Chile día 1
Las actuaciones de David Byrne, The National y LCD Soundsystem fueron un lujoso aperitivo para el plato de fondo, que repletó el escenario principal. Pearl Jam, que para los fans sub 40 debe ser como la Nueva Ola de sus padres, solo confirmó que la energía, el aplomo y la entrega, siguen intactas.
Es cierto, el festival en su octava edición, por primera vez de tres días, mantuvo su intención de ofrecer un panorama lo más variado posible de la música popular actual, con artistas de discos recientes, alta rotación en las plataformas de streaming y que en muchos casos seguirán girando con la franquicia en sus versiones de Argentina y Brasil. Pero este día para el público tenía un sólo gran invitado: Pearl Jam. Los demás funcionaron como un lujoso aperitivo.
American Utopia se llama el disco que acaba de lanzar David Byrne este año y que vino a presentar al Parque O’Higgins y luego lo hará en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Europa. Ahora que el punk es un adjetivo usado a destajo como el aceite en un carro de sopaipillas, viene muy bien presenciar algunos destellos de Byrne en su intento por deconstruir lo que conocemos líder de un grupo ¿punk?, como lo fue la banda que lo hizo famoso Talking Heads. El escocés, a sus 65 años, ha envejecido como el ciclista disciplinado que es, sin los artificios del quirófano o el engaño de la tintura en el pelo. La pirotecnia viene en su show. Una banda cosmopolita con todos uniformados de traje gris, casi en paridad de género y la batería repartida entre varios intérpretes que llevan una de las partes colgando, como en la banda del colegio, que además ensayaron coreografías para cada tema.
Todas las Fotografías, Agencia Uno
El repertorio elegido incluyó canciones del disco nuevo como Every Day is a Miracle y cosas de Talking Heads como Blind, Burning Down The House y Once in a Lifetime, que sonó algo más lenta y el resultado quedó como un manifiesto recitado cuestionando la vida moderna.
Vinieron en el 2011 al primer Lollapalooza Chile empujados por la explosión de Boxer, el disco publicado en 2007 que los hizo famosos en el mundo, fuera de Cincinatti donde se habían formado ocho años antes. Ahora sus redobles ametrallados, y la voz de triunfador atormentado de su cantante Matt Berninger, son inconfundibles y fáciles de comparar con Joy Division, o con una versión apta para el cóctel de la empresa de Nick Cave & The Bad Seeds, Con siete discos en su historia, presentaron una colección de éxitos incluyendo su álbum más reciente Sleep Well Beast editado en 2017.
Todas las Fotografías, Agencia Uno
Todo lo que se escucha en los discos de esta banda neoyorkina parece hecho por maquinitas y computadores. El típico proyecto electrónico con fecha de caducidad en un par de veranos. Pero no, las ocho personas que logró juntar James Murphy desde 2005 tocan instrumentos reales (y maquinitas llenas de cables también) que suenan con la precisión de bases programadas o loops ingeniosos, acompañados de una bola de espejos que cuelga en el escenario. El resultado es una catarsis, un disco que sólo pudo detenerse cuando partió, adivinen, Perl Jam. Lcd Soundsystem no decepcionó a los fans y sacó los hits que le han dado fama desde 2005 hasta el que editaron el año pasado, American Dream.
No importa que hayan tocado el martes y esta haya sido la séptima vez que tocan en Chile. Igual estaba lleno de una marea humana y leal que repletó el escenario VTR y sus inmediaciones. Tal vez con un efecto comparable sólo al que provoca Iron Maiden, Morrisey o Depeche Mode. Eddie Veder y sus amigos podrían aprovecharse de la fe ciega que tiene en ellos el público chileno y presentar un espectáculo mediocre, del que nadie, salvo la prensa especializada, se quejaría. Por el contrario, el despliegue es como si fuera un debut, potente pero cálido, cercano. Al paso que va, Veder podría recitar poesía chilena o reversionar la canción más visceral de Jorge González.
Todas las Fotografías, Agencia Uno
Aunque está muy presente el peligro de cruzar la línea entre cantante de rock y candidato a secretario general de la ONU como lo ha hecho Bono, en el caso de Eddie Veder hasta el momento sólo renovó su camisa leñadora. La lista de hits sigue emocionando por igual. No solo por lo que significan para una generación que ya va a pasar los 40 y debería asumir con humildad que la última gran banda del grunge en servicio activo, es como lo que fue la Nueva Ola para sus padres , sino especialmente porque la energía, el aplomo y la entrega, siguen intactas.
