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Obesidad: la cruz con la que cargan las mujeres chilenas Más que un problema de salud

Obesidad: la cruz con la que cargan las mujeres chilenas

Pilar León, Florencia Limonado y Andrea Pozo
Por : Pilar León, Florencia Limonado y Andrea Pozo Estudiantes de Periodismo de la Universidad de Chile.
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Una de cada tres mujeres en Chile es obesa, lo que significa que una gran cantidad de la población femenina de nuestro país está más propensa a padecer enfermedades asociadas a la obesidad, como la diabetes e hipertensión, y asimismo, a morir producto de ella. Las principales causas serían la falta de un estilo de vida saludable y las condiciones biológicas propias del sexo femenino, sin embargo, también hay otras razones para que Chile lidere el ranking de obesidad femenina en Sudamérica, motivos que responderían al lugar que ocupa la mujer en la sociedad chilena.


Ignacia Ramírez tiene actualmente 24 años, vive en la comuna de Las Condes y estudia ingeniería comercial. Desde los 14 años ha tenido problemas con su peso. Ha hecho de todo: someterse a dietas excéntricas, tomar tres laxantes por día, practicar deportes, atenderse con diversos expertos de salud, pero nada le servía para bajar los 24 kilos que tenía de sobrepeso. A pesar de que Ignacia sonríe a cada momento, sus manos se mueven rápidamente cuando relata los tiempos en que iba al supermercado mientras tenía ansiedad y compraba cinco paquetes de galletas, dos barras de chocolates grandes y un helado a escondidas de su familia. La mitad de su compra terminaría en el basurero ya que le provocaban sentimientos de culpabilidad. Sin embargo, ocurrió un cambio en su vida: tras congelar en la universidad y pasar siete meses escondida en su casa y sin salir de su cama, decidió acudir a terapia con una psicóloga y enfrentar lo que estaba sucediendo.

Según el informe Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2017, que realizó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), un 32,8% de la población femenina padece obesidad en Chile, cifra que lo sitúa como el país de Latinoamérica con mayor cantidad de mujeres obesas.

De acuerdo a esta investigación, tanto el sobrepeso como la obesidad, son problemas de salud que van en alza en los países de la región, afectando principalmente al sexo femenino. Para la FAO son múltiples sus causales, entre ellas está el cambio de hábitos alimenticios, la mayor oferta de productos ultraprocesados y un menor consumo de comida preparada en la casa. Lo que va de la mano, con el aumento de la vida sedentaria, largas jornadas laborales y poco control del mercado de alimentos.

Por su parte, la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 del Ministerio de Salud (Minsal), que se publicó en noviembre del año pasado, reveló cifras más altas en torno a los problemas de salud relacionados con el sobrepeso en la población femenina. El instrumento estableció que un 33,7% de las mujeres mayores de 15 años en Chile sufre de obesidad y un 4,7% padece obesidad mórbida, mientras que un 28, 6% de los hombres son obesos y solo un 1,7% son obesos mórbidos. En ambos casos, las mujeres superan el promedio nacional -31,2% y 3,2% respectivamente-.

El problema de salud del siglo XXI

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede resultar perjudicial para la salud de las personas, la que se identifica a través del índice de masa muscular (IMC) que establece una relación entre el peso y la talla. Al respecto, la nutricionista Verónica Romo recomendó que “para tener un diagnóstico nutricional completo, hay que medir también el porcentaje de grasa corporal ya que el IMC es solo una simple relación entre el peso y la talla”.

Desde 1975 la obesidad se ha casi triplicado en el mundo. En nuestro país, de acuerdo al informe de la FAO y la OPS, el aumento de este problema para la salud es de un poco más del doble. Fenómeno que se evidencia en el caso de la obesidad femenina, pues en los años 80’ sólo un 15% de las mujeres mayores de 18 eran obesas en Chile y en la actualidad esta cifra supera el 30%. Para Catalina Concha, nutricionista de Gendarmería de Chile, este incremento de los índices de obesidad se debe a que “han cambiado nuestros hábitos alimenticios y estilo de vida de las mujeres, pues antes había desnutrición en nuestro país”.

Según la OMS existe la posibilidad de prevenir tanto el sobrepeso como la obesidad, para ello es fundamental un entorno favorable que permita influir en las elecciones de las personas, como, por ejemplo, la ley de etiquetados en nuestro país. Además, también es importante que la población se alimente de manera consciente y realice ejercicios de forma periódica. Dentro de esta idea, la alimentación resulta ser fundamental pues contribuye con un 70% al estilo de vida saludable, mientras que el ejercicio aporta el 30% restante.

“Una vida saludable implica, en primer lugar, elegir bien los alimentos que yo como y organizarme para tenerlos disponibles, y así alimentarse de verdad”, afirmó Daniela Román, especialista en hábitos alimenticios. Asimismo, Camila Olivares, licenciada en educación y profesora de educación física, señaló que “en Chile aún no tenemos interiorizado el tema de actividad física, nos falta mucho, estamos a años luz de otros países donde las personas se preocupan más de su salud que de su apariencia física, por algo somos un país obeso”.

Para Ignacia, el día que asistió al nutricionista y le comunicó que padecía de obesidad “fue un shock, me cayó como patada en la guata, nunca más quise volver a ese lugar”, sentenció. Todo el tiempo se había excusado y convencido a sí misma que su problema de peso se debía a su hipotiroidismo, pero en realidad tenía más relación con su obsesión por comer. No obstante, ahora tras tres años de su baja de peso, declara que aprendió “a lidiar con el tema, pero de una manera más saludable”.  Si bien, afirmó que nunca dejará de tener problemas con la comida, si optó por prepararse comida saludable. Abandonó los trastornos alimenticios y este año se propuso tener una vida más activa “el deporte me regula demasiado la ansiedad, entonces me propuse hacer ejercicios cinco veces a la semana”.

El problema de la obesidad y el sobrepeso, es que ambos se vuelven un factor de riesgo para las enfermedades no transmisibles, tales como las cardiovasculares -cardiopatías y accidentes cerebrovasculares-, la diabetes y la hipertensión. Para Alejandra Gómez, directora clínica de GOCE, la preocupación de las personas por su peso viene cuando les descubren algunas de estas enfermedades.

En Chile, país líder en obesidad femenina en Latinoamérica, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud, un 2,8% de las mujeres ha sufrido un infarto al miocardio y un 3,2% un accidente cerebro vascular o trombosis cerebral. Asimismo, un 14% padece de diabetes y un 27,7% de hipertensión arterial. Salvo los ataques al corazón, todas estas cifras superan el promedio nacional en relación a estas enfermedades.

De acuerdo al estudio El Costo de la Doble Carga de la Malnutrición: Impacto Social y Económico en Chile, Ecuador y México de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 2,9 millones enfermedades crónicas en Chile están relacionadas con la obesidad y alrededor de 12 mil personas mueren al año en nuestro país producto de ella. Según datos entregados por el departamento de nutrición del Minsal en 2014, en Chile la obesidad provoca una muerte cada una hora.

Finalmente, el informe Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2017, señala que el incremento continuo del sobrepeso y la obesidad, que constituyen factores de riesgo para estas enfermedades y principal causa de muerte en la región, afecta también a los gobiernos pues deben diseñar políticas públicas para su prevención y combate, lo que constituye enormes gastos para la economía fiscal.

La tríada de la mujer chilena

Las exigencias que la mujer debe enfrentarse en la sociedad chilena han contribuido en los altos porcentajes de obesidad en la población femenina.  El rol en el que se desenvuelve la mujer en la casa, el trabajo y a su vez, como objeto sexual para el goce masculino “es una triada que imposibilita un estilo de vida que pueda ser saludable, en especial en cuando son mujeres trabajadoras que se encargan de la casa y de sus hijos e hijas, porque genera una vida sedentaria lo que provoca por tanto en las mujeres sobre peso y en algunos casos obesidad”, así lo expresó Javiera Cabello, egresada de derecho e integrante de la Secretaría de sexualidades y género (Sesegen) de la Universidad de Chile.

Pamela Muñoz, tiene 40 años y vive en la comuna de Cerrillos. Está casada y tiene dos hijos de 5 y 7 años. Tras terminar su jornada laboral, se le ve agotada, pero resaltan sus ojos delineados junto a su figura curvilínea en un traje negro ajustado de dos piezas. Comienza rememorando los tiempos en que pesaba 120 kilos y lo complejo que era encontrar ropa de su talla. Siempre había estado en un “peso ideal” pero tras un cambio en su tratamiento anticonceptivo, enfrentarse a la maternidad y el gusto de su marido por las “rellenitas”, comenzó a subir de peso hasta que se le “escapó de las manos”. En un momento se le ve algo apenada y confiesa en voz baja para que sus hijos que están jugando en el comedor no la escuchen “ni me maquillaba, tenía que andar corriendo de aquí para allá por los niños y el trabajo, ósea, olvídate de hacer ejercicio o preocuparme de mi. Creo que en gran parte, me sentía bastante sola, sobre todo al tener que ser buena esposa, madre y trabajadora, eso de tener que cumplir siempre, me cansaba”.

Es por esto, que Pamela decidió ahorrar dinero y se realizó una operación de bypass gástrico hace 3 años atrás, ya que así “bajaba más rápido de peso, no tenía tiempo para ir siempre a un gimnasio”, expresó. Ahora pesa 60 kilos aproximadamente y dice haberse “reconciliado” con su autoestima y su cuerpo. En la actualidad, intenta cada día enfrentar el “estrés de ser mujer” e incorporó una rutina de vida saludable.

Si bien, se ha asociado la obesidad femenina a factores biológicos –  tener menos masa muscular y un metabolismo distinto a comparación de los hombres- serían más elementos los que influyen en esta problemática.

Para la directora clínica de GOCE, los problemas de obesidad tendrían estrecha relación con el ámbito social, cultural y emocional. Las mujeres estarían sometidas a más estrés que los hombres debido a que “como mujeres nos tenemos que hacer cargo de los niños, de la familia, de la casa, tendemos a abarcar y hacernos cargo de todo. Vías de escape socialmente validadas, son súper nulas. La que está más validada es la comida”.

La Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en 2015, reveló que las mujeres en Chile dedican al día un promedio de 5,89 horas al trabajo no remunerado, es decir, al trabajo doméstico en el hogar. A diferencia de los hombres, que sólo ocupan un 2,74. La profesora de educación física afirmó que en el gimnasio donde trabaja “muchas mujeres se inscriben y vienen un mes y ya no vienen más. Siempre dicen ‘no tengo donde dejar a los niños’, ‘que el colegio’, ‘que la reunión’, ‘que la casa’, ‘que el almuerzo’, ‘que no alcancé’, etc.”

La nutricionista Catalina Concha enfatizó que otro tipo de presión que la mujer debe enfrentarse es a los estereotipos “se nos han puesto muchas barreras y presiones. En la televisión, por ejemplo, se acepta a un hombre obeso y nadie le dice nada. Una mujer en cualquier cargo, debe estar en perfectas condiciones”.

Es por esto, que para la psicóloga clínica Daniela Chávez, máster en trastornos alimentarios y obesidad de Barcelona “las mujeres se están rebelando, no creo que las mujeres chilenas sean más débiles emocionalmente o que necesiten la comida más que los hombres, no, en absoluto. Pero si creo que las mujeres estamos viviendo esta transición, en nuestra identidad, que es lo que ahora significa ser mujer”.

Además, agregó que es importante “educar, prevenir, decir: mira esto es riesgoso, que hagas dieta de esta manera es dañino, esto es sano. Pero tiene que ver mucho con los estereotipos, mucho con lo que quiero llegar a ser, con lo que me han enseñado que es bonito y correcto, que, si soy así, podré lograr las cosas que quiero, seré exitosa o feliz. Eso es toda una mentira”.

Comer para evadir

Vivir toda la vida a dieta, con la comida restringida, con prohibición por parte de la familia y con una presión social de que tener un cuerpo esbelto es la clave para la belleza, es la historia de muchas mujeres chilenas. Es por esto que muchas de ellas encuentran en la comida una herramienta para poder equilibrar y evadir emociones poco placenteras que viven día a día, lo que se conoce como hambre emocional.

La psicóloga experta en hábitos alimenticios explicó que este tipo de hambre se puede combatir desarrollando inteligencia emocional al comer, a través de una terapia. Señaló que cuando las mujeres comen por alguna emoción, el placer de comer no dura más de tres minutos “entonces después de esos minutos, en que comen muy rápido y no lo disfrutan, siguen sintiendo lo que sentían antes de comer y además sienten culpa. Hay mucho sufrimiento en la relación que tiene la mujer con la comida. Lo más importante es hacerse cargo de la emoción que las hace comer, y luego ver qué estrategia pueden usar en vez de comer”.

Para Alejandra Gómez, comer es el síntoma del problema de fondo y que se debe a que “pasan muchas otras cosas para desarrollar este síntoma, que es una mala relación con la comida […] Entonces lo que hacemos es atacar el síntoma por un lado y también los invitamos a hacer la reflexión más profunda de qué es lo que hay detrás de este”.

En general, la obesidad se ha tratado a partir del ámbito médico que se enfoca desde el cuidado del cuerpo. En el último tiempo se ha tomado conciencia de que está asociada a otras enfermedades psicológicas como la depresión, la baja autoestima y también trastornos alimenticios de los cuales se desprende la anorexia, la bulimia o la purga.

A los 19 años fue la primera vez que Ignacia empezó a ir a un psicólogo y psiquiatra por temas alimenticios. “Siempre supe que, si me lo comía todo, me veía mal, me sentía mal y la gente me percibía mal, era por algo. Yo me aferré a la comida. Mis problemas familiares me los estaba tragando”.

Según el estudio Depresión y Otros Trastornos Mentales Comunes de la ONU, a nivel mundial, la depresión es más común en las mujeres (5,1%) que en los hombres (3,6), al igual que el caso de los trastornos de ansiedad -4,6% y 2,6% respectivamente-. En Chile, el 5% de la población tiene depresión y el 6,5% sufre trastornos de ansiedad.

Al respecto, Daniela Román explicó que la ansiedad es una emoción real y que “con ese sentimiento, las mujeres tienen un hábito de ir a comer y esto ocurre porque culturalmente pensamos que emociones como pena, rabia y ansiedad son algo negativo. Lo importante aquí es que las personas puedan expresar esas emociones para no transformarlas en algo que no hay que sentir”.

Para mujeres como Ignacia, que han estado con 24 o más kilos sobre su peso y que sufren obesidad, el tema de la comida será algo que siempre estará presente. Trastornos alimenticios y problemas psicológicos son precursores de la obesidad en muchos casos, y la identificación de éstos no es fácil. Si no se tratan de manera paralela, el camino a la sanación puede ser aún más arduo, y en muchos casos se produce el efecto “rebote”, el cual conlleva frustración y todo vuelve a comenzar otra vez. “Me pasó muchas veces que llegaba a mis metas, pero seguía sintiéndome vacía porque me estaba preocupando solo de lo superficial y no de mi por dentro, de mis ánimos, de mi bienestar mental y emocional. Cuando bajé los 24 kilos y me miraba al espejo, a veces decía que me faltaba más aún. Y ahora, veo fotos de esa época y no me faltaba nada”, detalló Ignacia.

 

* Escrito por estudiantes de Periodismo para el ramo reportajes de la Universidad de Chile.

Pilar León, Florencia Limonado y Andrea Pozo

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