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Educar a pre escolares para disminuir la brecha de género en ciencias Educación temprana

Educar a pre escolares para disminuir la brecha de género en ciencias

En 2017 la revista Science publicó un artículo que explicaba que a los 6 años las niñas ya se sentían menos brillantes que sus compañeros en ciencias y en matemáticas, dejando ver la importancia de la educación en la primera infancia. En Chile la participación femenina en ciencias se condice con el hallazgo de Science, mostrando una baja en la participación de mujeres en esa área respecto a los hombres.


Fue un estudio en el que participaron 400 niños y niñas. Se les hicieron tres pruebas, entre ellas una en que se les pedía que identificaran como hombre o mujer a una persona muy brillante que protagonizaba una historia. A medida que avanzaban en edad, más niñas atribuían el sexo masculino al personaje, y menos niños lo hacían al femenino. Según el estudio, esa tendencia se acentúa a medida que continúa el crecimiento.

Se trata de una idea implantada que desde la más temprana infancia causa que, por ejemplo, en el último Congreso Futuro celebrado en enero, fuera todo un logro llegar a un 40% de expositoras. O que desde 1903, solo 17 mujeres han ganado un premio Nobel en física, química o medicina. O que apenas un 35% de los estudiantes universitarios de carreras ligadas a las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas del mundo, sean mujeres. Las cifras pueden seguir, pero el resultado es el mismo. Hay menos mujeres en ciencias.

En un informe de la UNESCO de 2017, la organización respalda lo publicado por la revista Science, afirmando que en la adolescencia la tendencia se exacerba. También resalta que solo el 28% de los investigadores a nivel mundial corresponde a mujeres. La principal causa para explicar este fenómeno es la cultura: se asume que ciertas áreas son más masculinas, y los niños y niñas van internalizando esa noción a medida que crecen.

«Las niñas, desde pequeñas, pueden percibir que la competitividad, por ejemplo, es una cualidad que se ve positiva en los hombres pero no tanto en las mujeres», explica la directora del Núcleo Milenio de Formación Planetaria, Amelia Bayo. También recuerda que cuando ella iba al colegio, sus profesores incentivaban la competitividad en el área deportiva de igual manera para todos los niños y niñas. «Yo creo que eso hacía que en clase no tuviéramos ningún miedo a destacar», afirma Bayo.

Los primeros años

Hace dos años un grupo de mamás notaron las falencias que había en la educación temprana y formaron la Fundación Creando Curiosos. Desde entonces han trabajado en proyectos para estimular el aprendizaje desde la experiencia y la curiosidad propia de los más pequeños. La formación de científicos no es el propósito de la organización, pero desde ahí parten sus programas.

«Creemos que es una deuda que tenemos con la primera infancia, y que puede marcar el desarrollo de una buena educación, de calidad, en los niños», dice Marcela Colombres, directora científica de la Fundación Creando Curiosos, y miembro del directorio de la Fundación Ecoscience.

El primer proyecto de la institución fue un animalario de fauna chilena. La idea era abarcar la ciencia ligándola con el arte. Para el equipo de Creando Curiosos ambas áreas tienen mucho en común porque involucran imaginación y trabajo en equipo.

La curiosidad como arma

«La idea es motivarlos a que ellos quieran inventar, crear y cuestionarse. Lo que queremos es fomentar las habilidades del siglo XXI en los niños, de la manera más temprana posible», indica Colombres. La directora científica de Creando Curiosos cree que potenciando las habilidades innatas de los niños y niñas desde la primera infancia, incentivándolos a seguir sus intereses personales, se pueden combatir los prejuicios que alejan a las niñas de la ciencia. Y Amelia Bayo concuerda con ella.

«No solo creo que podamos revertir la brecha de género aportando desde la educación temprana, sino que creo que es la única manera de hecho», afirma Bayo. «Conseguir que las niñas vean que son igual de capaces intelectualmente que los niños, y que deben elegir los desafíos intelectuales de acuerdo a sus gustos y capacidades y no a su género, es tremendamente importante», agrega.

Los adultos somos responsables

La educación es algo colaborativo de todos los agentes de la sociedad. En el informe de la UNESCO se acentúa la importancia de la actitud de los profesores hacia sus alumnos para evitar que niños y niñas se apropien del prejuicio de que las ciencias son un tema masculino. Se detalla que incluso los educadores de párvulo tienden a evaluar mejor el trabajo científico de los niños que de las niñas, aunque tengan un desempeño similar.

«Durante bastante tiempo levantamos las necesidades de las educadoras de la primera infancia, y ellas mencionaban mucho las falencias que habían en la educación temprana en ciencias. Si bien ellas reconocían todo el desarrollo cognitivo y emocional que puede generar en los niños la educación de ciencia temprana, no tenían las herramientas, no tenían la preparación», cuenta Colombres de su experiencia formando proyectos pedagógicos con los colegios. Afirma que desde las mallas curriculares de las carreras de educación se pasa por alto la formación científica de niños y niñas. La directora científica de Creando Curiosos afirma que algunas universidades ni siquiera contemplan la enseñanza científica en educación de párvulos.

Pero el colegio no es la única causa ni responsable de que las niñas se auto marginen de las ciencias. Las familias y el ambiente que proporcionen son fundamentales. «Contarle un cuento a tu hijo nunca va a perder la importancia y la valoración de lo que es para un niño acostarse con su mamá, con su papá al lado», dice Colombres.

En Creando Curiosos enfatizan la importancia de aprovechar todos los recursos posibles para incentivar la curiosidad de niños y niñas. Ven la naturaleza como elemento esencial en la educación y destacan programas como Ecología en tu Patio y Patio Vivo en escuelas vulnerables.

«Esas son maneras creativas y que no necesitan tantos recursos, podemos mejorar de manera significativa este ambiente enriquecido para los niños», afirma Colombres.

Adaptarse al niño

«Tener inclusión de las niñas en las ciencias no debería de ir en detrimento de los niños que quieran y se esfuercen por ser buenos en ciencias», afirma Bayo. La idea es que, sin importar el sexo, cada uno se pueda desenvolver en el sector que más le apasione, sin presiones sociales asociadas a lo femenino o lo masculino.

«Si un niño está encantado con los dinosaurios, probablemente para él va a ser mucho más fácil aprender la lectura a través de imágenes o primeras palabras con dinosaurios, que con otras que no le interesan. Hay que aprovechar esa curiosidad natural de los niños por un tema. Eso puede gatillar después aprender otras áreas del conocimiento», explica la directora científica de Creando Curiosos.

Colombres es enfática en que la educación científica temprana no debe entenderse como un medio para formar científicos, sino como una forma de incentivar un aprendizaje creativo que permita a cada niño y niña decidir a qué área dedicarse según sus propios intereses, en vez de prejuicios culturales.

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