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La peruana que sufrió una brutal agresión de su novio y ahora es una de las personas más influyentes del mundo, según la revista Time

La peruana que sufrió una brutal agresión de su novio y ahora es una de las personas más influyentes del mundo, según la revista Time

En julio de 2015, Arlette Contreras fue golpeada y arrastrada de los cabellos por su novio en un hotel de Ayacucho, en la sierra sur de Perú. Las cámaras de seguridad del hospedaje grabaron la agresión y su caso se volvió emblemático en la lucha contra la violencia hacia la mujer en su país. BBC Mundo habló con ella.


Para la peruana Arlette Contreras, la búsqueda de justicia después de ser agredida por su ex novio «ha sido un camino largo, difícil de recorrer».

Su caso se volvió emblemático en la lucha contra la violencia hacia la mujer en Perú y su campaña para detener los crímenes de género le han valido reconocimientos en el extranjero.

En marzo, Arlette recibió el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje 2017, del Departamento de Estado de EE.UU., en Washington.

En abril de este año, la revista Time la nombró una de las 100 personas más influyentes del mundoen la categoría de Íconos.

Pero para alcanzar estas condecoraciones siguió un camino doloroso que todavía no acaba.

Arlette Contreras

Arlette fue agredida en julio de 2015.

Empezó una noche de julio de 2015, cuando la joven, entonces de 25 años, llegó al hotel Las Terrazas en Ayacucho, en la sierra sur de Perú, con su entonces novio, Adriano Pozo, después de salir de una fiesta.

Adriano la trató mal y ella decidió terminar la relación, según medios locales.

«Entonces te voy a violar. Si no es por las buenas, va a ser por las malas. Te voy a matar, a mí no me vas a dejar», le dijo el hombre, según contó Arlette, y empezó a golpearla y a intentar ahorcarla.

Arlette trató de escapar y Adriano, desnudo, la siguió hasta la recepción del hotel, donde la arrastró de los cabellos por el suelo.

Las cámaras de seguridad del hospedaje grabaron la brutal agresión.

Las imágenes llegaron a los medios menos de una semana después y desataron la indignación de todo Perú.

Marcha histórica

El agresor, hijo de un regidor de la municipalidad de Huamanga, en Ayacucho, pidió perdón a través de medios locales y dijo en su defensa que Arlette también lo había atacado a él, que estaba ebrio y que no recordaba su reacción.

El padre del hombre, Jorge Pozo, aseguró que su hijo padecía de trastorno límite de personalidad, un desorden mental que causa inestabilidad, reacciones impulsivas y episodios intensos de ira, depresión y ansiedad, según el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU.

Jorge Pozo añadió que había dejado el tratamiento para esta condición cuando conoció a la muchacha.

El joven, que tenía 26 años cuando sucedió el ataque, fue juzgado en Ayacucho por lesiones leves y condenado a un año de prisión suspendida (sin entrar en la cárcel) en julio de 2016.

«Me volví a sentir atacada», dijo Arlette, que es abogada, a BBC Mundo sobre el fallo que consideró demasiado leve.

Miles de manifestantes en la marcha

La marcha Ni Una Menos marcó un hito en la lucha contra la violencia hacia la mujer en Perú.

La sentencia propició que se convocara a la primera marcha Ni Una Menos en Perú, el 13 de agosto de 2016.

«(La protesta) marcó un hito en la historia de Perú», dice Arlette. «Fue la primera vez que se visibilizó con tanta fuerza la violencia contra las mujeres».

La manifestación pacífica reunió a miles de personas en Lima y otras ciudades de Perú, y a miles de peruanos en el extranjero.

«El video y la campaña Ni Una Menos mostraron el machismo puro que existe en nuestra sociedad, tanto en hombres como en mujeres que justifican la violencia, cuando no hay ningún tipo de justificación», le explica Arlette a BBC Mundo.

En 2014, Perú fue el tercer país con más feminicidios en América del Sur, con 90 casos reportados, después de Argentina y Ecuador, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.

En 2016 las cifras aumentaron. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de Perú registró 124 feminicidios y 258 intentos de feminicidio; y atendió más de 70.510 casos de violencia psicológica, física y sexual contra niñas y mujeres.

Hasta marzo de 2017, va contando 29 feminicidios y 58 tentativas; y va recibiendo más de 17.000 denuncias de violencia.

Arlette Contreras durante la marcja Ni Una Menos.

Arlette Contreras (a la derecha) cree que las autoridades peruanas todavía deben mejorar su atención a las mujeres víctimas de violencia.

«Todo este movimiento ha ayudado a crear una ola de conciencia, a rescatar a las mujeres presas del silencio», opina Arlette.

«Ahora están más dispuestas a denunciar, a no callar más. Muchas mujeres reportan en la plataforma Ni Una Menos historias increíbles, desgarradoras. Algunas dicen ‘me he callado 20 años, 30 años, he soportado violencia tanto tiempo'».

Nuevo juicio

La primera sentencia contra Adriano Pozo fue anulada en noviembre de 2016 y en febrero de 2017 empezó un nuevo juicio contra él, esta vez por intento de violación e intento de feminicidio.

Arlette ha pedido que el nuevo proceso, que se desarrolla ahora en Ayacucho, se traslade a Lima, la capital del país donde ella reside desde 2017, pues asegura que recibía amenazas de la familia de Pozo.

«Si hasta hoy no puedo resolver mi caso, que es mediático, imagínate lo que pasa con otras mujeres que no tienen el apoyo de los medios. Terminan muertas en su búsqueda de justicia», lamenta.

Arlette Contreras

Ni Una Menos funciona ahora como una plataforma digital para recibir casos de violencia contra la mujer y remitirlos a las autoridades.

Mientras el proceso judicial de Arlette demora en terminar, la joven está formando una ONG para luchar contra la violencia hacia la mujer y su historia resuena fuera de Perú.

La columnista de la revista Time Susanna Schrobsdorff escribió que «su caso -y su disposición a hablar públicamente al respecto- impulsó a miles de mujeres a salir a las calles de Lima en agosto de 2016 para protestar contra la violencia de género».

Arlette reconoce que es reconfortante recibir los homenajes del gobierno de EE.UU. y de la revista Time. «No los he obtenido en mi país. Pero estos reconocimientos nunca van a borrar todo lo que he sufrido», lamenta.

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