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El regreso de Ramón Griffero a la escena y su dura crítica a las políticas culturales en Chile El creador de la «dramaturgia del espacio» presenta en el Gam su versión de «Prometeo»

El regreso de Ramón Griffero a la escena y su dura crítica a las políticas culturales en Chile

El destacado director nacional volvió a los escenarios tras siete años de ausencia, con un montaje en el GAM que es su propia versión de la tragedia griega, trayéndolos al presente. Aquí habla de la obra, pero también de políticas culturales, de las soberanías de la nación (la territorial y la cultural), de su paso por la dirección de la carrera de Teatro del Arcis, de su aprovechamiento económico, de sus críticas al Teatro Municipal y del homenaje que le harán en el próximo festival “Santiago a Mil”.


Sólo diez días de exhibición le quedan a la obra “Prometeo, el origen”, el montaje con el cual volvió a los escenarios el dramaturgo y director teatral Ramón Griffero, que se exhibe en el centro cultural GAM.

En esta ocasión, Griffero (1954) escribió su propia versión de la tragedia y el mito griego, trayéndolos al presente, con un gran elenco encabezado por Paulina Urrutia, Omar Morán y Antonia Zegers.

En la obra, el artista cuestiona si el famoso castigo impuesto a Prometeo, condenado por entregar a los mortales diversos saberes como el fuego, la escritura y el arte, fue o no una injusticia. Griffero se aventura a preguntarse si la humanidad se merecía el don del saber.

Año agitado

Este 2014 fue un año lleno de cambios para Griffero. No sólo volvió a las tablas, sino también dejó la dirección de la Escuela de Teatro de la Universidad Arcis y además será homenajeado con una retrospectiva de sus obras en la próxima versión del festival “Santiago a Mil”.

"Prometeo, el origen", de Ramón Griffero.

«Prometeo, el origen», de Ramón Griffero.

En el caso del Arcis, para el artista no fracasó “el modelo educativo ni la calidad de formación que se generaba en la Escuela de Teatro, y que aportó en 14 años con generaciones de investigadores, dramaturgos, pedagogos que alimentaron el espacio escénico de nuestro país”, analiza.

“Lo que fracasó (fue) una gestión política, económica y administrativa ineficiente y poco transparente, que llevó al caos a ese espacio universitario”, sentencia.

De paso se muestra satisfecho con la muestra de sus obras en el “Teatro a Mil”.

“Desde que creamos el espacio de resistencia cultural a la dictadura, ‘El trolley’, en 1983, y el ‘Teatro fin de siglo’, he tenido el apoyo de generaciones de espectadores y  mi trabajo ha sido reconocido, alentado y valorado. He recibido todos las distinciones que mi país otorga a las artes escénicas, por ende lo anterior es muestra de una valorización”, señala.

“El homenaje es un indicio más de este reconocimiento que le da sentido de vida a esta profesión y al oficio de un arte”, agrega.

Ramón Griffero y el emblemático escenario de Río Abajo

Ramón Griffero y el emblemático escenario de Río Abajo

Dos mil años después

En el presente montaje, una actriz recibe de regalo un antiguo libro, “Prometeo, el origen”, lo que la lleva a soñar e iniciar un viaje en el que decide montar el texto. Griffero modifica el mito y va más allá, al agregar incluso un final nuevo.

“Es maravilloso que podamos citar una obra de 2.500 años que sigue siendo presente, lo que hace que seamos una continuidad en el firmamento.”, dice uno de los directores fundamentales del teatro chileno contemporáneo, quien en la década de los 80 reactivó la escena local a partir de la serie de obras estrenadas en la sala El Trolley.

En la puesta en escena, el elenco navega metafóricamente en un océano que enfrenta tormentas, naufragios y descubrimientos, a través de una emotiva actuación corporal. De esta manera se construyen narrativas visuales que tocan temas como la belleza, la tiranía, el amor, entre otras.

Por otro lado, Griffero explota al máximo su teoría escénica de “La Dramaturgia del Espacio” con un acentuado carácter plástico en la escenografía y un empleo recurrente de recursos cinematográficos, combinados con coreografías, canto y composiciones espaciales.  Es una propuesta estética donde todo el espacio funciona como un agente fundamental en el desarrollo de la acción.

A siete años de presentar su último trabajo (“Fin del Eclipse”), Griffero vuelve a dirigir a Paulina Urrutia (con quien trabajó en “Cinema Utoppia”, “Tus Deseos en Fragmentos” y “Éxtasis”), Antonia Zegers, Taira Court, Manuela Oyarzún (“Fin del Eclipse”) y Omar Morán (“Fin del Eclipse”, “Chile Bi”, “Cinema Utoppia”, “Tus Deseos en Fragmentos”), sumando a este nuevo montaje a los actores Juan Pablo Peragallo y Danny González.

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«Prometeo, el origen», de Ramón Griffero.

“Algo que decir”

Sobre su retorno a la dramaturgia luego de siete años, Griffero señala: “vuelvo a encontrar un lugar a través del cual hablar en el teatro y eso siempre es un agrado, no sólo una cuestión personal, sino que conectarse con un entorno.  Pensé que había algo que decir.  Por mi herencia de sociólogo, veo la teatralidad como registro de los tiempos y tuve una necesidad de registrar de nuevo”.

En el caso de esta obra, el autor eligió el mito de Prometeo para este nuevo montaje “para abordar el tema de que como vamos habitando nuestro planeta y preguntarnos qué hemos realizado con el fuego del saber, que era para la felicidad de la humanidad”.

Griffero describe la obra como “un viaje caleidoscópico por diferentes emociones”. “Al hablar de la humanidad, la obra se introduce por un viaje a través de nuestras emociones,  confrontándonos  a esas eternas pulsiones que nos hacen construir y destruir nuestros ideales a partir de esa paradoja del ser que se debate entre el ‘odio y el amar’”, señala.

Como una obra que narra el proceso de creación del teatro -una obra dentro de una obra-, se podría decir que este trabajo es deudor de “Cinema Utoppia», que también es una historia dentro de otra.

“Toda mi escritura se nutre de la multiplicidad de dimensiones en la cual habitamos, tiempos paralelos, memoria de un ayer, pensamientos internos, imágenes de un mañana y la contradicción entre nuestros alfabeto y nuestras emociones o percepciones”, reflexiona Griffero. “En ‘Prometeo, el origen’, estos planos propios de la vida se multiplican y se hacen presentes”.

Políticas culturales deficientes

Aunque sea difícil de creer, a pesar de la trayectoria del autor, este montaje no obtuvo financiamiento del Fondart. Según Griffero, justificaron el rechazo al financiamiento del proyecto porque no manejaba la teoría de la «dramaturgia espacial», que él mismo creó. ¿Cómo se explican estas paradojas en este fondo concursable?

Para el artista, una parte se debe al escaso presupuesto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), “el más bajo de las instituciones con rango de ministro, que le impide realizar políticas culturales para el desarrollo y promoción del arte y la cultura del país”.

Griffero destaca, por ejemplo, que el propio fondo concursable para todas las artes escénicas es apenas de 500 millones de pesos, muy poco en comparación al Teatro Municipal de Santiago, que por ejemplo, recibe $11.000 millones de pesos.

Esto “hace que el fondo colapse. Son mayores los proyectos de buen nivel que el fondo disponible, y en vez de asumir esa realidad se dan excusas o informes para bajar proyectos y hacer calzar los montos”, critica Griffero.

El ejemplo del Teatro Municipal no es gratuito. El artista ha sido un duro crítico de Andrés Rodríguez, su actual director, que dejará su cargo el próximo año tras más de tres décadas, y a quien considera parte de la herencia de la dictadura.

“Debería ser un espacio para el desarrollo de los creadores escénicos nacionales, dado que posee una única infraestructura que permite generar proyectos  de envergadura”, asegura.

Griffero además pide “eliminar la censura artística y visión estética decimonónica que se instauró”, “gestionar de manera eficiente un presupuesto que equivale a 20 años de Fondart escénico”, “promover el desarrollo de la música contemporánea y incorporar creadores de trayectoria para renovar las concepciones de puesta en escena de la Ópera, además de generar residencias a coreógrafos de danza y a músicos” y “destinar parte de su presupuesto a concursos públicos de creación escénica y musical”.

¿Agotadas?

El Teatro Municipal podría considerarse un ejemplo de algunos de los problemas actuales de la política cultural. Un momento en que muchos plantean que las formas de financiamiento estatal para la cultura están agotadas y que no responden a las necesidades actuales de la cultura.

“No están agotadas, son inexistentes si el país tiene dos soberanías, la territorial y la cultural” replica Griffero. “Queda claro la brecha y el afán en el gasto entre ambas”.

Algunos argumentan que en los años 70 y 80 no existían ayudas estatales para financiar obras, y que sin embargo se crearon grandes proyectos, muchos de los cuales modificaron el lenguaje teatral. Hoy, cuando el Estado tiene fondos concursables y algunos creen que el arte se ha homogenizado peligrosamente y que el Estado es el cliente del artista, ¿considera Griffero que esta es una situación real y que los fondos han terminado perjudicando los lenguajes artísticos?

“Es un mito: bajo la dictadura casi ya no existían dramaturgos, ni afloraban los grupos teatrales, ni cine, ni una diversidad de proyectos culturales”, responde. “Los que se realizaron y realizamos, marcaron hitos, en medio del desierto.  Y en los años 70, donde arte y política estaban unidos, la difusión estaba vinculada a ideología y a  las redes sociales de los partidos, especialmente de izquierda, que aportaban público y convocatorias a sus creadores permitiendo un financiamiento indirecto”.

Griffero insiste en que una política cultural no puede centrarse en fondos concursables “cuya estructura no responde a la realidad cultural. Cada año debo volver a enviar mi currículo y justificar una trayectoria de 30 años, como muchos”, lamenta.

– Hace  algunos años dijiste que en Chile se censuraba porque no existían espacios de difusión para la cultura. ¿Crees que hoy la televisión y los grandes medios brindan el espacio adecuado a la cultura y la abordan de una forma correcta?

– Considero que no existe la libertad de expresión sin difusión. Nadie puede saber de la existencia de nuestro patrimonio cultural o de creaciones que se realizan en todos los ámbitos si no sabemos de su existencia. Los medios masivos, al no difundir la cultura -veamos lo que se hace con el deporte y la farándula- invisibiliza muchos proyectos. Como no se puede obligar a los medios a difundir, debería haber una gran política cultural de difusión que adquiera los espacios televisivos y publicitarios, si realmente se desea que los ciudadanos conozcan la expresión del espíritu de su país. No podemos amar lo que desconocemos. En una sociedad de mercado ningún producto existe, ni los políticos, sin publicidad o propaganda.

Ficha técnica

Centro Cultural GAM (Alameda 227, Metro Universidad Católica)

Temporada: 9 de noviembre al 14 de diciembre

Horarios: Miércoles 21.30 horas / Jueves a sábado 21:00 horas / domingo 20:00 horas

Sala A 2

Compañía Teatro de Fin de Siglo

Dramaturgia y dirección: Ramón Griffero

Elenco: Paulina Urrutia, TairaCourt, Antonia Zegers, Manuela Oyarzún, Juan Pablo Peragallo, Danny González y Omar Morán

Escenografía y Diseño Integral: Javiera Torres

Música: Alejandro Miranda

Iluminación: Sergio Armstrong y Javier Salamanca

Producción: Javiera Vio

Asistente de Dirección: Ricardo Balic

Producción de Vestuario: Francisca Torres

Realización Vestuario: Marcela Toloza, Carolina Pelegri y Alejandro Ortiz

Entrada general: $8.000 Pre-venta general: $6.000 Tercera edad: $4.000 Estudiantes: $3.000, 2×1 La Tercera, Membresía Profesores, Membresía BiblioGAM, SIDARTE y ACHS / -20% Movistar, Membresía GAM-Lastarria / 2x$5.000 Membresía Adulto Mayor

* Precio especial para grupos de mínimo 10 estudiantes, escribiendo a info@gam.cl.

 

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