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Del lado de las barricadas: el documental sobre la rebelión popular de Chiloé tras la crisis de la marea roja

«Hay una imagen muy icónica que fue ampliamente comentada en las redes sociales: cuando Karen Doggenweiler viaja a Chiloé a cubrir el conflicto por el matinal y le tapa la boca a una señora que estaba criticando al gobierno. Nosotros quisimos hacer exactamente lo contrario», explica María Jesús Torres, quien junto a Carlos Montes de Oca y César Fuenzalida filmó “Soberanía”.


Hace un año, el 21 de abril de 2016, el gobierno decretó alerta sanitaria en la Región de los Lagos por una marea roja que dejó a miles de pescadores sin su sustento diario en la zona. La crisis ambiental desató una verdadera rebelión popular, ya que algunos vincularon el fenómeno con el vertido previo (en marzo) de casi cuatro mil toneladas de salmones muertos en mar y tierra, con autorización gubernamental, producto de una masiva mortandad por algas nocivas.

El movimiento de paros en la isla, que acusó abandono del gobierno, se prolongó por varias semanas. La Moneda prometió compensaciones a través de bonos. La inquietud volvió a resurgir en febrero de este año, cuando se repitió la alerta por la marea roja.

La rebelión de 2016 fue registrada por tres jóvenes cineastas, que se instalaron una semana en la isla para recoger testimonios en terreno. En aquel momento, muchos isleños acusaron a los medios tradicionales de mostrar una visión parcial del movimiento.

«Hay una imagen muy icónica que fue ampliamente comentada en las redes sociales: cuando Karen Doggenweiler viaja a Chiloé a cubrir el conflicto por el matinal y le tapa la boca a una señora que estaba criticando al gobierno. Nosotros quisimos hacer exactamente lo contrario», dice María Jesús Torres, una de las realizadoras de la obra, junto a Carlos Montes de Oca y César Fuenzalida, de la productora audiovisual Oceánica.

En la calle

En «Soberanía», los protagonistas son las personas que levantaron la movilización en su vida cotidiana. No hay entrevistas a dirigentes, ambientalistas, autoridades o representantes de instituciones: es una película grabada en la calle, al lado de quienes día a día sostuvieron las barricadas, fueron a las marchas, discutieron en sus casas sobre el conflicto, en palabras de Torres.

«Cuando una comunidad está movilizada, es tema en todas partes», dice. «Uno se acerca a comprar algo a un kiosko y puede escuchar una conversacion sobre la movilización, uno entra a una casa a tomar once y va a ser tema sí o sí, luego prende la radio y se está hablando de eso, cruza la calle y hay una olla común en una barricada. Quisimos retratar esta atmósfera».

El documental está estructurado narrativamente como crónicas. Cada escena está situada en un lugar con personajes que no vuelven a aparecer, como un viaje. Debido a esto no hay un solo protagonista, mas bien es un retrato colectivo de una comunidad en lucha, dice.

“Registramos la decadencia, la frustración y la tristeza, pero también brillos de luz y el desafío de construir un relato que de cuenta que no todo está perdido”, apunta Montes de Oca.

Hay testimonios de diversos trabajadores del mar (buzos, pescadores, recolectores de orilla, etc.), familias huilliche, asambleas sindicales, jóvenes movilizados, hombres y mujeres en barricadas, transportistas, trabajadores municipales y del comercio.

Nuevas salidas

«Creemos que las movilizaciones son un momento muy potente, porque permite el encuentro para el desarrollo de nuevas salidas, nuevas respuestas, la creación en conjunto para modificar la situación de injusticia que se vive», dice Torres para explica su interés por retratar este movimiento.

De hecho, el título surge de la pregunta de «dónde es que existe la soberanía y es muy interesante responder desde esta región”, según apunta Fuenzalida, el otro director.

«Sentimos que desde ahí hubo una fractura importante en cómo se concibe el territorio nacional. El nivel de concentración de las decisiones, del acceso a educación y a necesidades básicas lejos de las capitales es algo muy transversal en Latinoamérica. Nos dimos cuenta que había una necesidad de hacer obras al respecto», agrega. «Este viaje que proponemos permite generar preguntas acerca de cómo se toman las decisiones en nuestro país».

De izquierda a derecha: Fuenzalida, Torrres y Montes de Oca.

La necesidad de comunicar… y la desconfianza con los medios

Una semana antes de viajar, en Santiago, los realizadores habían asistido a un foro y entrevistaron a a Juan Pablo Romero, uno de los miembros del movimiento. También se documentaron sobre los temas principales de la crisis: la pesca, las salmoneras y la historia social de Chiloé.

«Teníamos presente el recuerdo del conflicto en Aysén en 2012, cuando se gestó una movilización muy importante y no contábamos con los recursos para ir a registrarla, ya que aún éramos estudiantes», recuerda la directora. «Sin embargo, en el caso de Chiloé en 2016 ya contábamos con nuestros equipos y un poco más de dinero. En este escenario decidimos ir a ayudar y a registrar la situación que se vivía allá».

Llegaron a la isla con algunos contactos y se informaron sobre puntos estratégicos para grabar. Fue difícil, porque por el paro muchos caminos estaban cortados y había escasez de combustible.

«Con el paso de los días fuimos estrechando lazos con quienes nos recibieron y estos mismos nos fueron recomendando lugares y personas a quienes entrevistar o para alojar», dice.

«Nos encontramos con personas que nos recibieron con los brazos abiertos, con la necesidad de ser escuchados en el resto del país», recuerda Montes de Oca.

«Creemos que logramos generar confianza con las personas que salen en el documental, porque existía una necesidad muy grande de poder comunicar y visibilizar lo que estaban viviendo a través de medios de comunicación que no fuera la prensa tradicional. Se sentían traicionados al ver la invisibilización del conflicto o el tratamiento de los medios de manera superficial», dice la realizadora.

Los cineastas no sólo se dedicaron a filmar. Torres relata que también trataban de ayudar, conversar, acompañar en las barricadas y los distintos espacios «en un momento muy difícil, ya que eran los últimos días de movilización y los ánimos estaban muy decaídos».

Las lecciones del conflicto

Sobre sus motivaciones para filmar, Torres no tiene dudas: querían «ayudar en el proceso de movilización».

«Sabemos que para eso las herramientas de comunicación son fundamentales y decidimos poner a disposición nuestra cámara, nuestro micrófono y nuestro computador para editar», dice.

La idea original era ir haciendo pequeñas notas, entrevistas, e ir difundiéndolas por las redes sociales, así como vincularse con alguna organización que quisiera hacer algún video explicando el petitorio, llamando a alguna asamblea etc. Lo que fuera necesario para agitar y propagar los mensajes que la gente quisiera difundir.

«Ya estando allá y empezando a grabar nos dimos cuenta que la movilizacion empezaba a decaer. De hecho, llegamos a Dalcahue donde ese mismo día se bajó el paro en esa comuna, pero que era necesario retratar ese momento. Más tarde viajamos a Ancud – que aún estaba en paro- y al acercarnos a las barricadas y explicar que éramos documentalistas independientes muchas personas quisieron hablar con nosotros para dar a conocer su testimonio. Nos llamó la atención la «gran necesidad de comunicar la experiencia que estaban viviendo», recuerda.

«El principal tema del film es la necesidad de construir un tejido social fuerte que pueda defender y elaborar las mejores soluciones a los problemas de las comunidades, en este caso, el extractivismo salvaje del que somos víctimas en territorios sobreexplotados, en Chile y Latinoamérica», afirma.

La escena Doggenweiler

Conclusiones

Hoy, a un año del conflicto y a poco tiempo de estrenar, su conclusión no es muy alentadora.

«Este proceso fue muy complejo. Muchas personas tuvieron que dedicarse a otras actividades económicas transitorias, mientras paulatinamente el mar volvió a una normalidad. Por una parte existe un dolor contenido al haber pasado por esta experiencia. Por otra, un temor a que algo de estas características se vuelva a repetir. Creemos que existe una evaluación bien negativa en relación a como se condujo el conflicto y a la respuesta del gobierno, por lo que hay varias lecciones que la misma comunidad entiende hacia el futuro».

Para terminar la película este jueves 11 de mayo comenzó la campaña de financiamiento de “Soberanía”. Con el objetivo de buscar aportes voluntarios es que el equipo decidió apostar por la modalidad de crowdfunding a través de la plataforma “Idea.me”. La campaña se extenderá hasta el 19 de junio y espera recaudar 2.300.000 pesos. Esto para estrenar en julio y realizar una muestra itinerante por los lugares donde el equipo filmó, exhibiendo el documental y realizando conversatorios con las comunidades que vivieron el conflicto, además de exhibirlo en otras localidades pesqueras del país.

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