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El “momento político” es de las mujeres, por mí y por todas mis compañeras… Yo opino

El “momento político” es de las mujeres, por mí y por todas mis compañeras…

Nicole Mulsow García
Por : Nicole Mulsow García Trabajadora Social, Docente y miembro de Mujeres Progresistas.
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Como era de esperarse, ciertos analistas representantes de sectores políticos, intentan instalar ideas fuerza en la cabeza de los lectores, auditores, tele-auditores, cyber-navegantes, etc., siendo muchas de ellas, a lo menos, cuestionables en su veracidad o planteadas sobre una base de cálculo errónea o sesgada. Entonces creo que es un deber moral y, para mí, una necesidad sentida, partir por derribar ciertos mitos o ideas falaces que he visto que rondan en las redes sociales y en los pasillos y mesas de connotados cafés, bares y en algunas terrazas de departamentos del centro de la capital y, asumo, del país.

La primera falacia es la del aumento de la participación de votantes. De acuerdo a los datos públicos de Servel el pasado 19 de noviembre, votaron 6.668.686, esto es un 46,6% del padrón electoral, o sea un 11% más que las elecciones municipales de 2016. A primera vista pareciera haber un aumento significativo, entonces me surgió la pregunta metodológica: ¿es correcto comparar este porcentaje con las pasadas elecciones municipales? Ciertamente no. Lo correcto es compararlo con la Elección Presidencial anterior. El año 2013, la participación en primera vuelta fue de un 49,4%, es decir casi 3 puntos porcentuales por sobre la votación de la primera vuelta recién pasada.

El segundo mito es el de que Chile está “de vuelta” a la política. Luego de leer tanto análisis y comentarios en medios y redes sociales, me queda la sensación de que entre los analistas existe una suerte de acuerdo sobre lo que sí quiere la gente, y lo que no quiere la gente lo marcan las preferencias expresadas a través de las distintas redes sociales. Hoy cualquier persona con acceso a internet y a una cuenta de Twitter puede realizar una encuesta y transformarse en barómetro del “momento político” y comentando entre sus seguidores, amigos o contactos tal o cual resultado de un número X de participantes. Sin embargo, el usuario de redes sociales y el analista político olvidan -tal como los participantes de un reality olvidan las cámaras – que pertenecen a un grupo más bien pequeño que es el perfil de personas que ocupan redes sociales para dar una opinión política. Hoy la mayor cantidad de personas que utilizan redes sociales son la generación millenials, quienes poco opinan sobre política y, por cierto, en su mayoría tampoco votan.

Otra omisión muy común y la que mayormente distorsiona la percepción de la participación ciudadana en política, es aquella que invisibiliza a esa gran mayoría de chilenas y chilenos que no está permanentemente conectada a internet, si no que maneja un plan de datos limitado, compra bolsas de datos, viven en zonas rurales, o que solo tiene acceso a redes de wifi públicas o de trabajo. Esta gran mayoría de personas no existe ni para los analistas ni para los encuestadores y que, por cierto, conforman esa mayoría de un 53,4% que no va votar. Por lo tanto, es un mito que Chile está “de vuelta a la política”, sino más bien es una sensación instalada a través de los medios masivos y las redes sociales, como decía McLuhan: el medio es el mensaje.

Y hablando de encuestadores, esto nos lleva al tercer mito: la sorpresa electoral del 20% de Beatriz Sánchez, la supuesta gran triunfadora de éstas elecciones. Si encuestadoras Adimark, CEP, CADEM, entre otras, hubieran hecho un buen trabajo no estaríamos hablando de una sorpresa sino de una tendencia. Esto ya que si tenemos en cuenta que la participación viene a la baja, la torta porcentual se divide entonces en los mismos votantes (en esta primera vuelta votaron 35mil personas menos que en la primera vuelta de 2013).

Así, era relativamente fácil proyectar que si en 2009 Marco Enríquez-Ominami obtuvo un 20%, y en 2013 él y Franco Parisi obtuvieron 10% cada uno, en esta elección presidencial el candidato del PRO, luego de las publicitadas acusaciones en su contra, nuevamente reduciría su votación a la mitad obteniendo solo su voto duro, representado por el partido que formó a nivel nacional y por quienes aún se mantienen incondicionales a él, ya sea por su carisma, su perseverancia o por ambas.

Eso dejaba un 15% a disponibilidad de quienes supieron conquistar esa opinión disidente del oficialismo (NM) y de la oposición oficial (la derecha), por lo que resultaba lógico que quien absorbería esa votación en esta pasada sería Beatriz Sánchez quien, junto a ese otro 5% representado por esas y esos jóvenes descolgados de la Nueva Mayoría quienes, valientemente, sin estar exentos de errores y utilizando el sistema político vigente, conformaron este nuevo conglomerado llamado Frente Amplio que supo canalizar eso que en 2009 encarnó Marco y que hoy encontró una nueva voz de esperanza en la figura de Beatriz, pero que demostró un aprendizaje presentando un proyecto político técnicamente mejor elaborado y con una base parlamentaria que se sextuplicó luego de estas elecciones para empujar los cambios.

Ahora que entendemos que las encuestadoras hicieron un lectura errónea del “momento político” -ya sea por insuficiencia muestral o moral – e inflaron las proyecciones para el candidato que mejor representa los intereses del sector empresarial y enarbola el crecimiento económico como única fórmula mágica para el crecimiento y la superación de la pobreza; así como desinflaron las cifras de todos los candidatos que, en sumatoria, representan a ese 55% de votantes que desafían el poder económico y que buscan modificaciones sustanciales a nuestro sistema económico, social y político con el fin de lograr una sociedad más inclusiva, mejor distribuida, con una economía sustentable y más justa; aún resulta difícil especular sobre si Beatriz Sánchez hubiera obtenido una mayor votación en caso de una mayor precisión estadística de las encuestas, ya que ese 20% lo obtuvo con casi 70 mil votos menos que ME-O en 2009, por lo que, si bien es cierto en ese año el voto era obligatorio y hoy no, y obtuvo una votación mayor a la esperada debido a “errores” estadísticos, lo concreto es que las 14 agrupaciones que conforman el Frente Amplio tampoco fueron capaces de convocar a más personas a votar por Beatriz, por lo que hemos terminado de derribar el tercer mito: ni el 20% de Beatriz debió ser una sorpresa ni es la gran triunfadora de esta primera vuelta. No así el Frente Amplio que si tuvo un triunfazo en el parlamento.

Entonces bien, luego de derribar estos 3 mitos o más bien cyber-mitos, revisemos los hechos:

-La Participación electoral viene a la baja desde el año 2013.
– Las encuestas demostraron ser un mecanismo poco efectivo para predecir resultados eleccionarios, pero muy efectivo para especular y confundir a la opinión pública.
-Las redes sociales no son representativas de la participación ciudadana en política.
-Llamar sorpresa a la irrupción política de Bea Sánchez en el FA y compararla con el efecto ME-O de 2009 sirve para ocultar el hecho de que, desde la irrupción del “díscolo” hace 8 años atrás, ese 20% que vota fuera de los 2 grandes conglomerados políticos que han gobernado el país desde el retorno a la democracia, ya va en casi 30% y que las cifras muestran una tendencia a aumentar, aunque dentro de porcentajes de participación que, como ya dije, van a la baja. Y siguiendo esta misma lógica el 44,6% de votación obtenido por la derecha no tendría hacia donde más crecer.

Por último, una reflexión que no he visto en ninguna de las columnas, panfletos ni memes, y es que, sí o sí, somos las mujeres las que marcamos la tendencia en el voto y somos las que, históricamente, decidimos las elecciones presidenciales.

Hoy, el “momento político” está marcado por 2 ejes que serán los que determinarán el resultado de esta segunda vuelta:

1. La crisis de confianza y corrupción que se viene arrastrando desde el gobierno de Lagos con el caso MOPGate y la que ha ido in-crescendo con cada nuevo caso de políticos y empresarios involucrados en casos de corrupción, lavado de dineros, redes de pedofilia y de prostitución infantil, malversación de fondos públicos, los casos Penta, SQM, Caval, las colusiones de las farmacias, de los pollos, del confort, de los supermercados, el caso Sename y redacción de leyes perjudiciales para la ciudadanía como la Ley de Pesca, entre otros.

2. Los innegables avances en materias sociales, de equidad, inclusión y justicia realizados por los gobiernos de la Nueva Mayoría y, especialmente por este segundo gobierno de Bachelet, apuntando a las demandas ciudadanas, tales como la promulgación del Acuerdo Unión Civil, el voto de chilenos en el extranjero, la creación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, la reforma tributaria, la Ley 20.780 de Aporte Familiar Permanente de marzo, la eliminación del vencimiento de la Tarjeta Nacional Estudiantil (funciona todo el año), la mejora de las condiciones laborales de trabajadoras de casa particular, la eliminación del embarazo como preexistencia en Isapres, la Ley Emilia, la Ley Ricarte Soto (financia enfermedades de alto costo), garantización del acceso universal y gratuito a la Educación Superior, la nueva Ley de PostNatal y derecho a sala cuna para trabajadores públicos, la Ley de Transparencia,la  Ley de Financiamiento de Partidos Políticos, la Ley de fomento al reciclaje, la Ley de Derecho a la conservación medioambiental, Lla ey que protege a menores abusados sexualmente respecto de la victimización secundaria, la creación del Ministerio de la Cultura y las Artes, las reformas que establecen el derecho de alimentación de los hijos también para los padres, el derecho a huelga efectivo, la creación de 51 centros de desarrollo de negocio en todo Chile -que ofrecen asesoría gratuita a emprendedores de mipymes-, el crecimiento exponencial de la matriz de energías renovables no convencionales -que pasan del 6 al 16% del total de la matriz-, el plan de construcción de embalses, canales de regadío y APR para combatir los efectos de la sequía, la nueva ley de etiquetado de alimentos (sellos), la capitalización de Codelco y de BancoEstado, la creación de la primera Superintendencia de Educación Parvularia y dirigida también por una mujer, el proyecto que permite a los tribunales de justicia acceder al Informe de la Comisión Valech y llevar verdad y justicia en causas de DDHH, el proyecto de matrimonio igualitario que incluye mejoras a la Ley de Adopción incluyendo familias homoparentales, la despenalización del Aborto en 3 Causales que permite a mujeres que sufren una violación, un embarazo inviable o cuya vida está en riesgo, poder poner término a dicho embarazo y detener la doble o triple victimización que dichas condiciones conllevan, sobretodo en niñas que han sufrido abusos sexuales reiterados y, entre tantos otros más, la sustitución del Sistema Electoral Binominal y la inclusión de cuotas de Género, que a pesar de ser aún insuficientes, permitieron hoy haber aumentado la representación parlamentaria de mujeres de un 15,8 a un 23,4 % y romper con la sobre representación de minorías políticas en el parlamento.

Con todos estos avances en materias de inclusión, desarrollo sustentable, justicia social e igualdad de género, es imposible no reconocer que el “momento político” actual está en nuestras manos, en las manos de las mujeres de Chile, y la decisión del próximo domingo determinará si tenemos la voluntad de continuar avanzando por el camino de la búsqueda de la equidad y la justicia o detenernos y, peor aún, retroceder en derechos. Quienes hemos tomado el camino feminista tenemos clara nuestra decisión, y ya que nuevamente se hace difícil anticipar un resultado, se torna vital honrar a nuestras ancestras que lucharon hasta la muerte por conseguirnos el derecho al sufragio y levantarnos todas a votar, por mí y por todas mis compañeras.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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