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Mucho más que Violeta: la subestimación de la música chilena en el plan educativo actual Las horas pedagógicas dedicadas al área no son más de 20

Mucho más que Violeta: la subestimación de la música chilena en el plan educativo actual

En Chile la enseñanza escolar de la música se remonta a inicios de la organización republicana. Más tarde, inició la implementación de una importante reforma al sistema educativo nacional en la que se abordó cambios que abarcaban desde la formación de profesores hasta el replanteamiento total del currículo. Tras ello, este tipo de arte se logró instaurar como una arista a considerar en la planificación escolar, sin embargo, la efectividad del método y la falta de identidad, son aspectos que aún se cuestionan. 


En la actual malla educativa, diseñada por el Ministerio de Educación (Mineduc), el primer acercamiento con la música tradicional chilena se da en segundo año básico, a través de la familiarización de los estudiantes con la cultura musical de los pueblos originarios lo que, como se detalla en el documento, busca ser un aporte trascendental en el imaginario sonoro de los alumnos.

Asimismo, en tercer año, se destinan sólo 19 horas pedagógicas (45 minutos) a lo que se denomina “énfasis en la tradición folclórica de Chile y otros países”, con el objetivo de generar sentido de pertenencia e identidad. En tal apartado, que corresponde a una recomendación de contenidos por parte de la entidad gubernamental, se ejemplifica con sólo dos exponentes de la música chilena: Violeta Parra y Los Jaivas.

Por otra parte, los alumnos de entre 11 y 12 años se enfrentan nuevamente con la tradición en la primera unidad, planteada en 14 horas pedagógicas, a través de las que se pretende que los estudiantes conozcan y participen en manifestaciones musicales chilenas, incorporando diversos métodos de expresión.

La profundización

Frente a esto, el profesor de Educación Musical de la Universidad de Concepción, Gonzalo Pavez, explica que los planes educativos se encuentran en constante cambio, sin embargo, al hablar sobre la música chilena y sus exponentes, el escenario es complejo. “Si hablamos directamente de la presencia de la música chilena, podría decir que es poca y no existe una gran profundización, pues se repite lo mismo de siempre, canciones de Víctor Jara o Violeta Parra, que vendría a ser algo de nuestra tradición pero a través de los mismos personajes. Por ende, no hay un estudio amplio que permita profundizar en las raíces, menos en la identidad”.

Pavez, quien se desempaña como docente hace casi diez años, comenta que, desde su punto de vista, el tiempo dedicado a la enseñanza de las artes musicales en los diferentes niveles, no es suficiente. “Tenemos dos horas pedagógicas que corresponden a 90 minutos a la semana y la verdad es que deberían ser más, por lo menos un par más, pues el ámbito artístico no es muy bien valorado en todos los colegios, por lo tanto no se le da el énfasis necesario al aprendizaje total de la música”.

Ante esto, agrega: “Existen varios aspectos que se deberían profundizar, que escapan de una hoja y un papel, pues se debe incentivar la creación, la expresión, mostrar sentimientos y en el sistema que hay actualmente esos espacios son muy reducidos, por lo que no existe una verdadera conexión con nuestras tradiciones”.

Dentro de la misma línea, Diego Muñoz, docente titulado de la Universidad Alberto Hurtado, destaca la libertad que el programa otorga a quienes dictan las clases, pues da cabida a la investigación personal en cuanto a las raíces del folclore. A pesar de esto, puntualiza en que la variedad de compositores y exponentes mencionados, no salen de lo que frecuentemente se habla y conoce.

“El repertorio  que facilita el Mineduc es una sugerencia y como profesor, puedes tomarlo o no. Obviamente tus elecciones tienen todo un contexto histórico, es decir, las bases de la música tradicional chilena están en las investigaciones que realizó Violeta Parra y que Víctor Jara profundizó, quizás con menos fuerza. A partir de ello, inicia el tema de las tradiciones y la identidad, para incluir otro repertorio como por ejemplo, el de la cueca popular”, dijo Muñoz.

La importancia del aprendizaje

Desde otra perspectiva, el director del Instituto Artístico de Estudios Secundarios de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile (Isuch), Jorge Morán, expresa que a nivel general y para toda utilidad, el foco de la educación debe estar en el aprendizaje del estudiante, vale decir, la enseñanza debe estar al servicio de quien aprende y no al revés.

Al mismo tiempo, señala que no todos los alumnos responden a un mismo proceso cognitivo. “Esto significa que existen diferentes estilos de aprendizajes, los que deben ser cautelados por quien enseña y apuntar a dicho objetivo”.

Morán, quien también se dedica a la investigación académica, aclara que en muchas ocasiones “como docentes nos gustaría tener más horas para nuestras asignaturas, sin embargo, es un currículum nacional y con tal enfoque, es un programa diseñado para plantear el alcance de ciertos pisos, para más tarde poder proyectarse de acuerdo a la finalidad de cada escuela y eso posee una importante flexibilidad que debe saber aprovecharse por el profesor, en este caso, de música”.

“La educación artística es considerada desde la etapa del párvulo, por lo que creo no se trata de cantidad de horas, sino que de aquello que se hace en esos espacios que están definidos. Esto, siempre debe ser significativo para el estudiante, debe considerar el contexto y la realidad en que se vive, no es para todos una meta «pasar el programa», porque si lo vemos así, todo será más información, más datos y menos desarrollo”, continuó el director del Isuch.

La valoración de la música

Jorge es uno de los autores del libro “Reconstruyendo la mirada: investigación en educación artística en la Universidad de Chile”, de la misma entidad, el que busca revelar el rol de la educación artística en distintos niveles formativos, contextos sociales y culturas, con una mirada interdisciplinaria de las artes.

Respecto a la valoración de la música chilena en la extensión del programa ideado por el Mineduc, Morán es crítico con el concepto que actualmente se maneja de esta expresión cultural: “Muchas veces se centra el problema en los repertorios y yo creo que la educación musical, en primer lugar, es para todos y en segundo lugar, no se debería distinguir entre tipos de música. Hoy estamos globalizados, tenemos sonidos en todo el mundo y eso implica que en realidad nosotros debiéramos darles ese valor, yo creo que los programas no son los encargados de tal acción”.

Según el académico, la apreciación por la música, tanto chilena como extranjera, no puede estar sujeta a un programa educacional, sino que el valor de lo que se está escuchando debe nacer del profesor, la escuela, la familia y el entorno. “Creo que en el ámbito educativo debe ser todo más amplio y procurar enseñar, dejar de repetir e imitar”.

“Creo que el currículum tiene que ser lo más abierto posible y tiene que dar la posibilidad de que todos esos procedimientos se utilicen, en la medida que se enseñen, en la medida que haya aprendizaje de ello, va a ver mayores posibilidades de valorar diferentes tipos de música, sobre todo la chilena”, agregó.

El rol de Violeta

Al ser consultado por la reducida cantidad de compositores que figuran en el currículo y cómo en éstos se destaca la figura y obra de Violeta Parra, Jorge Morán, plantea que a su parecer, se debe trabajar en ciertos aspectos que son parte de lo que se considera como parte de la idiosincrasia chilena. “Nosotros imitamos con mucha facilidad y si hubo alguien que dijo que Violeta Parra era importante y que es «la» destacada compositora a nivel nacional, puede que así sea. Yo no voy a entrar en discusiones y no voy a poner eso en conflicto, sino más bien me pregunto: ¿Por qué es tan importante?”

Morán, no le resta valor a la obra de la compositora, sin embargo, cree que su aporte corresponde al mundo de la literatura y no al musical. “Es una figura que debemos destacar, pero otra cosa es que estemos constantemente repitiendo ese pequeño repertorio, porque su trabajo es más amplio que las dos o tres canciones que se conocen. La riqueza de la poesía en “Gracias a la vida”, todo lo que se dice en pocas palabras y que como auditor puedes profundizarlo a través de la imaginación, es tremenda. Fíjate que, actualmente, todos estamos haciendo algo por Violeta Parra y la verdad, el valor está en sus textos”.

Finalmente, Jorge, apunta a lo que aún queda por trabajar e indica: “Hay que dejar de pensar que la música está exclusivamente hecha para la escena y para el show. Cuando uno piensa, ¿qué hacemos en la clase de música?”, la respuesta es preparar la actuación de un grupo muy pequeño de estudiantes para que se presente en el próximo acto y no hacemos vivir, que los chicos experimenten. Falta la motivación de enseñar ciertas cosas de la música que no necesariamente terminen representadas en algo específico”.

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