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Obra «Estado Vegetal» y la involución humana Opinión

Obra «Estado Vegetal» y la involución humana

En el montaje el reino vegetal está interviniendo en la vida de la especie humana, pues todo indica que poseen inteligencia, sensibilidad y memoria. La destacada actuación de Marcela Salinas convierte el monólogo en un coro de 6 personajes que giran en torno a las dos historias, aportando la raíz del tema, sucesos secundarios e informaciones anexas, todas las cuales arman un tronco o corren el riesgo en cualquier momento de irse por las ramas premeditadamente.


Una de las razones por la cual la obra Estado Vegetal ha sido catalogada como la puesta en escena más interesante y lograda de este año, reside en que nos lleva a sentir y reflexionar nuestra situación humana frente al reino vegetal.

En el monólogo  escrito por Manuela Infante y la actriz Marcela Salinas, hay dos historias: la de un joven bombero llamado Manuel, muerto al chocar su moto contra  un árbol y la de una  anciana que se entierra hasta las piernas en la sala de su casa, siguiendo las supuestas instrucciones dadas por sus plantas de interior.

En ambas circunstancias el reino vegetal está interviniendo en la vida de la especie humana, pues todo indica que poseen inteligencia, sensibilidad y memoria. La destacada actuación de Marcela Salinas convierte el monólogo en un coro de 6 personajes que giran en torno a las dos historias, aportando la raíz del tema, sucesos secundarios e informaciones anexas, todas las cuales arman un tronco o corren el riesgo en cualquier momento de irse por las ramas premeditadamente.

La obra para nada está intentando un discurso ecologista, es más bien un desafío al entendimiento humano respecto al tipo de vida que habría en el reino vegetal. Si se acepta que éste posee las cualidades arriba descritas, deberemos relacionarnos con un universo consciente de sí mismo.

El arte dialoga con la ciencia en este caso, pues Estado Vegetal adscribe a las nuevas teorías y hallazgos liderados por el neurobiólogo de la Universidad de Florencia Stefano Mancuso, quien asevera, tras años de investigación que el mundo de plantas, flores , frutos y flores posee rasgos muy similares al del reino animal.

Hay en la vegetación resolución de problemas, comunicación de índole química ante los peligros, percepción ante los cambios del ambiente y colaboración, también detección  de sonidos, además de una memoria superior a la de muchos insectos.

Estado Vegetal propone entonces dos escenarios posibles, una utopía en la cual nuestra especie busca una posible relación sana con lo vegetal, mientras en el anverso existiría una pesadilla, pues las plantas desearían combatir a la humanidad por ser invasores.

Para la primera visión bastaría revisar la obra de Tolkien, pionero ecologista,  en la cual los árboles son sus personajes favoritos. Ahí están sus Ents, pastores de los bosques, también Telperion y Laurelin, macizos fuentes de luz en las tierras de Valinor.  En el Sillmarilion Tolkien explica que de todas las joyas creadas deben preservarse sólo los árboles, pues son “lentos en crecer, rápidos en la caída, y a menos que paguen tributo del fruto en las ramas, apenas llorados en su tránsito… ¡Quisiera que los árboles pudieran hablar en nombre de todas las cosas que tienen raíz y castigar a quien les hiciese daño!… «, se afirma.

Sin embargo, en Estado Vegetal se propone también cómo el reino vegetal lleva siglos de siglos manteniendo la distancia con nosotros. El bombero ecologista de la obra queda paralítico tras chocar su moto contra un árbol que “sospechosamente” creció demasiado hacia la calle.

La integración anhelada por el ecologista no creo sea posible, nos sería más realista el segundo escenario, partiendo de la base que somos un virus y según la cuarta teoría explicada por Max Scheler, en su obra La idea del Hombre y la Historia.

Scheler revela las cinco ideas más fuertes que intentan explicar a la humanidad. La primera expone que somos seres creados por Dios,  en la segunda  seríamos un homo sapiens (Convención de los griegos),  para la tercera idea florecimos como un ser viviente más, pero especialmente desarrollado (Naturalismo) y en la quinta está el súper hombre nietzscheano.

Sin embargo, para la cuarta idea, somos una involución, una especie en la cual el gen de la decadencia está enquistado desde el inicio y ello nos sacó para siempre de la naturaleza.

Según la teoría, esta declinación se produjo cuando la humanidad desertó de la vida,  de las leyes que rigen a ésta. La humanidad sería una especie animal enferma de algo llamado espíritu, la casta es narcisista y se exalta a sí misma.

Así, nuestra  cultura, el lenguaje, la ética, la moral, el pensamiento, la tecnología y todo lo demás son sólo ortopedia frente a las auténticas funciones de la vida, ya perdidas. Esa derrota generó una especie frustrada y violenta.

Al anular estos  fundamentos vitales, creamos una razón, la cual sería una enfermedad y no un logro. La especie piensa para ser más animal que cualquier animal y no para encumbrarse virtuosamente. La humanidad es en sí mismo pecado y caída.

Para Scheler esta teoría tan dura es falsa, aunque posea ciertos fundamentos y padrinos en pensadores como Schopenhauer y la barra brava de Laferrere de la Primera C Argentina.

La salida definitiva y sin retorno de los humanos de la naturaleza, se proyecta hacia su pronta manipulación semi divina del entorno. La humanidad desertó de las leyes de la vida en sus inicios y en este momento de su involución, tiene al alcance la posibilidad de redactar las suyas, usando el lápiz de la genética. Se avizora al primer humano clonado.

La obra Estado Vegetal estará presente en Teatro a Mil durante enero, se recomienda ir a verla con la cuota de realismo de que, en el mejor de los casos, podremos establecer con el reino vegetal sólo unas relaciones diplomáticas y ya sabemos que todo embajador es un buen hombre enviado a mentir en nombre de su país.

Estado Vegetal

En Centro Gam

Hasta el 16 diciembre, funciones a las 20:30 horas.

Esta obra será parte de la programación de Santiago a Mil.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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