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El libro que retrata experiencias de chilenos en Argentina y viceversa en las últimas cuatro décadas «Trasandinos» fue publicado por editorial LOM

El libro que retrata experiencias de chilenos en Argentina y viceversa en las últimas cuatro décadas

«Compuesto por ocho testimonios –cuatro de argentinos y cuatro de chilenos–, busca dar cuenta de lo que a unos y a otros les ha tocado en suerte ver en el país vecino. Fueron escritos por argentinos que vivieron o viven en Chile y por chilenos que vivieron o viven en la Argentina, y que desde sus propias circunstancias tuvieron la oportunidad de sorprenderse, admirarse, alegrarse, entristecerse, alarmarse y sacar algún tipo de conclusión en un lapso que abarca las últimas décadas», comenta su editor, el argentino Jorge Fondebrider.


¿Cómo vivió un periodista argentino los últimos meses de la Unidad Popular? ¿Cuál fue la vivencia de los niños chilenos que vivían en el sur de Argentina en los meses del conflicto de Beagle o una visita de joven a la Argentina de los Kirchner?

En «Trasandinos» (Editorial LOM), el editor argentino Jorge Fondebrider recopila ocho testimonios –cuatro de argentinos y cuatro de chilenos– que buscan dar cuenta de lo que a unos y a otros les ha tocado en suerte ver en el país vecino.

«Fueron escritos por argentinos que vivieron o viven en Chile y por chilenos que vivieron o viven en la Argentina, y que desde sus propias circunstancias tuvieron la oportunidad de sorprenderse, admirarse, alegrarse, entristecerse, alarmarse y sacar algún tipo de conclusión en un lapso que abarca las últimas décadas», señala Fondebrider respecto de esta edición.

Del lado argentino están los escritores Jorge Aulicino, Betina Keizman, Jorge Spíndola C. y Hernán Ronsino; y del lado chileno, Margarita Cea, Cynthia Rimsky, Gonzalo León y Diego Alfaro Palma.

Culturas complementarias

El origen del libro está en los viajes del propio Fondebrider a nuestro país, donde tiene «muy buenos amigos».

«Fui descubriendo que las supuestas diferencias ocultaban nuestras posibilidades de complementariedad, lo cual me parecía una pérdida de tiempo y energía muy grande», cuenta.

«Mi objetivo fue poner de manifiesto esa situación y, a la vez, ilustrar, a través de los ejemplos, lo que unos y otros pensábamos de nuestros respectivos vecinos».

Por eso, luego de seleccionados los autores, les pidió que se tomara como excusa un hecho político, social o cultural que sirviera como disparador para poder extrapolar, a partir de él, la mirada que los chilenos tienen sobre los argentinos y viceversa.

Condiciones

La condición para trabajar fue que los autores tenían que haber vivido en el otro país al menos por una temporada.

«No se trata de meros viajeros que pasaron por allí, sino de viajeros que vivieron la vida de cada uno de los dos países. Me interesó, asimismo, que abarcaran un espectro lo suficientemente amplio como para incluir a dos o tres generaciones de chilenos y argentinos», explica.

Aunque todos los textos le parecen buenos, el editor destaca el caso de Jorge Spíndola, «por comentar el malestar que le trajo ser hijo de chilenos en la Argentina y ser un estudiante argentino en Chile, sin ser enteramente aceptado en ninguna de las dos patrias».

«Me muy especial la solución que plantea, interesándose en la cultura mapuche, que no ofrece mayores diferencias de uno u otro lado de la cordillera, acaso como San Martín y O’Higgins hubieran querido para argentinos y chilenos», afirma.

Relación de amor-odio

El editor también comenta la relación de amor odio entre ambos pueblos, que se ha manifestado en el fútbol, el tenis y la cuasi guerra de 1978.

«Los chilenos siempre miran a la Argentina con una suerte de embeleso y rechazo simultáneos. Diría que la Argentina, o más específicamente Buenos Aires les gusta y fascina por lo que ellos no son. Su pudor y recato contrasta con nuestro desparpajo, al que en más de una oportunidad consideran soberbia. También se sienten desorientados por nuestro desorden y a veces un tanto avasallados por nuestra extroversión», opina.

Por su parte, «los argentinos recuperamos en Chile una amabilidad y una cortesía que creemos perdida entre nosotros. También, una concentración que los estímulos que ofrece Buenos Aires tampoco nos permite. Nos impacientamos por las muchas ceremonias de nuestros vecinos y por su manera delicada de expresar lo que nosotros decimos brutalmente. Hay, creo, una mutua atracción que no termina de ser reconocida, y es una lástima que así sea».

«Yo no buscaría la admiración y la aversión chilena por los argentinos en la Argentina, sino más bien en Chile mismo. Y creo que la prolongada dictadura que tuvieron -con un Pinochet y un Ejército dispuesto a ayudar a los ingleses antes que a permanecer neutrales durante la guerra de Malvinas- no ayudó a despejar los prejuicios».

«Si sumamos a eso el nacionalismo, que Borges definía como «la manía de los primates», cartón lleno. Mi experiencia es que los chilenos, en cualquier lugar que no sea Chile, suelen desarrollar muchas de las virtudes y buena parte del genio que la sociedad chilena, hasta hoy dominada por crápulas, no permite. Las dictaduras argentinas dejaron otro tipo de huella. Nosotros, afortunadamente, ya no le tenemos miedo ni al ejército ni a la policía».

 

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