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¿Para qué vivir si no tengo un lugar? El duro escenario de la juventud LGBT en Chile Sociedad

¿Para qué vivir si no tengo un lugar? El duro escenario de la juventud LGBT en Chile

En este artículo publicado en el último número de la revista Heureka, Claudio Martínez, Profesor Asociado e Investigador Facultad de Psicología Universidad Diego Portales, explica los factores que debe soportar un miembro de la comunidad LGBT en nuestro país, y cómo estos episodios se vuelven elementos de riesgo ya que pueden culminar con el suicidio.


Imagina que vas caminando por la calle y las personas te quedan mirando porque sienten que eres tan diferente que te sitúan como un sujeto de burla. Imagina que aquellas voces que te quieren silenciar a punta de insultos son tan altas que apenas puedes escuchas tus propios pensamientos. Imagina que la sociedad en la que vives te clasifique y califique como una minoría indefensa frente a un océano de conductas y normas que según ellos “debieses seguir”.

Imagina que no puedes ser tú mismo porque habrán terceros que denostarán ese deseo. Tu dignidad, tu vida y tu mundo es carne para aquellos que no toleran quien realmente eres. Imagina no puedas casarte con la persona que más amas. Imagina no puedas vivir con esa persona. Imagina te nieguen la posibilidad de amar. Imagina que estas cosas pasen en pleno año 2017. Siglo XXI ¿Lo imaginaste? ¿Suena poco tolerable no?

Por medio de estas situaciones, en Revista Heureka quisieron que pienses en todos los factores que debe soportar un miembro de la comunidad LGBT en nuestro país, y entender cómo estos episodios se vuelven elementos de riesgo ante fuertes decisiones personales, que pueden –muchas veces– culminar con el suicidio.

Debido a este dramático escenario, indagaron en el estudio que realiza el Dr. Claudio Martínez, Investigador Asociado del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP) y Profesor Asociado de la Facultad de Psicología Universidad Diego Portales. Claudio Martínez obtuvo su Doctorado en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su campo de investigación incluye procesos psicoterapéuticos, específicamente la regulación de procesos entre paciente y terapeuta. Otras áreas de su interés son el apego en la adultez, procesos de mentalización, intervención en crisis y desórdenes de la personalidad.

El Dr. Martínez es entendido en temas de identidad de género y ha estudiado durante el último período la vinculación de procesos suicidas con miembros adolescentes de la comunidad LGBT en Chile. Con su ayuda pretendemos retratar una realidad poco abordada por los medios de comunicación en nuestro país, con la intención de dinamizar la opinión pública y generar instancias que permitan hacer algo al respecto. En reflexión Heureka pensamos que llegó la hora de actuar y apoyar a quienes no viven tranquilos, sino socialmente castigados por su orientación sexual.

La investigación abordada en la siguiente entrevista se titula «Construcción Subjetiva del Proceso de Suicidio en Jóvenes Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT)».

-¿Cómo surgió esta investigación?

-La investigación –finalizada en 2016– se inicia después que nuestro grupo de investigación finalizara otra investigación que abordaba las razones que tenían para vivir un grupo de personas que habían cometido intento suicida. Antes de culminar aquel estudio ya estábamos pensando en cómo seguir con el tema y por ello iniciamos una búsqueda bibliográfica sobre otros grupos de riesgo suicida. En ese camino, nos encontramos con la comunidad LGBT, ya que ésta poseía tasas de riesgo más altas en aspectos suicidas que la población en general. De forma coincidente, el estado de Chile lanzó un concurso FONIS vinculado a temáticas de salud mental.

Bajo ese entendido, el concurso apareció como una gran oportunidad, ya que además fue bajo el alero de un especial de salud mental que se estaba desarrollando en nuestro país. En ese contexto, uno de los temas que se podían investigar era el suicidio adolescente, una preocupación del estado desde hace algún tiempo. Fue entonces cuando tomamos este grupo de riesgo y comenzamos el análisis, investigando con una metodología cualitativa la vivencia subjetiva de dicho grupo de jóvenes.

Durante los dos años que realizamos esta investigación nos fuimos empapando de una realidad social muy dura, que no solo se da en Chile sino que en todo el mundo.

Entender la discriminación a la comunidad LGBT y cómo esta desencadena muchas veces en el suicidio fue un proceso muy duro pero también muy aclaratorio, ya que comprendimos empíricamente que dicha discriminación tiene un peso muy importante en cada individuo que la padece y afecta directamente a su salud mental.

Al descubrir que los pacientes de la comunidad LGBT eran más propensos a este tipo de decisiones, comprendimos que muchas veces se convertían en el resultado de una negativa inquisición ejercida por terceros a su propia identidad y comunidad.

-¿Cómo desarrollaron la investigación?

-Hicimos 30 entrevistas a jóvenes que habían pasado por procesos suicidas en edades tempranas de la adolescencia (12 a 18 años), cada uno de ellos con historias muy duras y terribles, pero con elementos determinantemente comunes entre ellos. Gracias a este último punto, pudimos diseñar algunos patrones y ciertos modelos para entender el proceso que experimentan las personas LGBT hasta llegar al suicidio.

Con dichos elementos concordantes, construimos dos modelos que están en proceso de publicación, uno para la comunidad LGB (Lesbianas, Gays y Bisexuales) y otro para jóvenes transgéneros. Esta investigación fue muy importante para mí y también para el equipo de profesionales que participó de su desarrollo. De hecho, en la actualidad, estamos construyendo dos proyectos en torno a la temática. Uno de ellos en la línea de investigación científica de la mano de Fondecyt, centrado en la tensión psicológica que se extrae desde los propios terapeutas
con la comunidad LGBT, analizando variables como posibles prejuicios desde estos profesionales, y cómo estos podrían afectar al tratamiento y la sicoterapia con pacientes LGBT, bajo esa consigna realizaremos un análisis a los terapeutas y a los propios pacientes.

-¿Las personas de la comunidad LGBT son reacias a visitar terapeutas como sicólogos y psiquiatras?

-Las personas LGBT tienen cierta reticencia a consultar, y los terapeutas muchas veces no poseen entrenamiento específico vinculado a este tema, por lo que en ocasiones se genera un ambiente de desconfianza.
Como equipo de investigación queremos estudiar estos factores con una muestra chilena, ya que este tema posee una fuerte carga cultural asociada. Los prejuicios que existen en la sociedad chilena frente a la comunidad LGBT no necesariamente son los mismos que hay en otros países, por lo que aquellos sesgos de pacientes y terapeutas también son propios de un territorio.

Bajo esa mirada queremos ser capaces de generar el perfil de un terapeuta culturalmente competente, proporcionando nuevos modelos de formación para este tipo de profesionales. Por ello estamos postulando a fondos de pequeña y gran escala con respecto a este tema.

Hace tiempo investigo en sicoterapia, salud mental y fenómenos clínicos, como equipo llegamos a estudiar las minorías como un grupo de riesgo en particular, y nuestro acercamiento sigue siendo a través de entender ciertos aspectos del tratamiento psicológico de personas LGBT, esto lo hacemos desde una mirad que tome en cuenta estos elementos del contexto social, ya que la identidad sexual, individual y la vida en comunidad no son hechos aislados.

-¿Existe una cercanía y/o concordancia en el mensaje de la comunidad LGBT con aquellas asociaciones que se hacen cargo de visibilizar sus derechos en la opinión pública (fundación Iguales o el Movilh por ejemplo)?

-En general las instituciones más organizadas tienen poco apoyo gubernamental, en ese contexto, o son las organizaciones sociales o las fundaciones quienes terminan dando su percepción con respecto a las demandas que consideran justas. Estas agrupaciones tienen una postura política o ideológica que hace más visible a la propia comunidad LGBT, posicionando sus demandas como una realidad importante. Distinta es la contribución desde la psiquiatría y la sicología, corrientes que se han ido instalando muy lentamente en la discusión pública.

Por otro lado, considero que no ha habido una preocupación real ni significativa con la salud mental de la comunidad LGBT, y si bien la discusión ha estado muchas veces centrada en el rol de las organizaciones, los organismos gubernamentales poco y nada han aportado. Ahora bien, servicios de salud de algunas regiones de Chile se han preocupado de las personas transgénero, quienes buscan ayuda médica para terapias hormonales.

Estos son pequeños esfuerzos que no tienen una formalidad específica desde la institucionalidad, de hecho muchos de estos servicios de salud pública nacen desde la iniciativa de las propias personas que trabajan en el área. Entonces lo que hay que buscar es regularizar estas materias, para que ya no se actúe solo bajo parámetros de “buena voluntad”.

-¿Cómo transmiten las organizaciones LGBT su mensaje a través de los medios de comunicación?

-En general transmiten un mensaje de apoyo y de compañía. El tema de la comunidad es muy importante ya que crean una realidad integrativa que muchas veces puede ayudar a pacientes que estén pasando por un cuadro depresivo. Estos se sienten menos solos cuando se dan cuenta que hay muchas más personas que son como él o ella, quienes comparten sus mismos gustos y luchan por los mismos derechos.

Las marchas del orgullo gay son una muy buena instancia de unión, de aunar fuerzas y desfilar bajo una misma consigna, son instancias que agrupan, acogen y fomentan la tolerancia. Hay ciertas tradiciones que ayudan a la comunidad porque se manifiesta el concepto de unidad. Si te hicieron bullying en el colegio y pensaste que no tenías un lugar en el mundo, la comunidad LGBT nace como un sistema de escape.

-¿Hay discriminación dentro del mundo LGBT?

-Como en todo grupo humano sucede lo mismo, se unen para estas grandes convocatorias, lo he visto en chile y en el mundo, y marchan bajo una misma idea y una misma lucha. Esa lucha debiese darse todo el año y en diferentes niveles, iguales o el Movilh, lo entiende así, y empujan a nivel del parlamento, hay leyes que se están luchando hace rato, la de identidad de género que es fundamental, todas esas cosas son de un nivel permanente, son simbólicas.

-¿El bus de la libertad atenta contra una persona LGBT que esté evaluando el suicidio?

Las cosas se acumulan, entonces si ya existen tensiones mediáticas y personales contra la comunidad LGBT, el bus de la libertad puede tomarse como un factor extra a esta mochila de estímulos negativos con la que cargan jóvenes en proceso suicida.

Un joven al que ya le hacen bullying en el colegio, o que le dice a su papás que es mujer siendo que tiene pene y estos se espantan y lo agreden, y a eso le sumamos la presencia de un bus que mueve pasiones y dogmas que crucifican la conducta de la comunidad LGBT.

El bus efectivamente puede hacer que los jóvenes LGBT piensen ¿para qué existir? ¿Para qué vivir si no tengo un lugar en el mundo? Sobre todo en la etapa de la adolescencia, que es la más frágil y más complicada

-¿Somos un país homofóbico?

-No sé si totalmente homofóbico, pero sí un país dominado por un conservadurismo religioso que ha ido en perjuicio de las minorías.

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