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En Congreso Futuro UNESCO anunció proyecto SAGA, que busca mejorar la situación de las mujeres en relación a la brecha de género en los ámbitos de la ciencia A nivel global, solo el 28% de los investigadores son mujeres

En Congreso Futuro UNESCO anunció proyecto SAGA, que busca mejorar la situación de las mujeres en relación a la brecha de género en los ámbitos de la ciencia

El anuncio se hizo en el marco del Conversatorio “El Género en la Ciencia” de Congreso Futuro donde cuatro expertos pertenecientes a distintas disciplinas debatieron entorno a la necesidad de crear un acceso óptimo para las mujeres al ámbito tecnológico, científico, matemático y en la sociedad. ¿Cuáles son las dificultades? ¿Cómo zanjar los problemas en torno al género y la ciencia?


El sexto día del Congreso del Futuro, lugar en que se discuten los problemas que nos atingen como sociedad y que urgen resolver, se empapó una buena noticia para beneficio de las mujeres ligadas a las ciencias en Chile.

Desde la presidencia de la Comisión del Senado de Desafíos, Ciencia, Tecnología e Innovación anunciaron la llegada del proyecto UNESCO, denominado SAGA, se busca mejorar la situación de las mujeres en relación a la brecha de género en los ámbitos de la ciencia en general.

Ernesto Fernández Polcuch, Jefe de la Sección de Política, Científica y Alianzas de la UNESCO, en compañía del presidente de la comisión del senado dedicada a la materia tecnológica, Guido Girardi, relataron esta nueva alianza. A lo que el senador chileno afirmó “nos comprometemos que en el próximo Congreso del Futuro podamos tener más participación aún de las mujeres”.

Cabe recordar que de los 130 expositores presenten en esta cumbre de expertos, hay un 40% de mujeres especialistas en su materia, poniendo de meta para un próximo año al menos conseguir un 50% a modo de llegar a la equidad necesaria.

Bajo esta línea se desarrolló el panel moderado por la asesora de la Vicepresidencia del Senado en Chile, Elizabeth, Bet, Gerber, feminista, experta en género, quien veló para discutir “El Género en la Ciencia” de manera consciente frente a este problema de inequidad de género que se está viviendo en el mundo científico.

Tenemos que rehacer muchas cosas

Diana Maffía, PhD en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires y fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología, comenzó exponiendo dos fotografías. Una de ellas correspondiente a 1972, en donde entre un gran grupo de científicos varones estaba sentada Marie Curie, una científica polaca ganadora dos veces del Premio Nobel.

“Quiero decir que a una no le alcanza con ser brillante para tener una espacio en la ciencia”, relató la experta, pues después hizo un salto en el tiempo al mostrar una foto de un congreso en 2017 donde la situación era totalmente inversa. ¿Qué quiso decir Diana Maffía?, que no es fácil y no sucede un cambio de un día para otro para adentrarse en el mundo científico. Las barreras existentes para las mujeres son más complejas que para hombres. Y con eso no bastan los grandes títulos universitarios cuando desde este ámbito te excluyen por tu género.

Pero existen otros factores a considerar, la filósofa comenzó a analizar la fotografía llena de mujeres del congreso italiano llevado a cabo en 2017. “Esas mujeres probablemente sean de una buena situación económica. Claramente son todas blancas. Allí no hay mujeres de pueblos originarios, no hay mujeres afrodescendientes. Y estamos hablando de Europa”, comentó Maffía exponiendo que la dificultad para la científica latinoamericana es mayor.

A lo que afirmó que “si pensamos la ciencia como mujeres desde América Latina, tenemos que rehacer muchas cosas”.

La profesional argentina aseguró que existen limitaciones específicas, como lo son las económicas, para desarrollar este tipo de carreras en América Latina. Además de la limitación geopolítica y, otra que no se considera mayormente, es la lengua.

“Los pueblos originarios, en América Latina, son más de 600. Hablan diversas lenguas, ninguna de esas lenguas es la de la academia. La academia, como en el derecho, la política, como casi todas las estructuras de la democracia tienen como lengua el español, que es la lengua de la conquista”, expuso.

Una persona angloparlante va a vivir su vida cotidiana en la misma lengua en que se construye ciencia, a través del inglés. Por el contrario, una persona hispano hablante se va a encontrar con otra dificultad para desenvolverse en este lenguaje.

Además de esto, advierte una mirada en que se le liga a la mujer con lo emocional, lo delicado, “Aspectos que no solo no se consideran valiosos para producir saberes, sino que se considera barreras en la producción de saberes”, comentó. Y por lo tanto, este tipo de aspectos son mirados en menos solo por ligarse a la sensibilidad.

A nivel global, el 28% de los investigadores son mujeres

Ernesto Fernández Polcuch, quien luego de anunciar la nueva alianza entre UNESCO y Chile para llevar adelante el proyecto SAGA, se unió al panel de expertas para discutir sobre la mujer y las ciencias, advirtiendo que a nivel mundial la cifra de investigadoras no logra sobrepasar el 30%.

Aun así, cabe destacar que varios países latinoamericanos esta cifra se eleva a un 45%, como en Argentina y Uruguay, mientras que en Chile la cifra es muy similar a la de nivel global.

“Esto no es solo un problema de las mujeres. Es un problema de mujeres y hombres”, con esto asegurando que al alcanzar una mayor equidad de género dentro del mundo científico, los beneficios serían para ambas partes y para la ciencia.

Hay que permitirles a los niños y niñas romper con los estereotipos de género

Adriana Bastías es vicepresidenta y socia-fundadora de la Red de Investigadoras, lugar en que promueven la equidad de género en todos los ámbitos de conocimiento. La profesional comenzó el panel relatando su propia experiencia, la que la llevó a ser la profesional de las ciencias quien es hoy.

“Esa niña que aparece sobre ese guanaco y sobre esa orca soy yo. Yo nací en Puerto Natales, en la región de Magallanes y la antártica chilena, y hasta los siete años fui hija única, cuando nació mi hermana. Mi padre, cuando salía a pescar con sus amigos, ellos llevaban a sus hijos varones, él me llevaba a mí. Porque era lo que había”, relató.

Más tarde llegaría un juego de química a sus manos siendo pequeña, a partir de ello, instintivamente, llegó a una carrera científica. “¿A qué va esta diapositiva? Va a que hay que permitirles a los niños y niñas romper con los estereotipos de género y llegar a crecer y hacer lo que ellos quieran, independiente del género que ellos tengan.

Desde su trayectoria como profesional, advierte un problema de jerarquías en desmedro de la posición de la mujer científica, pues “Las mujeres en la academia están sub representadas en los niveles de decisión y están sobre representadas en las decisiones jerárquicas menores”.

Por lo que, en base a eso, comentó que desde la Red de Investigadoras entregaron especiales indicaciones enfocadas en género, para que el nuevo ministerio ligado a las ciencias y tecnologías sea un entorno más consciente. Así para que “una de las funciones del ministerio sea instaurar una perspectiva de género donde la participación sea equitativa entre hombres y mujeres”.

Además recalcó que existen estudios internacionales que los profesores tienden a explicarle menos a las niñas que a los niños, frente a lo que hizo una aclaración para trabajar intensamente a que este tipo de situaciones no sigan ocurriendo dentro de las aulas de clases, ni en el mundo de las ciencias.

“Porque el talento se reparte por igual entre hombres y mujeres, necesitamos más investigadoras en Chile”, remató Bastías.

Lo he vivido

María Teresa Ruiz es una PhD en Astrofísica de la Universidad de Princeton, además Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1977. Actualmente es la Presidenta de la Academia Chilena de Ciencias.

“El tema de género no lo he estudiado como tal, pero sí lo he vivido”, esclareció, pues en su alta trayectoria como profesional ha observado y vivido situaciones de desventaja y/o discriminación en el mundo científico.

“Yo creo que las mujeres aportamos a las ciencias algo único, algo que hace que la ciencia tal vez algún día progrese”, además destacó la capacidad de la mujer por hacer redes comunicacionales en el trabajo y su capacidad por interesarse por el ser humano, ayudando a generar un mejor ambiente y equipo de trabajo.

Planteó que de niños las diferencias en intereses ligados a las ciencias no son grandes cuando son pequeños, pero que la brecha y el interés comienza a expandirse a medida que pasan los años y llega la adolescencia. “Las barreras son muchas, las niñitas por los estereotipos que le muestran”, expuso.

Pero aseguró que no solo la búsqueda de una mayor equidad en este ámbito es importante para las mujeres, sino que “la ciencia tiene que tener la oportunidad de tener más mujeres en ella”.

La discusión

Diana Maffía volvió a destacar la importancia de conformar redes que comentó María Teresa Ruiz en su charla, abogando a que parte de esta conformación de redes está el beneficio de la diversidad. Además, prosiguió comentando una serie de entrevistas, que realizó desde su cargo como mujer feminista en Argentina, dedicadas a mujeres científicas.

“Una cosa que me sorprendió mucho al entrevistar estas mujeres es que muchas de ellas vivían solas. Entonces uno pregunta ¿y la pareja? Y “no, que estuve dedicada a la ciencia”.”, expuso. Mientras que los colegas varones no sufrían de estos inconvenientes, pues poseían una esposa para que cuidase de la familia. “Estas mujeres dedicaron su vida a la ciencia a expensas de hacer una pareja”, destacó Maffía.

Por lo que su descubrimiento fue que un 75% de esas mujeres investigadoras, eran solteras. Y es que estas diferencias se generan dentro del mundo científico, además de la poca tolerancia por parte de los hombres de trabajar a la par con una mujer científica.

La Astrofísica, María Teresa Ruiz, relató una experiencia ocurrida mientras realizaba su posgrado en la Universidad de Princeton en Estados Unidos. Como en muchas ocasiones, esta mujer fue la primera mujer en ingresar a este posgrado.

En un principio contó cómo no se generaba mayor comunicación con sus compañeros, pero aseguró que en su segundo año lograron afianzarse y salir a recrearse juntos como colegas. Hasta que un día verificó que todo el tiempo en que en su primer año de universidad no le hablasen, no era por su dificultoso inglés, menos porque no era competente, sino por otra triste razón

“Cuando los vi un día muy preocupados por un problema que no podían resolver, me acerco yo, porque ya lo había resuelto, para explicarles. Estaba yo muy inspirada en la pizarra, en una oficina que no era mía y que era de uno de ellos, y de repente me doy vuelta y no había nadie. Se habían ido»

“Me dio pena. Pero no por mí, sino por ellos. En realidad para mí fue un tremendo alivio, porque dije ya, que bueno, no era yo. Son ellos que tienen problemas con lidiar con una mujer en su área de trabajo”, expuso María Teresa

Además, cuando fue madre de su primer y único hijo, como se les remuneraba a los trabajadores de la universidad por su participación activa y el embarazo le dificultó llevar a cabo con normalidad sus labores. Al acercarse al director del departamento que veía esa área, un amigo suyo, le dijo “ya tuviste… ¿no irás a tener otro chiquillo?”, poniendo así en evidencia cómo la maternidad no está aún resuelta dentro de la academia.

“Nos dicen que tener un hijo es lo más importante, si es lo más importante ¿por qué los varones no tratan de sacarnos ese bien?”, dijo frente a esto Diana Maffía, asegurando que fuera de las maravillas de tener un hijo, están estas barreras que se crean para la mujer surgir en su carrera laboral.

“En el mundo académico, como en el mundo en general, ya casi nadie se reconoce como machista. Porque es mal visto, porque políticamente es incorrecto”, comentó por su parte Adriana Bastías.

“Todos le mundo dice: no, yo las voy a apoyar. Ahora, eso cambia en el momento de que, para que ingrese una mujer, significa que tiene que ceder el puesto. Ahí es cuando se produce el conflicto”, sin embargo declara que existe menos discriminación en comparación a otros años, pero aún falta mucho por avanzar.

Por ejemplo hay que avanzar en un protocolo óptimo para contener los casos de acoso sexual que han estado viviendo las universidades chilenas, “y por otro lado se tengan clase cuales son. Es importante que los hombres tengan claro qué es incorrecto y que en cierta forma se normalizó. Y no es correcto”, puntualizó la chilena.

Como activa defensora de la equidad de género, planteó lo siguiente “Nosotras creemos como red de investigadoras que sería interesante que dentro de la acreditación de las universidades chilenas, se considere como un ítem la equidad o las medidas de género, para que haya un piso mínimo dentro de las universidades”.

“La ciencia que se considera representante de la universalidad de lo humano, pero que solo representa un pequeño grupo privilegiado”, finalizó Diana Maffía.

Ante esto, las propuestas que se generaron principalmente giraron en torno a la educación que se les imparte a los niños y niñas no solo en sus escuelas, sino que en sus casas. Esperando que desde estos ámbitos se les inculque la curiosidad por distintas disciplinas, sin segregar ciertas actividades por ser consideradas de un género y no del otro. Realizar un cambio cultural que permita desenmarcarse del 28% de investigadoras a nivel global, para que la cifra aumente poco a poco a medida que resolvemos estas deudas de género como sociedad.

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