor al coraje y sensibilidad humana. Veo a «La Francesita» como una síntesis de la fuerza y la energía de vida de muchas mujeres a las que hace mucho tiempo se les debía un reconocimiento.

También es un premio que constata un proceso personal de investigación respecto de los formatos a los que como actriz o actor uno se enfrenta. Es un trabajo que, más que grande, es un trabajo lleno de detalles que se logra en conjunto con el equipo con el que se va en busca de todas esas imágenes.

Carácter político

– «Cabros de mierda» Tiene un carácter político evidente ¿Te parece necesaria esa relación de arte y política?

– Entendiendo que cualquier expresión humana es también una manifestación política, parece ser que en el arte, esta relación adquiere caracteres distintos y a veces aún más enfáticos, críticos, agudos, irónicos, etc. Creo que esa relación es casi intrínseca y un área se fortalece de y con la otra. Cuando es más evidente como en el caso de «Cabros de mierda», creo que el arte empieza a utilizarse como el soporte necesario para volcar miradas que con otros modos, no son suficientes y entonces, sí me parece necesaria esa relación. Hay historias en la película que en la realidad han estado escritas, oídas, contadas, pero el cine justamente lo que hace es poner en movimiento esa escena, la vemos. Para mí, la historia del niño en la película por ejemplo hace eso. No estoy de acuerdo en darle al cine un rol educativo, la educación es un derecho que todos los países deben cumplir y el arte elevar tu criterio y sentidos en donde ya exista esa educación, esto en lo ideal, ¿no? Pero en el arte caben muchas cosas y a veces una película es capaz de modificar a alguien o a una sociedad.

– Una de las cosas interesantes de «Gladys» -tu personaje en la película- es que no cae en los lugares comunes, en, por ejemplo, la visión burguesa y estereotipada del «pobre». ¿Cómo fue el proceso para construirla?

– Precisamente ése fue el primer pie forzado que me puse como actriz. Ésta película tiene imágenes de la época, del momento exacto al que evoca la película. Ése punto tremendo de realidad no podía quedar desprendido del resto de la ficción y me parece bello que así lo deseemos, pero más también porque para hablar de algo hay que conocerlo. No creo que una obra quede cliché o estereotipada por gusto, por decisión, que si así fuera, sería una bastante mala decisión. Queda mala porque se hace desde una visión alejada. Gonzalo estuvo en esa población mientras volaban balas a metros de él, algo hoy difícil de imaginar y por mi parte soy una ladrona de vidas y creo que tengo un alma bastante vieja pero eso es otro tema. La cosa es que tuve muchísimas vías de estudio e inspiración para ser «la Francesita» que no fueron ni burguesas ni estereotipadas. Había un muy buen guión, estaba la memoria de Gonzalo, las mujeres de La Victoria y la propia vivencia de nuestra historia que la seguimos viviendo hoy de muchas maneras. No es para nada alejada, las cosas no han cambiado tanto, hay torturadores, cómplices y ladrones de la dictadura que siguen vivos y libres, tenemos la misma Constitución, eso ya es bastante.

– A fines de los noventa, en mi opinión, comenzó a existir un rechazo hacia las películas que hablaban de la dictadura; tal vez este filme reivindica ese tema. ¿Lo piensas así? ¿Hay un valor en eso?

– Creo que esa idea fue una estrategia, un mito instalado en la cultura que la gente sólo empezó a repetir y lo que se hizo del tema en Chile en ese momento. Era lo lógico, es como la pregunta y respuesta uno de esta entrevista en relación a arte y política. Tampoco me parece necesario reivindicar nada, las cosas se hacen porque se hacen. Por otro lado pienso que son bastante pocas las películas que abordan el tema y por suerte son todas distintas, de diversas formas y miradas. También creo que Chile está lleno de historias que faltan aun por usar, está todo el universo de los victimarios, tremendos, dignos de películas de horror. Y el valor lo puede tener cualquier película que esté bien hecha.

El cine y el teatro de hoy

– ¿Cómo ves el cine chileno hoy? ¿Qué impresión te da el panorama del mismo?

– Lo veo como una pecera todos chocando entre sí sin darse cuenta que el universo es más grande, lo veo como un bebé que está empezando a descubrir el mundo. Me encantaría saber qué opina un cineasta coreano del cine chileno si viera todo lo que hay, quizás le gustarían más las antiguas chilenas que todo lo de hoy. Pero eso mismo tiene cosas muy buenas también,  porque hay muchísimo más que hacer y de distintas maneras. Falta ser más arriesgados, me preocupa que todo sea tan formal y se utilice al mínimo la tecnología y no tiene que ver con lo precario, sino con lo creativo. Lo peor de todo es que se depende demasiado de los fondos por razones lógicas y el funcionamiento del sistema parece ser que le responde más a quién es mejor redactando proyectos y presupuestos que a buenos artistas. Eso nos vuelve una cultura pobre y fome. Pero sé que hay cineastas excelentes que están haciendo cosas reveladoras.

– La oferta teatral hoy día es muy amplia ¿qué te parece a ti?

– Creo que lleva bastante tiempo siendo una oferta amplia lo que me parece maravilloso. Sabemos que hubo un boom de escuelas de teatro y esos estudiantes obviamente tienen que hacer, lo interesante es que no sean como los fuegos artificiales en impacto y duración. Creo que en Chile hay un tremendo nivel teatral con tremendos artistas en las áreas que comprende el teatro. Se ha avanzado bastante en espacios, apoyos etc. Lo que sigue faltando es una difusión a nivel cultural y de medios. El teatro siempre está en conflicto, siempre está en desafío, no todos aguantan ese vértigo, pero quien se suma a esa latencia constante de creación que exige el teatro, es porque comprende que hay algo que conquistar constantemente. El teatro no es muy productivo para la gente ya sea artista o público, cómodo. El público de teatro también sabe que una obra es capaz de robarle o entregarle algo, y esa relación es la que hay que potenciar de ambos lados para que siga habiendo oferta y público.

– Hay múltiples escuela de teatro en Santiago y, algunas, en regiones. ¿Qué opinión te merece la formación actoral del país?

– De acuerdo a la necesidad, el quehacer y el mercado, la formación actoral se está enfrentando a un cambio. Antes sólo existía la escuela de teatro para formar un actor, en donde sólo se encontraba el ejercicio de la práctica teatral. Hoy el actor se enfrenta a diversas plataformas, lo que genera una necesidad de ampliar el método académico o formación. Me parece necesario que estas líneas se unan, que la formación actoral se amplíe y o que las escuelas asimismo crezcan en su contenido. El actor teatral siempre ha sido un artista integral capaz de reinventarse cada vez, pero claramente será mejor si desde un principio cuente con todas las herramientas para el cultivo de su talento.

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