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Musicólogo David Toop: El secreto origen de los sonidos Académico en la London Musicians’ Collective

Musicólogo David Toop: El secreto origen de los sonidos

El musicólogo e intérprete inglés David Toop se presentó los días miércoles 28 y viernes 30 de junio en Buenos Aires, ante una concurrencia que impresionó hasta a los organizadores. Sus libros publicados por la editorial trasandina Caja Negra son ejemplos estimulantes del origen de lo fantasmal y la creación de ambientes en la música contemporánea.


Lo primero que hizo David Toop fue sacarse los zapatos. Comenzó a pasearse por una sala repleta de instrumentos musicales, dispositivos de audio, recipientes y papeles de distinto tipo. En una antigua fábrica restaurada, en el barrio del Abasto en Buenos Aires, la gente se mostraba curiosa, en semicírculo, observando cómo Toop iba objeto por objeto recogiéndolo del suelo, amplificando audífonos en cajitas, encendiendo vibradores dentro de tubos que parecían flautas. De a poco el lugar se fue poblando de una serie de resonancias, ruidos de pájaros, voces de personas, afinaciones de guitarra, microampliaciones de bolas de papel arrugado que lentamente se abrían, todo dirigido por los gestos de este único ser orgánico –de carne y hueso- en el escenario.

Ezequiel Fanego, editor de Caja Negra y de los trabajos de Toop, llegó a titular el fenómeno como “Toopmanía”. Una larga fila de personas se extendía desde el Museo Latinoamericano de Arte de Buenos Aires, el día que este presentaba una charla acerca del sonido. Y se podría decir que el doble esperaba apostaba fuera del auditorio del Centro de las Artes de la Unsam para presenciar la performance “Intrument of Darkness”. Algo había pasado. Dos libros tan particulares como Resonancia Siniestra y Oceáno de Sonido habían encallado en dos tipos de público: los que miran sorprendidos y los que cierran los ojos para oír.

David Toop Fotografía captura de video

Toop durante su carrera como músico y estudioso del sonido, recorrió el río Orinoco en busca de los cantos chamánicos de los Yekuana, escribió uno de los primeros libros señeros sobre el Hip-hop, entrevistó a intérpretes de la talla de Sun Ra, John Cage y La Monte Young, participó del nacimiento de la escena electrónica, llegando a ser académico e improvisador en la London Musicians’ Collective y editando sus discos por el sello Obscure, de Brian Eno. Sus libros son viajes profundos hacia una experiencia de lo inquietante, del sonido en los objetos, de listas intensas que van desde la recopilación antropológica hasta los documentos inéditos de la vanguardia. En sí, es una especie de guía a través de una de las selvas más intrigantes que hoy quedan en pie.

En Resonancia Siniestra buscó sumergir al lector a través del rastreo del sonido en artes que habitualmente nos parecen mudas. Toop nos hace viajar dentro de cuadros, esculturas y antiguos poemas irlandeses, para entender cómo el hombre, en tiempos en que no existían los medios para registrar elementos sonoros, usaron estas artes como recipientes. Entonces nos hace imaginarnos el ruido exacto que entra por la ventana en un cuadro de Vermeer mientras una mujer vierte leche en una vasija. Así accedemos a la vida secreta de los objetos y nos sitúa en el espacio de médiums, de intérpretes de una realidad en donde nuestros oídos debieran de activarse.

Otro concepto importante en su obra es lo “siniestro”. Muchas veces, en el día a día, oímos pequeños fragmentos de ruidos o voces o incluso de música al pasar: el ruido proviene de la reparación de la calle, la conversación de un vecino y la música de un muchacho que sostiene su celular con voluntad pública. Pero gran parte de esas respuestas también nacen como interpretaciones a lo intangible del sonido y de que en ocasiones no podemos reconocer su fuente: ahí lo fantasmal entra en la vida cotidiana. Estamos entre el escucha y la alucinación, las máquinas que nos rodean crean su propia interferencia en la cotidianidad, al nivel de que podemos estar poblados de voces informes e incluso sobrenaturales.

Estos elementos son quizás los que más me despertaron curiosidad por su obra. Como librero y escritor, me parecen ideas extremadamente sugerentes para transformar nuestra vivencia del sonido. Leer la Divina Comedia luego de Toop, en especial El infierno, o salir a una exposición de artes visuales, e imaginar los sonidos grabados por el pincel, hace que nuestro mundo de referencias cambie completamente. Incluso al hervir agua, o sentarse un sábado en la mañana a tratar, por cinco minutos, de identificar una serie de ruidos que a uno lo envuelven. La inmersión en ese mundo invisible hace mucho más rico nuestro entendimiento de los artefactos, su naturaleza y también de su apropiación en el campo de la cultura, la política e incluso, por la violencia.

El viernes de la función, Toop puso en práctica varios conceptos que había desarrollado en la charla del miércoles y que son patentes en sus trabajos escritos. Sobre todo la importancia que le daba al papel como un conector físico entre el intérprete y el oyente. Tomó una cartulina y la envolvió en forma de cono con un elástico, conectó un micrófono en la punta y lanzó un pequeño vibrador dentro: de pronto era como si un monje tibetano mantuviera un largo mantra entre nosotros. Después conectó un personal estéreo a un audífono que reproducía un casete muy distorsionado con voces de personas, que finalmente fue puesto dentro de una cajita de papel japonés. Voces desde algún sitio, detrás de la concurrencia, aparecían y desaparecían. Él manejaba desde la mesa de sonido, amplificando y silenciando, creando ruidos de aves a través de cintas, haciendo aparecer un chamán mediante la interpretación de una flauta traversa.

Ese interés por los orígenes de las atmósferas en la música contemporánea también lo estudió en Océano de Sonido, un libro publicado originariamente en 1995, pero traducido recién en 2016. El trabajo es un viaje hacia el interés de Claude Debussy por la música javanesa y su capacidad de generar mundos etéricos, sin referentes materiales, y de cómo esas potencialidades, fueron adentrándose en occidente hasta el nacimiento de la música electrónica. Toop se pasea por Sun Ra, Miles Davis, Tangerine Dream, John Cage, John Hassel, Edgard Varese (quien a su vez colaboró con el poeta Vicente Huidobro) y una serie de referencias que hacen que uno salte al YouTube con una demencia inusitada.

David Toop, con su escritura poco convencional, de recorte, fragmento, saltos a la literatura universal (su fascinación por James Joyce o Marcel Proust son visibles), el arte contemporáneo, la cita a la tradición japonesa, la búsqueda de ejemplos poco convencionales, la cultura pop, la reminiscencia a estudios etnológicos, todo ello suma para crear un laberinto de formas, colores y sonidos. Una escritura que como aseveró en la charla, le es cómoda y funcional: una forma de rastrear los fantasmas de la cultura que subyacen a nuestras prácticas cotidianas.

Gracias a él pude escuchar misas de una isla en Escocia en donde la gente al rezar imita el sonido del mar o jardines japoneses creados para la escucha del agua, instrumentos hechos de agujeros en la tierra en Gabón o el mix político de African Head Change. La historia del loop en Jamaica, de los sonidos registrados por la pintura flamenca, los experimentos dadaístas, las maravillosas piezas de “In a Landscape” de John Cage, en fin, un universo que hace que hasta la interferencia del refrigerador sea interesante. En síntesis y como diría el pintor francés Eugene Delacroix en pleno siglo XIX: “El sonido es indiscreto, interrumpe nuestra paz, demanda atención y genera conflicto”. Ahí está Toop para ini

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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