Publicidad
El volantín: una expresión cultural en Latinoamérica La tradición de la artesanía en papel

El volantín: una expresión cultural en Latinoamérica

Los primeros volantines en Chile tienen su registro a mediados del siglo XVII, costumbre que poco a poco sumó adeptos y al mismo tiempo, detractores. Esto, debido a los daños que en ese entonces, los cometas, producían en los tejados coloniales. A pesar de ello, el encumbrar volantines, se logró establecer como un juego típico chileno, que con los años evolucionó a las ya conocidas competencias. Asimismo, la tradición del oficio del volantinero y la valoración de su creación, se plasman como una expresión cultural y como un elemento indiscutible del patrimonio.


Durante el período colonial, los volantines hicieron su primera aparición, específicamente, a mediados del siglo XVII, apropiándose rápidamente de la escena cultural del país, la que sin titubear realizó el primer aporte a esta costumbre a través del “carrete”, ideado por el chileno Guillermo Prado y que se integró a la tradición de manera transversal e internacional.

Este elemento de entretención se posicionó poco a poco como uno de los juegos típicos más practicados por la comunidad tanto en niños como en adultos. Sin embargo, actualmente, dicha actividad ha decaído en popularidad, gracias a la pérdida de espacios debido al rápido crecimiento demográfico de las diferentes ciudades y la irrupción de la tecnología y con ella, una cantidad desmedida de contenidos interactivos y quizás, más interesantes.

Dentro de este contexto y con el objetivo de rescatar el popular oficio del volantinero, el pasado 7 de septiembre se inauguró la exposición “Gráfica Aérea”, abierta hasta el 29 de este mes, proyecto de rescate patrimonial mediante las artes gráficas con la idea de reposicionar una práctica tradicional a través de la confección de volantines de autor, para que así tal conocimiento perdure y se difunda a las nuevas generaciones.

Exposición “Gráfica Aérea”

A pesar de su escasez, aún existen personas que se dedican a la elaboración de volantines, quienes buscan de alguna u otra forma, actualizar un oficio que podría quedar obsoleto. Boris Prado es un artesano volantinero que se desempeña en dicho rubro hace cerca de 35 años, debido a la influencia de su abuelo, el popular volantinero, Guillermo Prado.

“Desde que tenía 4 años, más o menos, estuve con mi abuelo y esa fue la primera motivación. Fui aprendiendo todo lo que tenía relación con los volantines y su confección, más tarde, cerca de los 20 años, empecé a trabajar en el área del volantín artístico y la confección de obras con papel”, dijo Boris Prado.

Exposición “Gráfica Aérea”

Asimismo, relata que durante su niñez, el juego del volantín era una de las entretenciones más populares y de fácil acceso, pues en aquella época los costos eran otros y no existían otras distracciones, lo que permitió que él y su familia pudieran vivir de este oficio. “Era una entretención que nosotros teníamos, era parte de nuestro día a día. Cuando se organizaban competencias, todo era más potente, logramos vivir del tema de los volantines por un período de seis años”.

Por otro lado, comenta sobre la ineludible decaída que hoy enfrenta el oficio, en términos valorativos y comerciales, a pesar de la existencia de ciertos clubes como el Volantines Club Delfines de Cerro Navia. “Todavía hay clubes pero no es como antes. Creo que es un problema social, ya que primero se ubica el tema de los espacios públicos, ya que su presencia no es la misma de antes, debido al rápido crecimiento de Santiago en términos demográficos”.

“Segundo, está el factor de los nuevos avances y con ello, entretenciones que han opacado al volantín y finalmente, el ingreso de cometas chinos, que son plásticos pero que tienen mayor durabilidad, no requieren de un gran trabajo para ser elevados y la gente prefiere cosas más prácticas y sencillas de alcanzar”, puntualizó.

La tradición en Argentina

Melisa Meconi es profesora de Artes Visuales y reside en Chile hace aproximadamente cinco años. Se dedica al grabado y a la intervención de murales, además, es integrante activa del colectivo artístico CAUSA.

Meconi, participa de la exposición “Gráfica Aérea”, que tendrá lugar en el Centro Cultural Montecarlo de Providencia y que al mismo tiempo, busca ser un proyecto de rescate patrimonial. La argentina explica que la instancia llamó su atención desde un principio, pues le recordó momentos de su infancia. También, rescató el oficio del volantinero: “De alguna forma, es una metáfora para llegar alto y dominar el elemento del aire. Son creadores de pájaros de papel que desafían el viento con colores y aerodinámica”.

La también artista visual, narra que desde su punto de vista, el arte del volantín no está en decadencia. “Como la mayoría de los deportes siempre hay gente que los practica. Creo que es parte de nuestro legado enseñar a las nuevas generaciones cómo confeccionarlos y compartir con ellos la tarea de remontarlos”.

Melisa, señala que al igual que en Chile, en Argentina el volantín o “barrilete”, es parte de la tradición cultural. “Es común verlos en Buenos Aires. Los fines de semana y con más frecuencia en el verano y en las fechas patrias en mayo, por lo general en plazas, parques y en la costa del río plata, es un momento de reunión familiar”. Sin embargo, en el país trasandino, no existe la técnica del “hilo curado”, simplemente gana el que esté más alto y cuente con el mejor diseño.

El producto actual

Boris Prado, uno de los pocos artesanos volantineros en Chile, detalla que el proceso de elaboración de un volantín básico puede durar desde 15 minutos hasta media hora, mientras que la confección de un volantín con diseño podría tardar hasta una hora. “No es llegar y hacer un volantín, se debe cortar el papel acorde a las medidas, si se requiere un diseño éste debe ser simétrico, la elección de los maderos es fundamental pues otorgan resistencia y elasticidad, lo que se debe equilibrar para que se mantenga en el aire”.

Respecto a los cometas que hoy se logran encontrar en el comercio, enfatiza en que no están elaborados de buena forma, pues los papeles no poseen un diseño original y los maderos son prefabricados. “No existe un trabajo minucioso como el de antes”.

Finalmente, Prado, señala que su interés en la difusión del oficio se debe a un tema netamente personal. “Es el compromiso de dar a conocer una entretención sana, simple y sencilla que al mismo tiempo es integral, pues reúne diversos beneficios. Sigo esta tradición porque es algo que se me entregó y porque creo que no se debiera perder. Está tan dentro de los chilenos que no tiene porqué transformarse en tan sólo un recuerdo”.

Publicidad

Tendencias