Publicidad
Grupo de mujeres audiovisuales chilenas acusa a importante productor de acoso sexual: él se disculpa Son cuatro denuncias

Grupo de mujeres audiovisuales chilenas acusa a importante productor de acoso sexual: él se disculpa

Alejandra Valle
Por : Alejandra Valle Periodista, porteña. Conductora de televisión, editora de revistas, con un largo currículum en diversas plataformas de información. Directora en www.elmostrador.cl/braga @siliconvalle
Ver Más

Los testimonios aparecieron en un grupo cerrado de profesionales, al que pertenecen más de dos mil mujeres. Nosotras Audiovisuales decidió escribir un comunicado que está firmado por 52 de sus miembros: «No toleraremos actos como los de Camilo Campi, que leemos con dolor y rabia en estos testimonios». Nos comunicamos con el post productor, socio de Corte Directo, quien reconoce sus culpas: «Me comprometí a que esto, por mi parte, no volverá a pasar, y para eso estoy en terapia con psicólogo».


El pasado lunes, el grupo cerrado de Facebook de profesionales de la comunicación llamado Nosotras Audiovisuales, en el que están unidas 2.325 mujeres, publicó un comunicado de prensa, en que acusan al post productor y socio de la productora Corte Directo, Camilo Campi, de actuar de manera inapropiada.

En la carta, firmada por 52 miembros, se relata que el pasado 25 de noviembre, catorce asociaciones europeas de mujeres audiovisuales llamaron a oponerse a la violencia a la mujer en el trabajo. En ese contexto, las “mujeres audiovisuales vinculadas al medio chileno decidieron unirse a ese llamado”, ya que tres de las integrantes del grupo cerrado (a las que posteriormente se unió otro testimonio) “fueron víctimas de acoso sexual laboral en la productora Corte Directo”.

La carta continua: “Quien las acosó es el post productor de imagen Camilo Campi y lo hizo, como suele suceder, desde una situación de poder (…). El objetivo que persiguen estas tres jóvenes a través de esta denuncia es que ninguna otra mujer vuelva a trabajar con él ni con ningún otro individuo de características similares”. Y agregan: “No toleraremos actos como los de Camilo Campi, que leemos con dolor y rabia en estos testimonios. Tampoco toleraremos la normalización y/o justificación de los hechos por él cometidos socialmente. Estamos contra cualquier forma de falta de respeto y de violencia contra nosotras”.

El comunicado cierra con las gracias a “Natalia, María, Valentina y Carolina por tener la fuerza de hacer esto público y querer que un hecho así no se vuelva a repetir nunca más” y luego se adjuntan la firmas y los testimonios.

El primero de ellos pertenece a Natalia Luque y relata que llegó el año 2012 a la productora Corte Directo a hacer su práctica. “Cuando llegué, me dijeron que sería la primera mujer en trabajar ahí” y si bien dice que al principio se sintió cómoda, pronto se enteró que “Camilo Campi, jefe del lugar, después del almuerzo volvía borracho” y que las otras personas que trabajaban ahí, se iban antes para evitarlo. “La primera vez que sentí que se estaba vulnerando mi espacio fue en un asado dentro de la misma oficina. Yo estaba fumando tabaco y había dejado el encendedor en mi muslo, bien cerca de mi entrepierna. Camilo, en un juego donde hacía como que me lo iba a sacar, pero que no, me miraba a los ojos pidiéndomelo y acercaba su mano. Yo me reí y le pegué en las manos en señal de no”, narra Natalia y suma una segunda ocasión. Otra fiesta más grande y cuando ella iba al baño con una amiga, Campi las detuvo y preguntó si podían ir los tres. “Mi práctica terminó y no quise seguir trabajando ahí. Quedé con la sensación de que Camilo era jote. (…) Hoy sé que en ese momento la palabra jote era en realidad acoso laboral”.

Valentina Cruz estuvo seis meses en Corte Directo a fines de 2014. Llegó como practicante. En ese tiempo, montaban el programa La Cultura del Sexo y la habían regalado a Camilo un juguete sexual. Según cuenta Valentina, ella preguntó a Campi qué era y él respondió: “Es para masturbarse… ¿me masturbarías? Yo me paralicé. No sabía qué decir. Y me insistía: ya po, quiero que me masturben. Me sentí muy incómoda. No atiné a decir nada y me fui”. Luego Cruz, al igual que Luque, cuenta que el post productor volvía borracho del almuerzo en ocasiones. Uno de esos días, ella fue a entregar un material y él “me preguntó si les podía hacer un striptease a él y la persona con la que estaba, otro compañero de trabajo. Esa persona me miró incómodo y dirigió la mirada al piso. Me congelé muy incómoda. En schock dije varias veces que no y me fui”.

Valentina cuenta que leyó un artículo que enumeraba los síntomas para detectar si estabas siendo víctima de acoso en el trabajo y fue cuando se dio cuenta que era lo que estaba viviendo y decidió renunciar a fin de mes. Quedaban sólo dos días y fue ahí cuando se produjo el incidente más grave. “Estaba trabajando en mi escritorio. Campi llegó muy borracho de un almuerzo, apenas pudiendo caminar derecho. Inmediatamente me sentí muy incómoda, y sentada frente al computador él se me tiró encima y me abrazó. Me preguntó si yo sabía que él me quería mucho, y me dio un beso en el cuello. De nuevo entré en schock, paralizada, pero lo hice a un lado y salí de la oficina”, cuenta.

Al día siguiente, Valentina renunció y le explicó que era por su acoso sexual. Él se disculpó y hasta le dio las gracias por el aprendizaje. “En ese momento me pareció más fácil seguir con mi vida pensando que le había hecho un favor, pero enterarme que ha seguido haciendo lo mismo ha abierto nuevamente el episodio”, añade.

El relato de María José Salazar es el más extenso y pertenece a agosto de este año, cuando fue asistente en el montaje de una serie para TVN y una película para una radio. Durante el asado del 18 de septiembre, él le insistió vía whatsapp que subiera a su propia oficina. Ella subió pensando que se trataría de trabajo. “Una vez que entré a mi oficina, Camilo cerró la puerta y se quedó ahí parado. Me miraba fijamente, sin hablar, y con una copa de vino en la mano. Luego empezó a decirme que tenía bonitos ojos (…). Me puse nerviosa e incómoda. (…) En eso empezó: ¿te puedo dar un beso? ¿Te puedo abrazar? Desde el primer hostigamiento me negué”, escribe María José. La situación siguió igual, hasta que ella logró salir, “pensando zafé”.

En el testimonio de Salazar, lo peor vino cuando decidió hablar, tras enterarse que esta no era la primera vez que Campi actuaba así. Habló con su compañera de trabajo Manuela Espiñeira, quien la acompañó a hablar con el otro socio de la productora, Juan Cristóbal Hurtado. “Él se sintió muy avergonzado y dijo que me apoyaba si quería irme. Y eso fue lo que hice: renunciar”. Manuela también decidió renunciar y enviar una carta a Campi en la que explicaba la gravedad de lo que había hecho. Luego Salazar decidió hablar con otra mujer montajista y consolidada, Andrea Chignoli. Ella, indignada, le contó a Andrés Wood (quien le subarrendaba un piso a Corte Directo). Wood escribió de vuelta lamentando la situación y diciendo que hablaría con Camilo, quien envió disculpa vía whatsapp a María José. Luego hubo una reunión entre la profesional y los socios, en la que Camilo “se victimizó diciendo que lo estaba pasando pésimo, llegando a sentirse mal físicamente. Juan Cristóbal le advirtió que si volvía a pasar, él no trabajaría más con Campi”.

María José cuenta que “lo último que hice fue juntarme a solas con Andrés Wood. Le expliqué que lo había pasado tenía nombre y apellido: acoso sexual en el trabajo. Si bien estuvo de acuerdo conmigo, me dijo que no podía hacer de juez en esta situación, y no podía hacer nada con Camilo, ya que él subarrendaba un lugar en sus dependencias y se irían eventualmente. Decía que lamentaba mucho que yo perdiera mi trabajo, pero que a Campi lo seguirían llamando, porque él siempre está con trabajo y que ambos llevan años trabajando juntos”. Luego Salazar fue a la Inspección del Trabajo para hacer una denuncia laboral. “Pero no conseguí nada”, cuenta María José. Y especifica: “Estaba imposibilitada de hacer una denuncia de este tipo por dos motivos: primero, por no tener un contrato (es decir, audiovisuales que emitimos boletas, no podemos acudir a estas instituciones); y segundo, por haber dejado de trabajar ahí”.

La última denuncia es del año 2013 y corresponde a Carolina Cerda. Ella también llegó a Corte Directo a hacer su práctica profesional. A la segunda semana fueron a grabar un video clip, el cual estaba ambientado en una fiesta. “Comencé a notar que Campi, con cada vaso que me pedía que le sirviera, me comenzaba a mirar más y comenzaba a acercarse para pasar su brazo sobre mi hombro y decirme que era una ‘linda colega’ mientras me insistía en que tomara una cerveza con él, a lo que siempre me negué. La noche pasó y Camilo estaba cada vez más ebrio, ahora me pedía que me acercara a él y me tomaba la mano para hacerle cariño y darle besos mientras apenas podía articular palabra y yo intentaba zafar cada vez que lo hacía”, narra Carolina. Su relato sigue con un abrazo y un beso en la mejilla, que la dejaron en shock, por lo que prefirió llamar a su pololo, quien terminó parándole los carros a Campi.

“Campi no me habló por unos días salvo para darme órdenes, lo cual agradecía, pero mientras pasaba el tiempo y las cosas se normalizaban comenzó a invitarme a almorzar diariamente o me pedía que me quedara para tomar una copa de vino, a lo cual siempre me negué. Cada vez que me negaba, al otro día tenía que hacer cosas que no me correspondían; ordenar y limpiar su oficina, llegar más temprano de lo normal e irme más tarde, hasta cuidar un perro. Sentí que me estaba castigando por rechazarlo”, explica Cerda.

Tras eso, y cuando apenas le quedaban a Carolina dos semanas para terminar la práctica, el video clip se estrenaría con una gran fiesta. “Me preguntó si iría a la fiesta, le dije que no, que esta noche viajaba fuera de la ciudad pero me insistió a que fuera, que no fuese aburrida que nos podíamos ir juntos. Me dijo que llevara a una amiga para que nos “divirtiéramos los tres”, todo esto mientras se acercaba a mí acorralándome y yo retrocedía para mantener mi distancia. No pude retroceder más y mi espalda tocó la pared y pude oler su aliento alcoholizado cuando se volvió a acercar a mi rostro. Quedé paralizada, con los ojos llorosos y la voz cortada, no sabía qué hacer. Siguió insistiendo en que llevase a una amiga al evento para “pasarla bien” sólo a centímetros de mi rostro. Al fin atiné a hacerlo a un lado con mi cuerpo y salí rápidamente de su oficina sin decir palabra alguna. Ese día me sentí la mujer más pequeña del mundo”.

La versión de Campi

Nos comunicamos con Camilo Campi vía correo electrónico y él acepta sus culpas confiesa sentir vergüenza. «No quiero bajarles el perfil ni nada a los testimonios y me parecen de una valentía tremenda que así se haga para que no vuelvan a pasar con nadie, y por eso doy la cara, no me quedo callado ni nada por el estilo, pero también siento que es una cruzada para enterrarme, quieren que no trabaje más, no sé», es una de las frases.

«Pedí disculpas al grupo de las Audiovisuales por los hechos, y me comprometí a que estos por mi parte no volverán a pasar, y para eso estoy en terapia con psicólogo», cuenta y agrega: «He descubierto heridas no sanadas de mi pasado que lamentablemente salieron influenciadas por el alcohol culpa de una depresión o frustración llevándome a lugares oscuros no deseados. Fue un error, lo fue y por eso he pedido las disculpas por ello, como así comprometiéndome a sanar yo, para tener una vida más plena, armónica, no quiero vivir escondiéndome por mis errores. No ando por la vida así acosando».

Les dejamos los descargos del comunicador audiovisual, a continuación.

Primero que nada, aclarar que esto a sido muy doloroso para mi familia, como para mí, también reconozco el malestar o daño que pudiera haberles causado a las involucradas, no es fácil abordar este tema, siento una vergüenza enorme por esto.

No quiero bajarles el perfil ni nada a los testimonios y me parecen de una valentía tremenda que así se haga para que no vuelvan a pasar con nadie, y por eso doy la cara, no me quedo callado ni nada por el estilo, pero también siento que es una cruzada para enterrarme, quieren que no trabaje más, no sé, etc.

Les he pedido las disculpas del caso a las involucradas mandándoles cartas por mi actuar, disculpas a otras personas con quién yo me relaciono y principalmente a mi mujer y a mi hijo, que son otras victimas de esta situación.

Pedí disculpas al grupo de las Audiovisuales por los hechos, y me comprometí a que estos por mi parte no volverán a pasar, y para eso estoy en terapia con Psicólogo.

He descubierto heridas no sanadas de mi pasado que lamentablemente salieron influenciadas por el alcohol culpa de una depresión o frustración llevándome a lugares oscuros no deseados. Fue un error, lo fue y por eso he pedido las disculpas por ello, como así comprometiéndome a sanar yo, para tener una vida más plena, armónica, no quiero vivir escondiéndome por mis errores. No ando por la vida así acosando.

Sólo te pido delicadeza con este tema por mi familia y mi hijo que tiene 11 años, como así su entorno. Ya que son lo que me va quedando junto a mis amigos más cercanos. Espero que esto sirva para lograr un cambio cultural que necesitamos, para dejar atrás el machismo y las conductas que no corresponden con la gente con la que trabajamos. Yo he aprendido la lección. También les pido que me den una oportunidad, que no me crucifiquen ni me expongan mas de lo necesario. Tengo familia y necesito seguir trabajando.

Doloroso aprendizaje, pero aprendizaje al fin. Hay quienes aprendemos con el dolor. Seguro esto lo llevaré para siempre conmigo, pero no queda más que seguir adelante y la vida se encargará del resto.

Publicidad

Tendencias