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Escuela vulnerable de Las Cruces se luce en importante concurso científico

El establecimiento es uno de los finalistas del concurso «Cambiar el mundo es tarea de todos» organizado por la U. Católica de Valparaíso y Samsung con un proyecto de los estudiantes de la comuna de El Tabo que apunta a potabilizar el agua de mar con un instrumento que ellos mismos enseñan a construir.


Cuatro alumnos de la Escuela Básica de Las Cruces, en la región de Valparaíso, se encuentran dentro de los 20 finalistas del concurso científico “Cambiar el mundo es tarea de todos”, que organiza la Universidad Católica de Valparaíso con el auspicio de Samsung.

Ambas entidades convocaron a alumnos entre 5º Básico y 3ºMedio a desarrollar un gran proyecto científico escolar bajo el lema «Cambiar el mundo es tarea de todos». Se presentaron 350 proyectos de todo Chile.

La propuesta de los estudiantes de la comuna de El Tabo apunta a potabilizar el agua de mar con un instrumento que ellos mismos enseñan a construir.

La votación del público, que concluye este domingo, y la decisión de un jurado experto determinarán al proyecto ganador. El 10 de noviembre se anunciará al proyecto elegido y se entregarán los premios, incluyendo la sala interactiva Samsung avaluada en $30.000.000.

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Viejos conocidos

La escuela municipal de Las Cruces no es nueva en esta competencia. A pesar de su alto índice de vulnerabilidad (87%), con 350 alumnos, desde pre kinder hasta Octavo Básico, es el segundo año consecutivo que participa en este concurso.

El año pasado postuló con un proyecto que utiliza algas para fabricar productos cosméticos, que incluyó la capacitación de un grupo de mujeres que hasta hoy se dedican a eso.

Esa iniciativa ganó el premio del público a nivel nacional, pero salió segundo en la votación del jurado, que este año está integrado por Rosa Vera, decana de la Facultad de Ciencias (UCV); Vitalia Henríquez, directora del Instituto de Biología (UCV); Marcela Colombres, directora ejecutiva de la Fundación Ecoscience; Natalia Mackenzie, directora del programa científico Explora-Conicyt; y el doctor en Ingeniería Pedro Valencia.

Agua no potable

La idea de la planta desalinizadora surgió un día que los niños estaban en la playa y preguntaron por qué no se podía beber el agua del océano. Cuatro alumnos de séptimo básico -tres varones (Martín Pinto, Pedro Farías y Bastián Marín) y una chica (Alejandra León)- pusieron manos a la obra, liderados por la profesora Jéssica Espinoza.

Primero fueron a la biblioteca y bucearon en Internet. Experimentando construyeron una caja de policarbonato, con una base de luces led y paneles termosolares, que colocaron en un lugar de la escuela donde le llegaba mucho sol durante el día. El agua escurría por unas canaletas y la sal quedaba al fondo.

Experimentaron con diversas cantidades de agua para ver cuanto demora el proceso. Con el proyecto, comentan los chicos, además han aprendido que la ciencia puede ser divertida y útil.

«Si llegamos a ganar, la idea es masificar el proyecto», dice la jefa técnica de la escuela, María Patricia González. Espinoza complementa que esperan usar el agua para un futuro huerto de frutas, verduras y plantas medicinales.

«(La planta potabilizadora) se hizo pensando en una proyección a futuro», dice. «Queremos saber cómo afecta a las plantas esta salinidad en el agua».

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