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Reseña literaria: “Diario de un solo 2”, de Catalina Bu

Reseña literaria: “Diario de un solo 2”, de Catalina Bu

En la segunda parte de la saga, la autora repasa con éxito las verdades universales de los solitarios.


Catalina Bustos (Concepción, 1989) lo ha hecho de nuevo. En su última obra, “Diario de un solo 2”, la segunda parte de la saga iniciada en 2014, la autora vuelve a repasar con éxito las verdades universales de los solitarios.

Cualquier joven (o adulto joven) de clase media que viva solo en algún departamento de San Miguel o Providencia se sentirá identificado, sin importar si es hombre o mujer, porque la soledad que describe tiene síntomas hasta globales.

La portada ya lo dice todo: un personaje masculino que deambula solo en medio de una multitud de edificios.

Nada ejemplar

Pero Solito no sólo representa una condición, sino casi una filosofía de vida. Tal como dice Constanza Gutiérrez en la introducción, “no es ningún ejemplo: se queda dormido para ir al trabajo, inventa excusas absurdas para faltar a reuniones, y no saluda a sus amigos y conocidos cuando se los encuentra en la calle”.

Así es Solito: agobiado por las exigencias pero sin deprimirse jamás, siguiendo (al menos laboralmente) aquel viejo mandato colonial que dicta que se obedece pero no se cumple, tan usual en nuestra América Latina de jornadas interminables.

Por otro lado, su desconexión con el resto del mundo es patente desde la primera viñeta, donde se pone auriculares para no hablar con un taxista que le conversa. Un adicto a Netflix que odia que su serie favorita se acabe.

Verdades universales

Bustos también enuncia su propia versión de las verdades universales, como “si la ropa huele bien, está limpia” o “el pan siempre cae por el lado de la mantequilla”. Y aunque “el que cocina no lava”, a Solito le toca las dos por su condición. Sin llorar, porque como bien nos recuerda la autora, también hay “grandes inventos para personas solas”, como el “palito” de la selfie.

Bustos nos enseña cosas útiles como el “kit básico para pasar un fin de semana en la casa”, pero también que la “siesta” podría equivaler a una “fiesta”…

Otra genialidad son las “tortas porcentuales” dedicadas a explicar cuantas horas trabajamos en realidad y cuantas perdemos haciendo cualquier otra cosa; cuántos libros compramos y cuántos leemos finalmente; cuantas juntas con amigos organizamos  y cuántas se concretaron con éxito…

Solito también se autoengaña, como cuando debe levantarse y se promete seguir sólo cinco minutos más en la cama, cinco minutos que se extienden por toda la eternidad…

En fin: cualquier que esté solo (o lo haya estado) se reconocerá en esta divertida obra. Por eso, un libro para conocerse y reconocerse.

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