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Agustín Edwards, el personaje, retratado en libros y en un documental Aparecieron entre 2008 y 2015

Agustín Edwards, el personaje, retratado en libros y en un documental

El documental «El diario de Agustín» (2008), del director Ignacio Agüero, que tuvo su versión en un libro homónimo de la periodista Claudia Lagos Lira (Lom, 2009), «Los Agustines» (Ceibo, 2015), de su colega Nancy Guzmán, y «Agustín Edwards Eastman: Una biografía del dueño de El Mercurio», (Debate, 2014), de Víctor Herrero, dieron cuenta de un hombre poderoso.


Varias obras se centraron, con mayor y menor suerte, en la vida y obra de Agustín Edwards Eastman (1927-2017), el dueño del holding liderado por el diario El Mercurio, fallecido este lunes.

Entre ellas se encuentran el documental El diario de Agustín (2008), del director Ignacio Agüero, que tuvo su versión en un libro homónimo de la periodista Claudia Lagos Lira (Lom, 2009), Los Agustines (Ceibo, 2015), de su colega Nancy Guzmán, y Agustín Edwards Eastman: Una biografía del dueño de El Mercurio, (Debate, 2014), de Víctor Herrero.

Visto de forma retrospectiva, llama la atención que, a pesar de su importancia capital, especialmente como personaje político, su figura no haya sido abordada hasta mucho después del fin de la dictadura. Sin duda un reflejo de lo espinoso que resultaba describir a este personaje, que quiérase o no, comparte junto a Salvador Allende y Augusto Pinochet, el trío de figuras más relevantes, por sus actuaciones, de la segunda mitad del Siglo XX en Chile.

Una película censurada

El filme de Agüero, que retrata cómo Edwards manejó sus medios, primero para derrocar el gobierno constitucional de Salvador Allende y luego para defender la dictadura militar, es en sí mismo un buen ejemplo del poder del patriarca.

Se estrenó en 2008 en el Festival Internacional de Documentales de Santiago (FIDocS), y el año siguiente su director fue galardonado con el Premio Altazor 2009 en el área de artes audiovisuales.

Se centró, entre otros, en los casos de la difamación de los desaparecidos, como ocurrió con la famosa portada del diario La Segunda, que tituló «Exterminados como ratones» sobre la tristemente célebre Operación Colombo, y el caso de dos jóvenes acusados falsamente de causar actos de violencia durante la visita del papa Juan Pablo II, en 1987, por lo cual ambos fueron torturados y que causó que Edwards fuera por primera y única vez citado ante un tribunal. Este último caso causó su expulsión del Colegio de Periodistas en 2015.

«Las investigaciones mostraron que El Mercurio violaba un principio fundamental de la teoría periodística, un principio que él mismo había implantado en Chile, que es la separación entre información y opinión. En todos los casos se demostraba flagrantemente que el diario había manipulado información y participado en montajes de información a sabiendas», recuerda uno de los participantes del filme, Hans Stange, académico del Instituto de la Comunicación e Imagen de la U. de Chile.

«El tenía una responsabilidad legal por ser director y representante en esa época», agrega, junto con lamentar que Edwards jamás pidió disculpas ni tuvo un castigo penal por sus acciones.

En mayo de 2010, durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, Televisión Nacional de Chile compró los derechos, pero nunca exhibió la película de 80 minutos, hasta que vencieron en 2013. Posteriormente fue comprado por el canal de cable ARTV, pero tampoco se mostró. Ese año, por el hecho incluso renunció la directora de la estación, Natalia Arcos, tras denuncia como censura la situación.

Recién en 2014, más de un lustro después de su estreno, TVN mostró la película, en horario de trasnoche. En esa ocasión, la cinta no fue mencionada en la programación de televisión diaria publicada por El Mercurio.

El libro homónimo

La película además dio origen a un libro homónimo de investigación. Fue el trabajo de un equipo liderado por la periodista Claudia Lagos, hoy en Estados Unidos por estudios.

«Él encarna la trenza del poder político, social y cultural de las élites chilenas, donde se cruzan intereses empresariales, políticos y culturales», comenta Lagos. «Su historia personal y económica está atada a la banca y a la minería, así como también a la prensa y a las redes políticas de varios colores. La creación y soporte de la Fundación Paz Ciudadana es tal vez donde ello mejor se cristaliza».

El libro amplía el espectro de investigación, con otros casos no incluido en el film. Son más de un centenar de entrevistados, «entre altos ejecutivos y editores actuales y pasados del diario El Mercurio, así como miembros de su consejo editorial, periodistas, abogados de derechos humanos y sacerdotes que participaron activamente en la Vicaría de la Solidaridad, ex asesores de la dictadura, entre otros», según destaca la editorial.

El académico Claudio Salinas, del ICEI de la U. de Chile, que participó tanto en la película como el libro, comenta que la no cobertura de las obras fue en sí una forma de censura.

«Era como si no existieran. Se habló poco de las obras, al menos en la gran prensa, la prensa de masas. Fue una forma de acallar y censurar», dice.

Resalta que El Mercurio no sólo es importante en el sistema mediático chileno. «Ha sido una piedra angular en la forma de hacer política en Chile, mediando con otros gobiernos, solicitando apoyo en acciones sediciosas, incorporando el neoliberalismo como pauta editorial  quince años antes de que los Chicago Boys lo hicieran en el gobierno militar, haciendo pasar por sus páginas, ya sea mediante columnas o fotografías, a muchos personajes que hoy están en la Nueva Mayoría».

«Edwards y El Mercurio son una misma cosa. Es interesante el fenómeno, porque de alguna manera se personaliza  un medio de comunicación que en sí mismo no tiene vida», remata. «No sé si alguno de sus hijos quiera seguir articulando el diario como un poder fáctico dentro del país».

Saga familiar

Una saga familiar, en cambio, es «Los Agustines», de Nancy Guzmán. La autora indaga en los orígenes de esta familia, que entre otros se enriqueció mediante la usura.

Para la autora, algo que comparten todos los Edwards, desde el marinero que llegó al dueño actual del Mercurio, es la búsqueda de poder. Construyeron su fortuna “sin mucho mérito y con mucho sufrimiento de los débiles, pero a eso se sumó que la conspiración permanente para imponer sus intereses era fundamental, y en eso los Edwards habían sido maestros”.

«Creo que su muerte marca, de alguna manera, un fin de ciclo en la familia. Él fue muy poderoso, incluso más que sus antepasados, en términos políticos, ideológicos, a través del diario El Mercurio. Sus hijos no tienen la misma notoriedad ni su sagacidad política», resalta.

«Su legado es bastante malo, no sólo como artífice del golpe de Estado y vocero de una dictadura que dejó un saldo de muertes y daños  bastante grande, sino por el saqueo al Banco del Estado, a través del salvataje que el banco le dio» cuando el holding estaba «en la ruina».

 

 

 

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