Publicidad
La misteriosa obra visual de Violeta Parra, repleta de simbolismos, que es más actual que nunca Exposición en la U. de Santiago analiza la arpillera «Contra la guerra»

La misteriosa obra visual de Violeta Parra, repleta de simbolismos, que es más actual que nunca

Hecha en 1962, incluye un reclamo contra la Iglesia, rescata la cultura mapuche y aboga por una América latina unida. La interpretación puede ser «un atrevimiento», admite el poeta Jorge Montealegre. «Tal vez la obra de arte no necesita ‘explicación’, pero creemos que no es irrespetuoso tomar su obra para que el público tenga más elementos para enriquecer sus interpretaciones y con sus lecturas completen la obra. Es mediación, en cierto sentido, que ella también hizo: ‘Yo tomé los cantores populares para darles a conocer su alma’. ¿Por qué no compartir las miradas para conocer mejor el alma de Violeta Parra, que es el canto de todos?».


Aunque Violeta Parra fue más conocida como cantante, lo cierto es que era una artista integral. Una prueba de ello es la legendaria carpa que la artista montó en La Reina, donde había canto, sí, pero también estaban sus arpilleras y su poesía.

Injustamente, su obra visual está entre lo menos conocido de su arte. Esto a pesar de la histórica muestra «Tapices de Violeta Parra» en el Museo de Artes Decorativas de París, ubicado en el pabellón Marsan del Palacio del Louvre, inaugurada en abril de 1964. En esa ocasión expuso 23 tapices, 20 cuadros y 15 esculturas en alambre y máscaras cubiertas con porotos, lentejas y arroz, en forma de mosaico. Era la primera latinoamericana en hacerlo en dicho lugar, reseñó en ese momento el diario El Mercurio.

Una de esas obras quiere rescatar ahora una exposición de la U. de Santiago “Contra la guerra. Lectura de una arpillera de Violeta Parra”. Se inaugura este miércoles, a las 11:00 horas, en la Vicerrectoría de Extensión con el Medio (Las Sophoras 175, Estación Central), que para el montaje contó con el apoyo del Museo de Violeta Parra.

La obra de 1962 contiene varios elementos: una crítica a la Iglesia, una figura mapuche y otra judía, una escopeta y también un continente sudamericano dividido. Todos ellos elementos que reflejan la preocupación de la artista en aquel momento y que no ha perdido actualidad, en medio del populismo de derecha de Donald Trump, el conflicto mapuche y la disputa con Bolivia.

Detalle de las figuras.

Muestra por el centenario

El cerebro de la exposición es Jorge Montealegre (Santiago, 1954), poeta y jefe del Departamento de Extensión de la U. de Santiago. En los orígenes de la muestra está su amistad con el recientemente fallecido músico Ángel Parra, con quien compartió la prisión política en el campo de concentración de Chacabuco, tras el golpe militar.

Montealegre lo visitó varias veces en su casa de la comuna de Ñuñoa mientras escribía su libro «Violeta Parra : instantes fecundos, visiones, retazos de memoria», (Editorial USACH, 2011). En aquella época, la arpillera «Contra la guerra» estaba colgada en el living de la casa del hijo de Violeta Parra, y se fijó en su memoria.

En el marco de las celebraciones por el centenario del nacimiento de Violeta Parra, que la U. de Santiago conmemora con varias actividades, Montelagre propuso entonces centrarse en esta icónica obra.

«Entusiasmados por compartir y difundir la obra plástica de Violeta Parra, insuficientemente conocida, sucumbimos a la pretensión de entregar elementos que ampliaran la visión respecto de esta zona de su creatividad que contribuyeran a la comprensión de una de sus obras más notables», explica.

Detalle del continente sudamericano dividido, con sus banderas.

Contexto de la época

Para entender el contexto de la arpillera, hay que recordar que en 1961, Violeta Parra y sus hijos Ángel e Isabel se van de Chile, primero a Argentina y luego a Europa. «Contra la guerra» data de entre 1962 y 1963, cuando ella vivía entre Francia y Suiza.

La familia Parra había participado en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Finlandia, que se realizó bajo el lema «Por la paz y la amistad». En 1962 se realiza la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Desarme, en Ginebra, la ciudad donde la artista instaló su casa-taller. Ese año además el papa  Juan XXIII inaugura el Concilio Vaticano II y prepara su encíclica Pacem in Terris, que intenta adecuar a la Iglesia a la época de cambios que se viven. Y es 1962 el momento de la Crisis de los Misiles en Cuba y el peligro de una guerra. Nada de esto la deja indiferente.

«Violeta Parra es pacifista, pero rechaza la pasividad y la indiferencia», explica Montealegre. «La vemos en una fotografía marchando en una manifestación, entre la gente, rodeada de pancartas que llevan el signo de la paz. Se ve silenciosa. Siente que no basta marchar y que debe construir un alegato contra la guerra que tenga resonancia». Ese alegato es «Contra la guerra».

Detalle de la escopeta.

Interpretación de la arpillera

Aunque poetas y pintores usualmente se rehúsan a «explicar» sus obras, Montealegre quiso interpretar los símbolos de la obra para el amplio público. Para ello contó con la ayuda de Ángel Parra y también de una entrevista en televisión que la artista dio en su momento sobre este trabajo.

Ahí están las cuatro figuras, el «jardín humano» del que habla en su canto. A la izquierda, una figura de color violeta, probablemente ella misma, con una humilde cruz; luego una figura coronada por una menorá, el candelabro hebreo, que se atribuye a un amigo suyo, argentino y judío, de rojo; una tercera figura, que Angel Parra señala es la escultora Teresa Vicuña, amiga de su madre, de «verde esperanza», con un lirio, «la flor del Primero de Mayo», en palabras de Montealegre; y finalmente un personaje de color azul, con un canelo, ambos símbolos identitarios de la cultura mapuche.

Además hay una escopeta y, en su interior, una cruz negra y una vela. Aquí, según Montealegre, hay una crítica a la Iglesia oficial, alejada de los pobres, la misma que critica Parra en la canción «Que diría el Santo padre». El fusil apunta de algún modo a las cuatro figuras, todas con la paloma, el símbolo de la paz por excelencia, como si los personajes fueran figuras a merced del tiro al blanco de la cultura circense, muy bien conocida por los Parra.

Al lado izquierdo y derecho además están sendas guitarras, símbolos de canto, mientras en la parte superior se adivina un globo terráqueo, específicamente Sudamérica, muy dividida y con las banderas de los países que se extienden a uno y otro lado, tal como Violeta canta en la canción «Los americanos» («Mi vida, los pueblos americanos/mi vida, se sienten acongojados/Mi vida, porque los gobernadores/mi vida, los tienen tan separados»).

«A través de los motivos que Violeta Parra posiciona en sus obras, sería capaz de aludir o dirigirse a una amplia gama de sujetos sociales y alcanzar distintas valencias dependiendo del sector desde el que se los recibe», escribió Viviana Hormazábal, licenciada en Artes de la Universidad de Chile, en su trabajo de tesis «La obra visual de Violeta Parra».

«Puede ser que en una misma arpillera incluya símbolos que pertenecen al imaginario religioso católico y también representar elementos míticos de raigambre indígena. Lo que no significa una contradicción, sino un reflejo de la complejidad mestiza del imaginario popular», indica Hormazábal.

La interpretación puede ser «un atrevimiento», admite Montealegre. «Tal vez la obra de arte no necesita ‘explicación’, pero creemos que no es irrespetuoso tomar su obra para que el público tenga más elementos para enriquecer sus interpretaciones y con sus lecturas completen la obra. Es mediación, en cierto sentido, que ella también hizo: ‘Yo tomé los cantores populares para darles a conocer su alma’. ¿Por qué no compartir las miradas para conocer mejor el alma de Violeta Parra, que es el canto de todos?».

La obra estará expuesta hasta el 17 de abril, para luego itinerar por colegios y centros culturales de la capital, como la Casa de la Cultura Violeta Parra y Centro Cultural de Cerro Navia, entre otros. A su vez, incluirá un libro de comentarios a disposición de los asistentes para recoger sus diversas opiniones e interpretaciones a partir de su visita.

Detalle de las guitarras.

Otras actividades

En el marco de la conmemoración, además la Orquesta Clásica U. de Santiago presentará a partir de octubre su programa especial “Canto a la Diferencia”, serie de tres conciertos gratuitos que tendrán lugar en el Aula Magna del plantel (4 de octubre) y en las comunas de Lo Prado (10 de octubre) y La Reina (18 de octubre).

El Coro U. de Santiago también elaboró un programa especial para ser interpretado en distintos espacios de la universidad bajo la dirección de Andrés Bahamondes. El repertorio lleva por título “La canción; un pájaro sin plan de vuelo”, y abordará composiciones y recopilaciones de diversas épocas del trabajo musical de la artista.

En el ámbito audiovisual, la Sala de Cine de la VIME exhibirá un ciclo de documentales musicalizados por Violeta Parra. Las cintas escogidas pertencen a los realizadores Sergio Bravo (“Trilla”, “Mimbre”) y Giorgio Di Lauro; y Nieves Yankovic (“Andacollo”), e incluirán un coloquio en torno a la música de Violeta Parra y el cine (fechas por confirmar).

Publicidad

Tendencias