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Libro «Solidaridad, Política y economía para el Chile postransición» La crítica de libros de actualidad de Gonzalo Rojas Sánchez

Libro «Solidaridad, Política y economía para el Chile postransición»

La cuestión es de capital importancia para una mejor relación entre socialcristianos y conservadores (entre solidarios y gremialistas, si usted quiere) porque colabora seriamente al diálogo sobre ambos principios y los modos de llevarlos a la práctica política.


Por fin. Sí, por fin contamos con un  gran texto sobre Solidaridad, tal como se han venido produciendo notables trabajos sobre Subsidiariedad, ya comentados en este espacio.

La cuestión es de capital importancia para una mejor relación entre socialcristianos y conservadores (entre solidarios y gremialistas, si usted quiere) porque colabora seriamente al diálogo sobre ambos principios y los modos de llevarlos a la práctica política.

Al respecto, las aportaciones en este volumen de los profesores Claudio Alvarado, Gonzalo Letelier, Álvaro Pezoa y Ricardo  Irarrázabal  -junto a las de otros autores ya más conocidos-   refrescan el debate y  facilitan la articulación entre aquellas dos fuerzas, la que será tan necesaria a corto plazo.

Por supuesto, un a vez más, algunos de los autores   -Eduardo Fuentes y Cristóbal Ruiz Tagle en concreto-  caen en la liviandad de citar a Jaime Guzmán sin la precaución elemental de conocer la integridad de su pensamiento. Ninguna solidaridad han manifestado en este caso. Es justamente la manera de retroceder en todas las buenas aproximaciones que se vienen logrando y que en la mayoría de los otros textos están expresadas amablemente.

Queda pendiente, eso sí, una cuestión insinuada por los editores mediante una referencia al ex alcalde De la Maza y consignada después en varios de los artículos del libro: la posibilidad de que el Estado sea solidario.

Las referencias hechas a esta materia en el libro no terminan de aclarar el punto. Siempre nos hemos inclinado por la precisión en esta cuestión, sosteniendo que al Estado le corresponde promover la solidaridad, para que aquella se expanda entre los ciudadanos y los cuerpos intermedios, pero que en virtud de su radical desigualdad con personas y gremios, no puede  actuar directamente la solidaridad, en virtud de su calidad de sociedad perfecta poseedora de una posición de superioridad incomunicable. La solidaridad implica algún modo de paridad que no es predicable del Estado.

O dicho en sencillo: cuando el Estado fomenta la solidaridad es subsidiario y vice versa; cuando actúa directamente sin respetar la subsidiariedad y en virtud de una supuesta solidaridad, no es solidario, es socialista. Y se degrada como Estado.

Antonio Correa y Cristián Stewart (editores), Solidaridad, Política y economía para el Chile postransición, Construye Sociedad e Ideapaís, Santiago, 2017, 168 páginas.

Gonzalo Rojas Sánchez. Profesor Universitario

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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