Publicidad
Libro «La Conexión Chilena»: el espía Arturo Prat y otras historias Los misterios de las redes del espionaje mundial y cómo operaron en nuestro país

Libro «La Conexión Chilena»: el espía Arturo Prat y otras historias

Es el décimo segundo libro del periodista Carlos Basso, quien explica que este texto de no ficción es “la síntesis de muchos años de trabajo en materia de documentación desclasificada, que da cuenta de las conexiones mundiales que existen en torno al trabajo de inteligencia y espionaje respecto de Chile”.


Conformado por nueve historias, el libro escudriña en el pasado reciente de Chile, con historias protagonizadas por oficiales nazi, agentes de la CIA y funcionarios de la DINA, pero asimismo viaja un poco más en el pasado, rescatando la historia de Arturo Prat como espía, con la cual se inicia el volumen.

Al respecto, señala que “existe mucha y valiosa documentación original sobre la misión que Prat cumplió en Buenos Aires y Montevideo entre 1878 e inicios de 1879, así como material académico e incluso un muy buen libro por Diego Lascano y Piero Castagneto, pero pese a ello es un aspecto poco difundido de la vida del capitán Prat, y a mi juicio resulta fundamental para entender, entre otras cosas, su arrojo en Iquique, algunos meses después de terminada su misión”.

¿En qué sentido?

Uno de los aspectos más llamativos de toda esta historia es que quien le encomienda la misión es el Presidente de la República en persona, don Aníbal Pinto. Entre lo que no sabemos está el por qué escogió a Prat, pero sin duda desde la Armada le deben haber dicho que ese era un oficial no solo inteligente y preparado, sino además valiente. Eso queda en evidencia cuando se le entrega una serie de instrucciones, entre ellas que debe usar un nombre falso en Argentina, país en el cual existía en ese momento una chilenofobia inmensa.

Prat aceptó todo lo que le pidieron, salvo eso, y partió a Buenos Aires diciendo que un simple abogado chileno en tránsito a Europa. Así, consiguió no solo todos los datos que le estaban pidiendo respecto de las armas y dotación que tenían las Fuerzas Armadas Argentinas, sino que con su encanto y don de gentes logró ser invitado a conocer el Parque de Guerra; es decir, los arsenales del Ejército argentino en Buenos Aires, logrando determinar todas las armas y potencial bélico que poseía argentina. Creo que hay que tener una sangre fría enorme para hacer algo así y además, me imagino, una paz interior enorme, pues es evidente que cualquier espía que acomete una misión arriesgada como esa sabe que su vida está en riesgo. Por eso te digo que en estos hechos encontramos un antecedente ya sobre la valentía que tenía el capitán Prat, la que demuestra en su máxima expresión en Iquique, donde salta al abordaje sabiendo que lo más probable era que muriera.

Carlos Basso

También hay un capítulo muy extenso sobre el capitán Heyder, basado en un reportaje que escribiste hace algunos años en este mismo medio.

Así es. Llevo varios años escribiendo sobre lo que sucedió con el capitán de Ejército Osvaldo Heyder y el texto que incluí en “La Conexión Chilena” agrega nuevos antecedentes al respecto. Además, estoy preparando un libro completo respecto del tema, gracias a una beca de creación Literaria del antiguo CNCA. Creo que es una historia que se parece mucho a la de Prat, pues en ambas el protagonista es un capitán, un militar muy compenetrado con los principios del honor castrense y que en un momento determinado decide actuar sobre la base de su conciencia y sus dictados morales, en vez de operar sobre la base de su conveniencia personal, como seguramente lo haríamos el 99% de los seres humanos. Heyder era un militar que provenía de una familia conservadora de Concepción, que se hizo oficial de Ejército por vocación y que siendo jefe de inteligencia militar del Regimiento Maipo, en Valparaíso, se enfrentó abiertamente con la DINA, por los maltratos y torturas que daban a quienes estaban presos en un subterráneo del regimiento.

Heyder necesariamente sabía que ese era un enemigo con el cual no había que enfrentarse, pero su sentido del honor y su humanidad pudo más y terminó pagando con su vida, asesinado luego en Talca, donde fue trasladado unos meses después, en un operativo conjunto de la DINA con Colonia Dignidad.

¿Se parece de algún modo a la historia de Canaris?

Hay algo semejante de fondo, pero ciertamente el almirante Canaris era un hombre mucho más difícil de descifrar que Prat o que Heyder, pues mientras los dos anteriores mantuvieron siempre la misma línea de conducta, Canaris, un profesional del espionaje,  mantuvo las apariencias como funcionario de Hitler, al mando del aparato de inteligencia militar, el Abwehr, al tiempo que formaba una organización paralela y secreta, la Canaris Org, por medio de la cual conspiraba en contra de Hitler, siendo detenido después de la famosa Operación Valkiria.

Existen algunos antecedentes sobre el trato humanitario que brindó a prisioneros judíos, por ejemplo, pero al mismo tiempo, aprovechando el conocimiento que tenía de Chile y Argentina por su pasado como oficial del Dresden, montó en ambos países una gigantesca red de espionaje, cuyos detalles a fondo se conocieron el año pasado a raíz de la desclasificación de los documentos del Departamento 50.

En el libro aparecen otros personajes bastante menos heroicos también, entre ellos David A. Phillips, un enorme desconocido para todo el mundo, pero que según tú es gravitante para la historia reciente de Chile…

Y lo reafirmo. David Phillips fue un actor y periodista estadounidense que luego de la Segunda Guerra Mundial (donde combatió) se vino a Chile con su primera esposa, porque había leído que era un país muy barato, en el cual en un día podía ir desde las montañas al mar. Acá descubrió que ni lo uno ni lo otro era tan simple, y compró un diario en inglés que se imprimía en Valparaíso, cuando llamó la atención de la naciente CIA, que necesitaba alguien de sus características para infiltrar al Partido Comunista chileno.

La forma en que lo hizo, que se relata en el libro, fue magistral y muy celebrada, y eso le significó luego ser destinado al grupo que derrocó a Jacobo Arbenz, en Guatemala, donde, entre otras cosas, inventó una técnica psicológica que a fines de 1971 se implementó en Chile: los cacerolazos, que posteriormente se usarían también contra Pinochet. Usando un nombre falso, “Maurice Bishop”, se supone que estuvo en contacto con Lee Harvey Oswald y quien lo acusa de ello, el agente cubano Antonio Veciana, dice que Phillips también lo mandó a matar a Fidel Castro en 1971 en Santiago, episodio que narré en “Chile Top Secret”. Y claro, Phillips fue el jefe de la Fuerza de Tareas que la CIA creó en 1970, con el fin de evitar que Allende asumiera el poder, lo que culminó con el homicidio del general René Schneider, y en septiembre de 1973 era el jefe de la División Hemisferio Occidental de la CIA, a cargo de las operaciones en Chile, cuando se produjo el golpe de Estado. Más encima, estuvo en contacto con un oficial de Ejército a quien la CIA aparentemente apoyó durante un rato con el fin de asesinar a Allende. Creo que, claro, Phillips tiene mucho que ver con todo lo que pasó en Chile en las últimas décadas, y esta es la primera vez que se cuenta en español su historia con tanto detalle, gracias a la desclasificación de documentación sobre el crimen de JFK ordenada a fines de 2017 por Donald Trump, en la cual figuran muchísimos antecedentes sobre su figura, incluyendo su hoja de vida completa. Es un material inigualable, que arroja nuevas luces sobre la historia del Chile de la Guerra Fría y que, ojo, fue desclasificado por orden de Donald Trump.

Lea aquí un extracto del libro.

 

 

 

 

Publicidad

Tendencias