Gritar fuerte con “La voz de los creadores”

En agosto de este año, la Unión Nacional de Artistas, asociación gremial de la que soy parte, realizó el III Encuentro Nacional de Artistas. En cierto sentido, lo hicimos contra la corriente, en una atmósfera donde campea el individualismo, reticente a la asociatividad; un ambiente donde hay candidatos que demuestran falta de interés en el arte y la cultura, o que declaran que “la educación es un bien de consumo” en una sociedad autorregulada por el mercado.

Desde la comunidad artística, que es marginada e imaginada, pero también imaginativa, hemos querido intervenir, con el rango de representatividad que tiene la UNA. No podíamos quedarnos en silencio en un año de elecciones cuando, se supone, el programa del próximo gobierno debería contemplar algunas medidas específicas -al menos una visión- respecto del arte y la cultura.

Este año se debe renovar la Política Nacional de Cultura 2017-2022. Es decir, como lo planteó la convocatoria de la Unión Nacional de Artistas, se trata de estar presentes en los diversos procesos de construcción del marco que orientará la agenda legislativa y los ejes programáticos del sector cultural.

¿Qué se dirá de la educación artística en los colegios, del arte en la formación integral en las universidades? ¿Cómo se imagina el Canal Cultural y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio? ¿Habrá voluntad para revisar y mejorar las normas sobre derechos de autor? Otras preguntas y respuestas surgen desde el ámbito cultural.

Así nace “La voz de los creadores: Propuestas de los artistas chilenos para las futuras políticas culturales públicas”, una recopilación de las ideas expuestas por los asistentes al III Encuentro Nacional de Artistas, en relación a cinco temas centrales: Talentos y vocación; Arte para todos; Derechos de los artistas; Políticas de financiamiento del arte y audiencias.

Tenemos historia y tenemos sueños, nostalgias y utopías; y enfrentamos un presente donde el aporte de las obras, el trabajo, las reflexiones y también las subjetividades de los artistas e intelectuales deben ser contempladas pensando Chile con un lenguaje distinto al que impone la mediocridad ambiente.

En la política tradicional, cuando se quiere ningunear un discurso o una persona –separar lo fundamental de lo accesorio- se dice “lo demás es poesía” o “… es música”. O sea, lo prescindible. En otras palabras, se confunde la demagogia con las reivindicaciones “soñadoras” basadas en principios éticos y estéticos (como podría serlo el ideal de una sociedad en democratización ininterrumpida). ¡Y resulta que nuestro asunto es la poesía y la música, los sueños y la belleza, la palabra y la imagen, la ilusión y el desencanto, la memoria y la utopía!