Francisca Alegría recientemente fue destacada como una de las mejores 10 nuevas promesas nacionales por la revista Variety
Estuvo trabajando escenas de su próximo largometraje y contó con ayuda de la estrella de Hollywood gracias al premio que obtuvo en el certamen en febrero pasado. «Fue un guía importante también. Me ayudó a integrar la crítica medioambiental de forma más orgánica. Llegó también en momentos precisos al set. En pocos minutos detectó potenciales errores y me ayudó a sacar la escena como yo la quería, siempre respetando mi visión», comenta.
Una experiencia de aprendizaje vivió en Estados Unidos la directora Francisca Alegría, una de las 10 promesas del cine chileno según publicó recientemente la revista Variety.
La artista ganó en febrero de este año en el prestigioso festival de Sundance con su cortometraje «Y todo el cielo cupo en el ojo de la vaca muerta», lo que le permitió tener una estadía en el instituto homónimo creado por Robert Redford, con sede en Park City, en el estado norteamericano de Utah.
«Estar en el Sundance Lab fue como tomar consciencia dentro de un sueño y vivirlo lúcidamente. Es una oportunidad increíble para cualquier cineasta que esté en los comienzos de su carrera», comenta Alegría.
La estadía consistió pasar un mes «en unas montañas magníficas, donde tuve absoluta libertad para explorar el lenguaje que busco como artista».
«Vivía en una casa de montaña con dos de los fellows (directores). El objetivo del Lab es grabar cinco escenas del largometraje que estamos desarrollando, por lo que la rutina se dividía en: un día de ensayo con los actores, un día de rodaje y un día de edición, todo back-to-back. Es decir, una rutina intensa donde no hay tiempo para detenerse ni para buscar la perfección. Todo se basa en la importancia del proceso, por sobre el resultado», cuenta.
Durante todo ese tiempo, Alegría fue asistida por una gran variedad de expertos -directores, actores, directores de fotografía, editores, etc-, entre quienes destaca al cineasta húngaro Gyula Gazdag.
Además la asistió el mismímo Robert Redford.
«Fue un guía importante también. Me ayudó a integrar la crítica medioambiental de forma más orgánica. Llegó también en momentos precisos al set, ¡por suerte! En pocos minutos detectó potenciales errores y me ayudó a sacar la escena como yo la quería, siempre respetando mi visión», comenta.
«Tuve muchísimos otros advisors que elevaron mi trabajo, la lista es muy larga para mencionarlos a todos, pero entre ellos están Stephen Goldblatt, Keith Gordon, Joan Tewkesbury, Pam Grier, Robert Elswit y Octavia Spencer».
Actualmente Alegría se encuentra desarrollando dos películas, entre ellos su primer largometraje, que desarrolló en el Sundance Lab, “La Vaca que Cantó una Canción Sobre el Futuro”. Será la primera de una trilogía y será producida por Augusto Matte y Bruno Bettati (Jirafa).
Además está desarrollando una segunda película, co-escrita por Elizabeth Rose, que sucederá en el estado norteamericano de Nuevo Mexico, sobre una mujer que se pierde en un mundo paralelo dentro de un shopping mall.
«Mi gran referente es Luis Buñuel. No puedo sacármelo de encima. Sus películas y su visión de lo que el arte debe hacer han dictado muchas de mis decisiones. Tarkovsky y Bergman son otros dos directores cuya obra resuena con lo que busco como cineasta», expresa al ser consultada sobre sus influencias.
«Lo que admiro en ellos es su capacidad de traducir ideas -–preguntas— filosóficas complejas en un plano o una escena. Maya Deren es una de mis grandes influencias también. Es una lástima que aún no se le otorgue el merecido reconocimiento a su trabajo, fuera del ámbito académico. Dejen fue una revolucionaria de la imagen. Sus películas abrieron —y me abrieron— la posibilidad de expandir y contraer el tiempo-espacio a través del lenguaje cinematográfico».
