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Caja negra 1977-2013: 36 años de arte colectivo en  Chile Libro editado por Patricio M. Zárate

Caja negra 1977-2013: 36 años de arte colectivo en  Chile

Es 1977 y Augusto Pinochet parece inamovible. Un grupo de estudiantes de la Universidad Católica burla la represión en un café concert en el Campus Lo Contador. De ahí nace el colectivo “Caja Negra. Artes Visuales”.


Desde 1983, Irarrázabal 2345 fue el taller y escenario de varios artistas del colectivo Caja Negra que trabajaron al margen de la institucionalidad en dictadura. Sobrevivió por más de 30 años, hasta que por motivos inmobiliarios tuvieron que desalojar el lugar.

La historia empezó en 1977 en el Café Concert Comendador. Era un espacio de entretenimiento con espectáculos para estudiantes sin ninguna afiliación partidaria. Esta fachada de entretenimiento permitía evitar la censura y persecución militar que caracterizó a la dictadura. En el libro Caja Negra 1977-2013 se habla de un apagón cultural.

«Piano Araña» de Víctor Hugo Bravo

En el Café Concert Comendador se leía a Pablo Neruda, que era literatura prohibida. También hacían manifestaciones artísticas de contingencia, como Acción de la carne, que consistía cajas de fósforos Los Andes llenas con arena y un trozo de carne cruda. Se le entregaba una a cada espectador. Los asistentes entendieron la alusión al atentado conocido como “Los dinamitados de Calama”, donde dos trabajadores fueron torturados, asesinados, y luego dinamitados para que no se pudiera encontrar sus cuerpos.

Portada  del libro «Caja Negra 1977-2013»

Los alumnos que iniciaron las actividades del café concert fueron egresando, y ahí nació el colectivo Caja negra. Artes visuales en Irarrázabal. Los shows en el Campus Lo Contador continuaron, y distintos artistas se reunían en la casa de Ñuñoa para producir y difundir arte. Se produjeron clandestinamente las revistas El Espíritu de la Época y la Serie Fin de Siglo. Se hacían producciones similares al café concert y además de los artistas permanentes, habían colaboradores que trabajaron en distintas medida con Caja Negra.

«Casa Cartel» de Andrés Durán

El colectivo sobrevivió a la dictadura con todas las barreras que ésta le impuso pero, como explica Víctor Hugo Bravo, artista de Caja Negra y revisor de la etapa final del libro, “hoy el enemigo público aparece mucho más difuso, más complejo y a la vez seductor”. Es necesario estar alerta a la contingencia y alineado a los actuales procesos del arte contemporáneo. En dictadura era claro contra quién se hacía resistencia. En 2013 se sumó un enemigo difuso más: las inmobiliarias.

Contar la historia

Después de siete años desde la investigación inicial, “Caja Negra: 1977-2013” está publicado. Patricio M. Zárate, editor general del libro, explica que esta obra es especial porque “por primera vez en nuestro ámbito, una orgánica de carácter informal, no circunscrita a ninguna organización de carácter institucional, completamente independiente y autónoma, es capaz de construir su propio relato”. Así se demuestra que es posible fundar la historia desde abajo, sin privilegios ni influencias, lo que marca un antes y un después en la investigación histórica de artes visuales en Chile.

«Autorretrato Shores» de Klaudia Kemper

Los artistas incluidos en esta edición cumplieron con criterios de permanencia y continuidad en Caja Negra, y qla realización de una obra consolidada, un referente sobre las nociones y conceptos con que habitualmente trabajan la visualidad los integrantes del colectivo. Además se consideró aquellos artistas que sin tener permanencia en el lugar, han participado de forma ocasional o permanente en sus curatorías y exposiciones. Es una muestra del influjo constante de la agrupación en el medio artístico, utilizando frecuentemente como forma de intercambio, la colaboración y el trueque, otras de la variables que hacen de este espacio artístico un lugar singular, una anomalía.

Para Bravo, Caja Negra es “una biosfera social, un objeto colectivo ausente que logra replantearse desde las ideas”. En otras palabras, era y es un espacio donde se da lugar a la polifonía de formas desde la colectividad, la independencia y la autogestión. Sostenía formatos de funcionamiento específicos y contextuales a un periodo puntual, pero que a su vez son transversales a cada época. Es un espacio democrático cuya autonomía se asentó siempre en una economía crítica apartada de toda temporalidad del sistema.

«Resident Evil» de Javier Rodríguez

Caja Negra. Artes visuales es un caso único que muestra una evolución en el arte chileno. El libro que lo relata no es una compilación de artistas de antaño, sino una historia de parte de la cultura de nuestro país que llega hasta nuestros días. Incluso tiene una versión pedagógica. “Es un instrumento para su aplicación en el aula, una ayuda para los profesores de artes visuales”, explica M. Zárate.

Esta versión busca generar empatía y saciar la necesidad de sacar el arte del reducto de los privilegios, para hacerlo más cercano a las personas.

A la fecha, Caja Negra se ha centrado en la investigación en el campo de las artes visuales, haciendo proyectos curatoriales y expositivos dentro y fuera del país.

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