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El nuevo golpe que sufrió el desaparecido camarógrafo de «La batalla de Chile»

Wayra Galland lleva casi una década trabajando en el film «Los ojos del flaco», pero a principios de mes perdió casi todo lo obrado desde su casa en el balneario de Tongoy. «No pienso que exista alguna conspiración política en contra de la investigación para ocultar la verdad, pero en Chile nunca se sabe», comenta la directora.


La memoria del Jorge Müller (1947-1974), el icónico camarógrafo del documental La batalla de Chile, de Patricio Guzmán, ha sufrido un nuevo golpe. A principios de mes, en Tongoy, la realizadora Wayra Galland, quien hace una década filma un documental centrado en el figura del joven desaparecido a los 27 años, sufrió el robo de casi todo su material fílmico desde su casa en el balneario de Tongoy, en la Región de Coquimbo.

«No pienso que exista alguna conspiración política en contra de la investigación para ocultar la verdad, pero en Chile nunca se sabe, como en el caso de Helena Varela o Vicente Montecinos», dice Walland en alusión a dos realizadores que sufrieron arrestos e incautación de material a manos de la policía por su trabajo en territorio mapuche.

Müller fue secuestrado junto a su compañera Carmen Bueno, de 24 años, también cineasta, en noviembre de 1974 en Providencia por miembros de la DINA. Ambos eran militantes del MIR y trabajaban en Chile Films. Fueron torturados en Villa Grimaldi y Cuatro Álamos, tras lo cual desaparecieron.

Wayra Galland

Robo de computadores

Galland (Tongoy, 1988) cuenta que se encontraba en el balneario con su hijo de seis años, visitando y ayudando a su madre, quien trabaja de artesana en la playa de Socos. Cuando los ladrones ingresaron a la casa, estaba trabajando en la feria artesanal con ella.

«Me robaron un MacBook Pro Serial C02PNRH268WN con una funda negra y dos discos duros My Passport de 1 TB, más 1 de 2 TB, tres discos duros en total», lamenta. Los llevaba consigo «pensando en dedicarle algunas jornadas de trabajo, pues preparaba una muestra en la Biblioteca Nacional de una investigación sobre Jorge Müller».

«En paralelo al proceso de investigación desarrollaba un documental donde la mayoría de esas imágenes sólo las guardaba yo. La pérdida de archivos audiovisuales es siempre muy valiosa, se pierde el trabajo de montaje, la edición de imagen y sonido, el material original, los días de rodaje», lamenta.

A estas alturas, Galland ya había realizado más de una docena de entrevistas, entre otros a Rudoph Müller (padre del desaparecido, hoy de 95 años), los cineastas Patricio Guzmán, Pablo Perelman e Ignacio Aliaga, el sonidista José de la Vega, el actor Luis Alarcón y la montajista Carmen Brito.

La cineasta tiene un respaldo del montaje almacenado en Vimeo, aunque no es la mejor calidad, y algunas entrevistas en unos discos duros antiguos de un PC que no ha podido revisar por falta de recursos.

Rendición de cuentas

Para realizar el documental, Galland además había ganado un premio de la DIRAC en el Antofadocs 2014 y un fondo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) en 2015. En los discos duros almacenaba los documentos de la rendición del proyecto de investigación, que aún se encuentran en proceso de revisión, y con el robo podría arriesgar el cobro de aquel dinero -casi 15 millones- por parte del CNCA.

«Espero poder rendir adecuadamente con toda la documentación legal necesaria, y algunos respaldos que tenía en la web, y así no tener un problema mayor», dice.

Galland había iniciado la investigación hace 9 años, con la propuesta de un tema para desarrollar una tesis.

«Cuando estuve de meritorio en el rodaje de Tiempos Malos (2009) de Cristián Sánchez, conocí al Pepe de la Vega -sonidista y amigo de Müller- y en los tiempos libres siempre hablada del flaco. En ese rodaje me pregunté quien era y al volver a la universidad lo tomé como tema de mi tesis, comencé a investigar y la investigación me atrapó a mí. De manera instintiva comencé el documental».

«Al ir recopilando información llegue a la familia Müller, quienes me mostraron archivos familiares muy bellos que hablan de un artista integral, de una historia injusta guardada por más de 40 años. Eran mas de 2500 archivos guardados por su madre, dejando como legado y evidencia el proceso judicial que tuvieron que llevar la mayoría de los familiares de detenidos desaparecidos».

El objetivo del fondo era preservar y conservar estos documentos. En Santiago trabajó con el archivo fotográfico de la Biblioteca Nacional. Ellos «nos guiaron en el lenguaje de la archivística para poder dotar de códigos y digitalizar cada uno de los archivos. Por esta razón tomamos todas las precauciones y tenemos el respaldo necesario para seguir trabajando en la catalogación y análisis de los archivos pertenecientes a la familia Müller», dice.

Tramitación de denuncia

Tras el robo, Galland hizo la denuncia en Carabineros en Tongoy, «sólo para poder presentar la documentación legal necesaria para la rendición del proyecto, mientras los carabineros insistían en que seguramente la investigación llegaría a Fiscalía y no se encontrarían responsables».

«Tomaron las declaraciones mías y de mi madre. Necesitaba trasladar el papel de la Fiscalía a Valparaíso (sede del CNCA) y viajé a Coquimbo para retirarlo. Para mi sorpresa, la declaración emitida por parte de Carabineros a la Fiscalía era bastante nefasta, ni siquiera mi nombre estaba bien escrito. Sentí vergüenza de presentar este documento ante el Consejo de la Cultura y volví a la tenencia de Tongoy a solicitar una nueva declaración y un reclamo».

Agrega que allí un carabinero le dijo que no tenían la capacidad para poder vigilar toda el área que les correspondía y que ellos no eran los encargados de llevar a cabo las investigaciones de los robos que ocurren «casi todos los años en temporada de playa».

Ya en Valparaíso solicitó en Fiscalía la declaración voluntaria que necesitaba para adjuntarla al proceso de rendición del fondo, donde dijeron tenían tres días hábiles para entregarla, y recién el 22 de febrero la enviaron desde la fiscalía de Coquimbo a su correo.

«Paradójicamente siento que la responsabilidad de todo esto la tiene el estado y la justicia chilena, igual que en el caso Müller y de todos los detenidos desaparecidos , la investigación se envuelve en burocracias y papeleos y poco se ve de justicia», comenta.

Galland admite que los robos en localidades de playas durante las temporadas de verano siempre han existido, y muchos vecinos y amigos han sido afectados durante esta temporada y las anteriores. De hecho a su madre le robaron dinero el año pasado ingresando de la misma forma al domicilio.

«Los delincuentes aprovechan las tardes de playa para ingresar a los domicilios y robar. Lo que me parece preocupante es que no se investigue al respecto y todo quede en Fiscalía como un mero trámite, generando que disminuyan las denuncias pues no se obtienen resultados ni se sigue la pistas al momento en que ocurren los delitos, sino que pasan meses en los que no se investiga nada y luego ya no se pueden hacer mucho por recuperar lo perdido, aumentando la frecuencia de los robos en el caso de esta localidad en particular», concluye.

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