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El dress code del restaurant Baco, ¿era Baco un dios cartucho? Yo opino

El dress code del restaurant Baco, ¿era Baco un dios cartucho?

Macarena Salosny
Por : Macarena Salosny Macarena Salosny, Directora de Admisión en SmartCoach. Publicista con Mención en Gestión de Negocios y Coach Integrativo con acreditación PCA. Cuenta con un Diplomado en Coaching Ejecutivo Mención Diseño de Competencias Laborales. Enamorada de uno y Mamá de 5 @macasalosny
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¿Acaso comer no es uno de los mejores placeres de la vida?  El origen de la palabra Restaurant tiene que ver con “restaurar”, según me comentó un amigo cercano hace algunos días. Así que cuando decidimos visitar un lugar específico para restaurar nuestro cuerpo, lo hacemos probablemente más por su cocina, que por quienes lo frecuentan. Por eso la justificación que usa el señor Le Baux, dueño del restorán Baco para tener un dress code y haber obligado a Luis Larraín (dirigente de Fundación Iguales) a ponerse zapatos dos números más chicos, esa que dice que “el grueso de mi clientela no está dispuesta a comer al lado de una persona que no está vestida correctamente”, creo que disfraza principalmente el desagrado que tiene él mismo en compartir su experiencia con personas a las que no considera merecedoras de la misma.

Si comprendemos que el no sentirnos merecedores nos hace perder oportunidades, experiencias, proyectos y un sinnúmero de aspectos que repercuten tanto en nuestra autoestima como en nuestro desarrollo social, aprenderemos que hacer sentir a otros de esa manera nos convierte en seres humanos algo egoístas, con un dejo divino que nos queda a todos excesivamente grande.

Luego pensé en qué pasaría si yo tuviese un restaurante, quizás mi mayor logro sería darle a mis comensales el placer de disfrutar mi comida y perderse en los sabores, aromas, presentación y compañía más que en sus vecinos de mesa y la ropa que utilizan. Quizás agradecería más la presencia de un comensal gustoso y gozador, que disfrute alimentando su cuerpo y también su día. Por eso no tengo un restaurante, porque sería mi deseo complacerlos y que visiten mi cocina y me recomienden por mi razón de ser, que efectivamente iría más allá de ofrecer comida, sino sería una experiencia sensorial trascendente que los haga feliz en cada bocado.

Cuando apareció esta noticia y la respuesta del dueño de Baco, hice el ejercicio de leer las opiniones en los medios, ya que entregan una muestra fidedigna de lo que sentimos las personas comunes y corrientes. El mejor comentario lo hizo Cristian Avendaño y dice: “Ahora, este francés le debería cambiar el nombre al restorán o googlear quién era Baco”.

Para el conocimiento público Baco además de ser el Señor del Vino, era también el dios del desenfreno, el placer, la lujuria, y en su nombre se desarrollaron las fiestas más extremas de la época romana, las que seguramente tenían un dress code para nada estricto… ¿Se imaginan un Baco cartucho?

Ofertas de restaurantes hay, y muchas, y mejores, y diferentes… Probablemente lo que más molestó a Luis Larraín  fue la forma en la que le dijeron que no encajaba en el local,  ya que no se ajustaba a las convenciones sociales establecidas para ingresar en él, y no pudo disfrutar del momento con su acompañante. Lo paradójico es que ni siquiera pudo ponerse en los zapatos del otro (del dueño), ya que eran 2 tallas más chicos.

Y esas dos tallas más chicas son las que promueven las creencias limitantes entre nosotros, las que entorpecen que nos pongamos de acuerdo respetando cada uno nuestro espacio y el derecho a ocuparlo. Agrandemos nuestros zapatos y con ello nuestra mirada al mundo, hay miles de cosas que todos merecemos disfrutar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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