Publicidad
Libro «La memoria portaliana» de Gonzalo Arenas Libros de actualidad en la crítica de Gonzalo Rojas Sánchez

Libro «La memoria portaliana» de Gonzalo Arenas

Portales no es un invento de la historiografía así llamada, «conservadora». Si alguien “inventó” a Portales, fueron quienes ensalzándolo o denostándolo le reconocieron su grandeza para bien o para mal, desde el mismo momento de su muerte y hasta un cuarto de siglo después. Algunas claves de una construcción parecida habían sido insinuadas ya por William Sater en su obra sobre la imagen heroica de Arturo Prat, libro curiosamente ausente de la bibliografía utilizada por Arenas.


Allende y Pinochet, Jaime Guzmán y Gladys Marín, todos y cada uno con sus historias personales, y con las historias que sobre ellos se han escrito; y también, nos preguntamos después de la lectura del excelente libro de Arenas, ¿con su “lugar de memoria” y con su “fenómeno de memoria”?

Porque lo que el autor ha hecho con Portales, colocándolo bajo escrutinio de quienes vivieron inmediatamente después del ministro asesinado   -en los tres períodos que Arenas analiza:1837-1844, 1844-1855 y 1855-1861-    nos interpela directamente a nosotros: ¿sabemos leer las vidas políticas de Allende y de Pinochet, de Guzmán y de Marín, desde las categorías de “lugar de memoria” y de “fenómeno de memoria” que Arenas utiliza magníficamente para mostrarnos a Portales?

Uno de los objetivos más poderosos del libro, plenamente logrado, es desvirtuar la idea que media docena de historiadores han formulado respecto de Portales, en el sentido de que la consideración que desde hace cien años tenemos por él es la misma que se dispensa a un mito. Arenas logra mostrar que ni Encina, ni Edwards, ni Eyzaguirre, ni Góngora han elaborado un mito, sino que las fuentes de los tres periodos mencionados -entre 1837 y 1861-  entregan suficiente información como para afirmar con certeza que de inmediato Portales fue configurado como un “lugar de memoria” y después como un auténtico “fenómeno de memoria”.

 

Por lo tanto, Portales no es un invento de la historiografía así llamada, «conservadora». Si alguien “inventó” a Portales, fueron quienes ensalzándolo o denostándolo le reconocieron su grandeza para bien o para mal, desde el mismo momento de su muerte y hasta un cuarto de siglo después. Algunas claves de una construcción parecida habían sido insinuadas ya por William Sater en su obra sobre la imagen heroica de Arturo Prat, libro curiosamente ausente de la bibliografía utilizada por Arenas.

Cabe entonces trabajar sobre Allende y sobre Pinochet, sobre Guzmán y sobre Marín, también desde esta perspectiva.

Resulta muy fácil hacerlo con el presidente socialista, primero porque han pasado ya casi 43 años desde su muerte y segundo, porque el “ ugar» de su “ emoria» ha sido intensamente construido por quienes se disputan la construcción de su historia.

También hay suficiente elaboración respecto de la “memoria” de Guzmán, en plena actualización cada vez que se tiene alguna noticia sobre los culpables de su crimen. En el caso de Pinochet, a pesar de que sólo han pasado casi 11 años desde su muerte, buena parte del “lugar de memoria” se construyo durante su vida. Menos material podrá encontrarse seguramente sobre Marín, pero ya hay apasionadas construcciones de “memoria” sobre ella.

A Gonzalo Arenas no le corresponderá quizás darle curso a ninguna de esas investigaciones. Tal vez haya que esperar incluso más tiempo para iniciar alguna de ellas. Pero no cabe duda que el autor de “La memoria portaliana” ha aportado una notable vertiente para los estudios biográficos en Chile.

Gonzalo Arenas, La memoria portaliana, Historia chilena, Santiago, 2017, 181 páginas.

Gonzalo Rojas Sánchez. Profesor Universitario.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias